Mons. Savio Hon: “En China se ha pasado de problemas diplomáticos a problemas teológicos”
Presentamos una interesante entrevista al arzobispo chino Savio Hon, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, sobre la difícil realidad de la Iglesia en China y la postura de la Santa Sede al respecto.
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Se ha extendido el rumor de que el próximo 9 de junio habría una nueva ordenación episcopal ilegítima en Hankow (Wuhan, Hubei), sin el mandato papal…
Esta noticia me preocupa, preocupa al Papa y sobre todo a toda la Iglesia de China. Por lo que sé, los fieles de Hankow han reaccionado y con el Código de derecho canónico en mano han pedido al gobierno y a la Asociación Patriótica no hacer este gesto y evitar esta ordenación.
Parece que también el candidato, el padre Shen Guoan, no quiere hacerlo. Pero, por desgracia, en estos tiempos no tenemos muchas noticias sobre qué piensa el candidato. Pero de hermano a hermano, quiero decir al padre Shen: tengo confianza en ti, en que actuarás del modo correcto, y no hay otro modo correcto más que rehusarse a aceptar.
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¿Qué tan grave es una ordenación ilícita?
La Iglesia es un Cuerpo, del que Cristo es la cabeza y nosotros somos los miembros, perfectamente unidos en el Espíritu Santo. Es un hecho místico y sacramental. Todo acto de división – como esta ordenación episcopal ilícita – es un acto de división de la Iglesia y provoca gran dolor a todo el cuerpo, es como arrancar un miembro del cuerpo vivo. Todo el cuerpo queda herido y ensangrentado.
Luego está la consecuencia: cuanto más ocurren ordenaciones ilícitas, más parece que la Iglesia en China – o algunas partes – quiere construir una Iglesia totalmente diversa, una comunidad que no tiene nada que ver con el Santo Padre.
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¿Cómo puede ser que algunos, aún sabiendo esto, organizan y preparan ordenaciones ilícitas? Se dice que la Asociación Patriótica está preparando al menos diez ordenaciones episcopales…
Para mí es difícil de juzgar pero, por lo que se ve, es claro que sacerdotes y obispos están bajo presión. Pero esta presión me parece menos fuerte que la que otros hermanos nuestros han sufrido en décadas pasadas: hoy no se corre el riesgo de trabajos forzados, prisión, muerte. El gobierno de hoy no hace estas cosas.
Ciertamente, si los obispos y los sacerdotes no se someten, serán castigados de diversos modos. Por ejemplo, se pueden perder las subvenciones del Estado para la diócesis; se crean obstáculos al trabajo pastoral cotidiano; hay sanciones en la carrera (por ejemplo, no se los promueve en la asamblea consultiva del gobierno); o no reciben permisos para ir al exterior o para viajar dentro de China; o se los obliga a someterse a cursos de reeducación.
Tenemos un ejemplo de esto: Li Lianghuai, el obispo que se rehusó a participar en la Asamblea de los representantes católicos el pasado mes de diciembre, ahora está siendo sometido a sesiones de reeducación. Pero precisamente este ejemplo muestra que es posible rechazar el sometimiento.
Otra cosa que puede pesar es el aislamiento forzoso de los otros obispos o de los sacerdotes, o de los fieles. Frente a estos castigos, hay obispos que resisten y otros que son débiles. El gobierno sabe elegir a sus candidatos entre aquellos que son más frágiles y más dispuestos al compromiso.
Ciertamente hay también oportunistas que aceptan el compromiso y lo revisten de altas motivaciones: lo hacemos por el bien de la Iglesia; tenemos necesidad de las subvenciones del Estado; es urgente la evangelización; etc… Pero esto es un bien falso: cuando la Iglesia es separada de la piedra, de Pedro, automáticamente la Iglesia se vuelve débil.
En todo caso, todos estos castigos a los que se puede ser enfrentados, no son suficientes para no resistir. Y quien se somete, realiza un acto público, que crea escándalo y es un contra-testimonio para los fieles, y debilita la historia heroica de tantos obispos que han resistido. Al presente, hay diversos candidatos al episcopado que resisten y que no quieren ser ordenados sin todas las garantías canónicas y el mandato del Papa.
