Benedicto XVI en Alemania: "El Papa provoca. ¡Y esto es grandioso!"
*
Presentamos nuestra traducción de un análisis, muy completo e interesante, de la realidad que encontrará Benedicto XVI en Alemania, en su próximo viaje apostólico internacional, realizado por la revista internacional de Comunión y Liberación.
***
“El Papa provoca”, afirma Peter Seewald. “¡Y esto es grandioso!”, añade el autor de varios libros-entrevista con Benedicto XVI, al ser consultado por Tracce. “Sería malo si ya no provocase, entonces realmente habría que temer”. En efecto, la próxima visita de Benedicto XVI a Alemania es provocadora. De repente la fe sale de los nichos privados para volver a ser nuevamente propuesta en una sociedad pluralista.
Después de dos visitas pastorales – a Colonia, con ocasión de la JMJ, y a Baviera, su tierra natal – el Pontífice llegará a Berlín el 22 de septiembre para su primera visita de Estado oficial. Los momentos sobresalientes del viaje serán un discurso en el Bundestag y una Misa en el Estadio olímpico. Además, al visitar Erfurt, capital de Turingia, cruzará los límites de la ex República Democrática Alemana (DDR). Finalmente tendrá una vigilia de oración con los jóvenes en Friburgo.
Pero el viaje apostólico de cuatro días en su patria no será precisamente para el Papa como “jugar en casa”. Benedicto XVI se encontrará frente a una sociedad cada vez más secularizada y a una Iglesia cuya división interna ha salido a la luz precisamente en la inminencia de su visita.
Berlín es un claro ejemplo de sociedad postmoderna y multicultural. Hospeda a la comunidad musulmana más numerosa de Alemania, pero también la mayor comunidad homosexual, a la cual declara provocadoramente pertenecer también el actual alcalde Klaus Wowereit (SPD, el partido social-democrático). El Land de Berlín es gobernado desde el 2001 por una coalición formada por el SPD y por el partido de izquierda, heredero del SED comunista, que en la parte oriental de la ciudad recibe siempre un alto porcentaje de consenso. Y dado que inmediatamente antes de la visita pontificia será elegido el nuevo Senado de Berlín, las calles no están invadidas por carteles del Papa sino por los electorales.
Cuando todavía muchas comunidades estaban separadas por el muro, Juan Pablo II la definió “diócesis más difícil del mundo”. En la ex capital prusiana los católicos representan una minoría pero, de todos modos, su número se acerca a los 314.000. Después de la caída del muro, con el traslado del Gobierno, llegaron muchos católicos de la región de Renania, con varias órdenes religiosas y comunidades, porque Berlín representaba para ellos un lugar privilegiado de la nueva evangelización. También Comunión y Liberación está presente aquí con una pequeña comunidad desde hace cerca de diez años.
A pocos meses de la inesperada muerte del Arzobispo de Berlín, el cardenal Georg Sterzinky, será su recientemente nombrado sucesor, el arzobispo Rainer-Maria Woelki, quien reciba al Papa frente a 70.000 fieles en el Estadio olímpico. Inicialmente los organizadores pensaban relegar la Misa pontificia al mucho más pequeño espacio frente al castillo de Charlottenburg, pero los pedidos de billetes de ingreso y las protestas de la gente fueron tales que la administración diocesana decidió trasladar el evento al estadio, donde había celebrado la Misa también Juan Pablo II.
También la intervención del Papa en el Parlamento ha sido objeto de controversias. Los diputados de izquierda y de los verdes han contestado el derecho de palabra del Jefe de la Iglesia. Son aquellos que se alinean en las crecientes filas de laicistas que pretenden hablar en nombre de aquel 30 por ciento de la población alemana que no se reconoce más en ninguna iglesia o comunidad religiosa. El Presidente del Bundestag Norbert Lammert (Unión cristiano democrática, CDU) ya había invitado al Papa en el 2009, en el 20º aniversario de la caída del muro, para que pronunciase un discurso programático sobre Europa. Hoy, considerada la precaria condición de la Unión Europea, su discurso debería tener un peso todavía mayor. Benedicto XVI se encontrará también con el ex canciller Helmut Kohl, gravemente afectado por un ictus, como gesto de homenaje por sus méritos en la construcción de la unidad europea.
