El cardenal Kasper anuncia su partida y traza un balance de su gestión
Mientras todo parece indicar que el Santo Padre aceptará la renuncia del cardenal Walter Kasper en los próximos días, nombrando como nuevo Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos al obispo suizo Kurt Koch, el cardenal alemán se ha encontrado hoy con los periodistas, anunciando su próxima partida y realizando ante ellos un balance de los once años al frente del dicasterio del ecumenismo, con sus luces y sus sombras. Ofrecemos nuestra traducción de un artículo, publicado en la prensa italiana, donde se presenta un interesante resumen de las declaraciones del cardenal Kasper.
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“He llegado al final de mi servicio como presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Durante 11 años, éste ha sido para mí un cargo no sólo comprometedor sino también apasionante. Una experiencia que deja una marca profunda”. Así se ha presentado hoy el cardenal Walter Kasper, en una conferencia de prensa, saludando a los periodistas. En vista de un pronto cambio de la dirección del dicasterio vaticano, el cardenal quiso trazar un balance, también personal, de lo que se ha realizado en estos años de diálogo ecuménico.
“Mis sentimientos – dijo – son ambivalentes: por una parte, ser emérito a los 77 años es algo normal, incluso una liberación. Por otra parte, sin embargo, dejo un trabajo que he realizado con entusiasmo, que he considerado siempre como una cantera de la Iglesia del futuro”. “El ecumenismo no es para la Iglesia un opcional de lujo sino un elemento constitutivo, uno de sus objetivos principales, y lo mismo vale para las relaciones religiosas con el judaísmo”. “¿En qué punto estamos hoy?”, se preguntó el cardenal.
“En primer lugar, quisiera subrayar que, aún siendo fundamentales, los diversos documentos de diálogo no son lo esencial. Permanecerían como letra muerta si no se reflejaran en las relaciones personales, en las relaciones de respeto, de estima, de confianza y de amistad”. “Allí donde no existen tales relaciones – prosiguió el cardenal Kasper – no puede existir tampoco un diálogo fructífero, que es siempre un diálogo de la vida. El ecumenismo no se hace en el escritorio. El diálogo es vida. El diálogo es parte integrante de la vida de la Iglesia”.
El cardenal recordó luego todos los viajes y los encuentros que han acompañado su compromiso ecuménico en estos años, hablando actualmente de “una sólida red de relaciones humanas con cristianos que, estoy seguro, podrá resistir también a eventos menos favorables y son una base segura para ulteriores pasos adelante”. Y comentó: “Ésta es la verdadera novedad ecuménica”. “El fulcro y el alma de un ecumenismo tan vital – agregó – es el ecumenismo espiritual. La unidad de la Iglesia no puede ser planificada ni fabricada”. El cardenal, utilizando una metáfora, comparó el ecumenismo con un “monasterio invisible en el que se vive y se ora dispersos en todo el mundo pero unidos en la oración. ¿No es ésta ya una comunión eclesial intensa y profunda?”.
El “balance” del cardenal Kasper pasó revista a los 11 años de diálogo. Con las Iglesias ortodoxas orientales (coptos, sirios, armenios, etíopes, etc.) que, después de los “primeros dificilísimos años”, se ha llegado a acuerdos que pueden ser considerados hoy como “un milagro del Espíritu”.
En lo que concierne, en cambio, a las Iglesias ortodoxas, el cardenal Kasper recordó la suspensión del diálogo en el 2000, con la sesión de Baltimore, definiendo aquel momento como un “fracaso”, “la peor experiencia ecuménica que jamás haya tenido”. Se requirieron “5 años de pacientes negociaciones” para enmendar las relaciones y llegar al encuentro de Rávena que dio lugar a “un gran giro inesperado”. Del diálogo con las Iglesias ortodoxas, el cardenal quiso subrayar también “las relaciones personales de confianza” y la presencia de las diversas delegaciones en los funerales de Juan Pablo II y en la entronización de Benedicto XVI, “signo claro y fuerte del cambio acontecido”.
El balance examinó luego las relaciones con las Iglesias y las comunidades eclesiales de la Reforma: “Errores o, más bien, imprudencias en el modo de formular la verdad – admitió el cardenal Kasper -, han sido cometidos entre nosotros e incluso de parte nuestra”. Pero en lo que concierne a este diálogo, el cardenal quiso remitirse al texto recientemente publicado por el dicasterio, “Harvesting the fruits”, en el que se hace un balance de los resultados y de los acuerdos alcanzados.
“Dejo el cargo – concluyó – con esperanza, que no es optimismo humano sino esperanza cristiana. La «antorcha» pasa ahora a una nueva generación que ciertamente mirará los diálogos emprendidos con nuevos ojos”.
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Fuente: Toscana Oggi
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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9 comentarios
En cuanto a otras congregaciones nacidas de la reforma y fundamentalistas, no hay por donde coser casi nada, porque unas son pelagianas, otras semiarrianas, algunas hay quietistas, en fin, que aparece la lógica locura que había de surgir de la libre interpretación de la Sagrada Escritura. A cada reformador se le ocurre un nuevo diparate, cada vez más alejado de la verdad.
La inmensa mayoría de las comunidades surgidas de la reforma, no creen en la presencia real de cristo en La Eucaristía, ni en la comunión de los Santos, y por lo tanto, tampoco en la oración de intercesión; son descreidos de los sacramentos de la confesión, de la confirmación, del orden, etc.
¿ Alguien me puede explicar cómo llegar a la unidad, sin que los católicos tengamos que renunciar a la verdad y sin dar la espalda a Cristo?
El espíritu hnos ha regalado frutos, sólo con los que conservaban muchas partes comunes católicas: anglicanos tradicionales, ortodoxos.
Por cierto, leyendo el resumen del cardenal, pareciera que los frutos obtenidos fueran logros de él y su comisión, olvidando que cualquier buen fruto es por gracia de Dios, porque ÉL lo quiere Dios mío, hasta la mente de este cardenal ha penetrado el pelagianismo! Hasta se debe creer capaz este nuevo Hércules, de con sus sólos esfuerzos puede llegar a la unidad con aquellos que no creen en Cristo: los judíos ¡ Señor, ven pronto!
Veo con optimismo un mañana, una nueva aurora para la Santa Madre Iglesia Católica. Una generación fallida da paso a una generación restauracionista.
Si muchos obispos y quienes estan al frente de distintos dicasterios tuvieran la mitad de la formación y la capacidad unida a la sabiduría espiritual de Kasper, la Iglesia hoy fuera otra. SOBRE TODO SERÍA MÁS CREIBLE POR UNA AUTENTICA APERTURA AL MUNDO DE LO DISTINTO Y POR UNA CAPACIDAD DE DIÁLOGO QUE NO CONDENA SINO QUE BUESCA Y ANUNCIA PERO DEJA LIBRE PARA QUE DESDE LA LIBERTAD SE ACEPTE LA VERDAD.
en dar dolor de cabeza a Nuestro amadisimo Santo Padre! Pidamos a Dios para que los nuevos nombramientos sean los correctos y dejen detras de si un jardin donde Kasper y Re han dejado un desierto.
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