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El Papa, recordando la Jornada de oración por la Iglesia en China, pidió rezar por aquellos que se ven tentados por el oportunismo…
Todos los candidatos sacerdotes son nuestros hermanos y esto nos debe impulsar a comprenderlos y sostenerlos. Pero esta comprensión no debe echarlos a perder e impulsarlos a gestos negativos. Nuestra compasión debe hacerlos más fuertes en los momentos difíciles. Por otro lado, si te mantienes firme, el gobierno no te toca; si, en cambio, te muestras fácil de doblegar, de compromiso, el gobierno se aprovechará de ti. Hay candidatos obispos que se han puesto firmes y no han aceptado ser ordenados como obispos excomulgados; o hasta que no llegara el mandado papal. Frente a su firme posición, el gobierno no ha podido hacer nada.
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¿Qué hace la Santa Sede por estos candidatos?
Por nuestra parte, es necesario comprometernos más en la formación del clero, para que en el seminario crezcan líderes, personas que se mantengan firmes. Lamentablemente, por una parte, desde el exterior nosotros podemos hacer poco; y, por otra, me doy cuenta que el gobierno mismo tiene un ojo en los jóvenes y se encarga y forma a sus candidatos, a los que luego doblegará de tanto en tanto. De todos modos, a ningún gobierno le gusta una persona oportunista. Porque éstas pueden cambiar de idea y serán siempre usadas y luego desechadas.
En la situación en China, vale la pena aconsejar a obispos y sacerdotes que si se sienten débiles o incapaces de resistir a las presiones, pidan ser exonerados del servicio pastoral, que tengan el coraje de suspender el ministerio.
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¿Conviene al gobierno construir una Iglesia independiente?
Al gobierno en el fondo sólo le interesa que haya una Iglesia que pueda distribuir los sacramentos a los fieles chinos y a los extranjeros que se encuentren en China. Esto hace creer que hay libertad religiosa en el país, aún si desde el punto de vista canónico y teológico hay problemas.
China se inspira en el principio “El gobierno primero, la religión después”. El punto es que no se define hasta qué punto la religión debe ir en el segundo puesto.
Practicar por largo tiempo el método de la auto-elección y de la auto-ordenación (sin el mandato papal) tarde o temprano destruye a la Iglesia y antes o después tampoco los fieles irán a aquellos obispos separados de la Santa Sede.
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Por otro parte, los sacramentos dados por un obispo ilícito son válidos…
Hasta ahora, la Carta del Papa precisaba que por el bien de los fieles, se podía – en circunstancias excepcionales – recibir el sacramento válido, pero ilícito, de un obispo ilegítimo. Pero si esta situación se convierte en una constante, temo que se deberá revisar esta indicación y explicar a los fieles, chinos y también extranjeros, que no es posible recibir el sacramento de ellos. De hecho, si se sigue sin hacer ninguna diferencia, los fieles no comprenderán ya quién es fiel al Papa y quién no lo es, y se corre el riesgo de confundir la fe de los sencillos.
La indicación de poder acudir a los sacramentos de los obispos ilegítimos puede servir en situaciones de emergencia, pero no hace crecer la comunión en la Iglesia. Es un modus non morientis, pero no un modus vivendi: es una indicación para que la Iglesia no muera, para que sobreviva, pero no es algo que ayude a la Iglesia a vivir y a crecer.
Lo que digo está en línea con los muchos pedidos que vienen de la Iglesia en China, que piden al Vaticano precisar y dar indicaciones precisas sobre cómo los fieles y los sacerdotes deben comportarse frente a los obispos ilegítimos.