Bajo la bandera de la reunificación, pero sobre todo del ecumenismo, estará luego la visita a Erfurt. La diócesis fue fundada por San Bonifacio, “apóstol de los alemanes”. Entre 1505 y 1511 vivió en aquella ciudad también el reformador Martin Lutero, huésped del monasterio agustino donde él, todavía católico, celebró su primera Misa en 1507. En este mismo lugar el Papa Benedicto se encontrará con las autoridades de la Iglesia evangélica: encuentro importante, fuertemente querido por el Papa en persona.
Ratzinger mismo conoce Erfurt desde los tiempos en que enseñó allí como “visiting scholar”. En los años ’60 y ’70, por lo tanto todavía en tiempos de la DDR, realizó algunos ciclos de lecciones en el Seminario católico central de Alemania del Este.
En la Misa central en la plaza de la Catedral, con el pintoresco fondo de la catedral y de la Severikirche, participarán muchos fieles de etnia sorbia – tradicionalmente católicos – como también los católicos de alrededor de Eichsfeld. Durante la dictadura comunista, los católicos de estos dos territorios permanecieron fieles a su credo a pesar de las persecuciones, y constituyen todavía hoy una tangible presencia eclesial en un ambiente cada vez más lejano de la religión. Por eso también la Conferencia episcopal erigió el año pasado en Erfurt su nueva “base católica para la pastoral misionera”.
En las últimas dos jornadas el Pontífice, en Friburgo, se dirigirá a toda la Iglesia local. El nacimiento de la segunda diócesis más grande de toda Alemania se remonta, de hecho, sólo a 1821, como unificación de la diócesis de Constanza y de partes de otras diócesis. Pero su catedral gótica, de larga tradición cristiana, cuenta con “el campanario más bello de toda la cristiandad”, como afirmó el escritor católico Reinhold Schneider. El Arzobispo de Friburgo, Robert Zollitsch, es actualmente también presidente de la Conferencia episcopal. La situación de la Iglesia en el suroeste de Alemania representa de modo ejemplar la condición de la mayor parte de las diócesis católicas: gracias a la Kirchensteuer (impuesto eclesial) están entre las Iglesias más ricas del mundo y mantienen numerosas estructuras pero en su interior están cada vez más debilitadas.
Con la rápida disminución de los fieles practicantes se registra también una drástica caída en las vocaciones sacerdotales. En 1960 los sacerdotes activos en la pastoral parroquial eran cerca de 15.500: hoy son sólo 8.500. En 2010, en Alemania, las nuevas ordenaciones han sido sólo 150, obligando así a unificar numerosas parroquias.
Los católicos alemanes en los pasados años atravesaron también numerosas crisis: el escándalo en torno al obispo tradicionalista Williamson, que negaba el Holocausto, atrajo fuertes críticas en relación con la responsabilidad histórica de los alemanes. Finalmente la canciller federal Angela Merkel (CDU) se sintió incluso en el deber de pedir oficialmente una aclaración al Papa. Luego salió un estudio sobre el maltrato de los niños en los orfanatos después de la guerra, muchos de los cuales eran gestionados por entes religiosos. Y finalmente han salido a la luz, también en la República Federal Alemana, muchos casos de abusos de menores por parte de sacerdotes. En realidad se trataba, en su mayoría, de casos muy lejanos en el tiempo, y su número es relativamente reducido respecto, por ejemplo, a los Estados Unidos o Irlanda. Sin embargo la Iglesia, en razón de estos hechos, ha sido a menudo objeto de fuertes ataques por parte de la opinión pública.
La Iglesia, por su parte, ha reaccionado con numerosas medidas, además de las liturgias penitenciales, con un endurecimiento de las normas y el resarcimiento de las víctimas. Pero igualmente se ha verificado una gran oleada de alejamientos de la Iglesia de las pasadas décadas: en el 2009 han sido 123.681 los católicos que abandonaron la Iglesia en 27 diócesis; en el 2010 han llegado a 181.200.
La grey, tan duramente probada, puede entonces encontrar gran consuelo, alivio y ánimo en la visita del Santo Padre. Pero paradójicamente la visita a Friburgo será la parte más difícil para Benedicto XVI: la porción más organizada del catolicismo laico alemán, además de cerca de 300 docentes alemanes de teología, retirados pero aún activos, se prepara a encontrar al Pontífice no con alegre espera sino con decididas reivindicaciones. Para afrontar la crisis de confianza de la opinión pública ellos pretenden reformas radicales. “El catolicismo alemán está atrapado en un conflicto interno entre facciones adversas, precisamente en vísperas de la visita del Pontífice en Alemania”, tituló el periódico Die Welt. Las posiciones más conservadores ven incluso tendencias separatistas de la Iglesia de Roma.
Para comenzar, en primavera ocho exponentes políticos católicos de la CDU, pertenecientes al “Comité central de los católicos alemanes”, organismo oficial laico, “preocupados” por la creciente falta de vocaciones sacerdotales, han auspiciado en una carta abierta la admisión al sacerdocio de “vir probati”, hombres casados. Tan sólo una semana después 144 docentes de teología publicaron un documento que solicitaba una reforma estructural de la Iglesia, que luego encontró aún otros partidarios. Además, muchas asociaciones católicas han manifestado la propia solidaridad con los firmantes del documento. Junto a la abolición de la obligación del celibato, ellos reivindican el sacerdocio para las mujeres, una mayor libertad de interpretación de la liturgia, estructuras sinodales en todos los niveles, la participación de los laicos en la ordenación de sacerdotes y obispos, y el reconocimiento de las parejas homosexuales.
De hecho, muchas de estas reivindicaciones no son una novedad. En el pasado ya habían sido planteadas en documentos análogos, y se volvieron a plantear últimamente en el así llamado “Sínodo de Würzburg” de los católicos alemanes, llevado a cabo en 1975. Los críticos hacen notar que las reivindicaciones fundamentales ya han sido realizadas en las comunidades religiosas protestantes. Estas últimas, sin embargo, registran un éxodo todavía más rápido de sus fieles. El documento ha sido obviamente rechazado por muchos obispos, que denunciaban sobre todo la creciente pérdida de una concepción católica de la Iglesia. El cardenal curial Walter Kasper ha denunciado un “replegarse sobre sí mismos”, que descuida totalmente el problema real, es decir, la “crisis de lo divino” o, en otras palabras, la crisis del sentido religioso. De hecho, el debate interno a la Iglesia suscita escaso interés en la opinión pública. La gente está más bien a la búsqueda de respuestas a las propias preguntas existenciales y se siente cada vez más insegura frente a la creciente crisis.
En este contexto general, la comunidad de Comunión y Liberación en Alemania ha difundido un volante para invitar a los amigos a la visita del Papa. “Frente a la difícil situación de la Iglesia, que no puede dejarnos indiferentes, no ha sido sencillo llegar a un juicio claro”, afirma Hubert Kessler, profesor de religión. Y, como dice Martin Groos, responsable de la Fraternidad en Alemania, “existe siempre el peligro de caer en pura apología o en una actitud defensiva. Pero esto es demasiado poco frente a la novedad del cristianismo que hemos encontrado”.
De este modo, el volante es el resultado de una dura lucha, en la cual ha tenido un rol decisivo la confrontación con la actual Escuela de comunidad: “Si yo parto realmente de mi experiencia de un deseo de realización, entonces el punto de partida para una respuesta puede estar sólo en algo que remita al lugar donde yo he encontrado la respuesta”. Continúa Groos: “Precisamente por esto hemos también recordado que la solución no está, en primer lugar, en un análisis inteligente o en las reformas, sino sobre todo en tener fija la mirada en aquellas personas y en el participar en aquellos lugares que hacen visible una novedad de vida. De otra manera, todos los análisis y las propuestas de reforma no son más que utopías, que no producen otra cosa sino frustración”.
Las diversas comunidades juveniles del movimiento, sobre todo en Munich y Colonia, participarán en la vigilia de oración en Friburgo. Desde Colonia llegará Gianluca Carlin, sacerdote de la Fraternidad San Carlos, con cerca de 150 muchachos de su escuela. Cuando el encuentro con Cristo es vuelto a proponer en una forma auténtica, encuentra también una respuesta positiva: lo demuestra, por ejemplo, el número creciente de nuevos bautismos o de personas que vuelven a la Iglesia. Precisamente entre ellos se puede percibir aquella fascinación originaria que testimoniaban ya los primeros cristianos en la antigüedad. También esto forma parte de la realidad que el Papa encontrará en Alemania: un interés nuevo y genuino por la fe.
***
Fuente: Tracce
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
***
1 comentario
Lo que el Papa va a hacer junto a los herejes en Alemania es lo que hizo Pedro: errar en los gestos. Poderosa medicina, no obstante, contra el vicio del ultramontanismo.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.