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Después de la ordenación ilegítima de Chengde, la Santa Sede emitió un comunicado muy preciso, condenando el gesto…
Sí, pero no dijo una cosa: no distinguió entre el poder episcopal y el ministerio pastoral. Uno se convierte en obispo por la ordenación sacramental pero se vuelve pastor de una parte del pueblo de Dios por el mandato del Papa. Esto significa que un obispo ilegítimo ha recibido la ordenación y, por lo tanto, es obispo, pero no tiene ningún derecho de dirigir a los fieles porque no tiene el mandato papal. En el caso de Chengde, la ordenación es válida (aunque ilícita), pero el nuevo ordenado no tiene ningún poder de guía sobre su grey. Esto significa que los fieles de Chengde no tienen el deber de obedecerle y él mismo no tiene el poder de ordenar sacerdotes.
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Con todas estas amenazas de ordenaciones ilícitas, estas dificultades, ¿hay signos de esperanza en la Iglesia en China?
Muchos sacerdotes, junto a los fieles, siguen la doctrina católica y no obedecen a obispos ilícitos. Pero no sé hasta cuándo podrá durar esto. Por esto es importante la formación en los seminarios.
Algo que debe destacarse es que los fieles de China se inspiren en las palabras del nuevo beato Juan Pablo II: “No tengan miedo”. Estas palabras las dijo el Papa al comienzo de su pontificado: recién venía de Polonia, de un país donde la Iglesia era perseguida y donde parecía que habían pocas esperanzas de éxito. Y, en cambio, el “no tengan miedo” ha sido eficaz. El mismo cardenal Casaroli no podía prever que el régimen comunista habría caído en un abrir y cerrar de ojos.
Pienso que para salir de esta situación de ambigüedad en la que estamos es importante pedir a los obispos que han realizado gestos contrarios al mandato del Papa (ordenaciones, asambleas, etc.…) que hagan gestos públicos de penitencia.
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¿Qué puede hacer la Iglesia universal?
Por nuestra parte, debemos ayudar a esta Iglesia a vivir la fe y a no doblegarse frente a los pedidos que amenazan el corazón de la fe católico y la relación con el Papa. Lamentablemente hay una teología en América y en Europa que está penetrando también en la Iglesia china. Esta teología reivindica precisamente la autonomía en la elección de los obispos y la independencia de la Santa Sede. Y así hay personas en América y en Europa que impulsan a los obispos chinos a comportarse de este modo. “Si lo lográis vosotros – dicen –, nosotros luego los seguimos”. Como se ve, hasta poco tiempo atrás los problemas de “independencia” y “autonomía” eran sólo al nivel de la relación con el gobierno. Ahora son también a nivel teológico.
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A veces parece que también la Santa Sede, en lugar de la preocupación pastoral, parece estar dominada por los miedos políticos, demasiado deseosa de relaciones diplomáticas a cualquier precio. Por ejemplo, ¿cuántas veces la Santa Sede pide la libertad para los obispos que están en prisión?
En todos los encuentros con los representantes del gobierno chino, nosotros insistimos continuamente en la liberación de estos hermanos nuestros. Pero el gobierno no nos hace caso. Estos obispos son ancianos, enfermos: su liberación debería ser también un acto humanitario. Pero lamentablemente no recibimos respuesta. Tal vez sería necesario hacer llamamientos públicos, en lugar de personales.
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Hay católicos subterráneos que piden que sea iniciada la causa de beatificación del cardenal Ignacio Gong Pinmei. ¿Usted qué piensa de esto?
Es difícil, pero sólo en sentido técnico. Corresponde, de hecho, a las diócesis chinas, a la Iglesia local, recoger documentación y presentarla a la Congregación de los santos. Si esto ocurre, sin duda el Vaticano lo tomará en consideración. En el caso del cardenal Gong, habiendo sido él obispo de Shanghai, existe tal vez el problema de poner de acuerdo a la comunidad subterránea y la oficial de Shanghai. Pero no es imposible. Lo mismo vale para los muchos mártires del período comunista, muertos en los campos de concentración, o en prisión, o por hambre, durante estas últimas décadas. Si cada diócesis recoge la documentación sobre estos mártires, vale la pena enviarla a Roma y comenzar el proceso formal para la beatificación. Si la diócesis tiene la posibilidad de lanzar el proceso, nosotros estaríamos felices.
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Fuente: Asianews
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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