Fuerte exhortación del Papa a los teólogos

En la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, que fue nuevamente abierta al culto hace algunos meses como informábamos en la Buhardilla, el Papa Benedicto XVI presidió hoy la Santa Misa, en la que participaron los miembros de la Comisión Teológica Internacional, reunida en estos días en el Vaticano para su sesión plenaria anual. El Papa, dando una vez más el ejemplo, celebró la Santa Misa ad orientem y pronunció una fuerte homilía en la que hizo una severa crítica a la teología contemporánea.


El verdadero teólogo es aquel que no cede a la tentación de medir con la propia inteligencia el misterio de Dios, con frecuencia vaciando de sentido la figura de Cristo. Es aquel que tiene conciencia de la propia limitación, como lo fueron muchos grandes santos reconocidos también como grandes maestros.


En cambio, el prototipo del teólogo presuntuoso que estudia la Sagrada Escritura como ciertos científicos estudian la naturaleza – es decir, con una frialdad académica que pretende hacer una vivisección del misterio e ignora la chispa de lo trascendente – el Papa lo reconoce en los antiguos escribas que indican a los Magos el camino hacia Belén. Para ellos, se trata de un conocimiento académico que no afecta su vida. Ellos, observa, son “grandes especialistas que pueden decir dónde nace el Mesías” pero “no se sienten invitados a ir”. La noticia “no toca su vida, permanecen fuera. Pueden dar información pero la información no se convierte en formación para la propia vida”.


“Y así, también en nuestro tiempo, en los últimos doscientos años, observamos lo mismo. Hay grandes eruditos, grandes especialistas, grandes teólogos, maestros de la fe que nos han enseñado muchas cosas. Han penetrado en los detalles de la Sagrada Escritura, de la historia de la salvación. Pero no han podido ver el misterio mismo, el verdadero núcleo: que éste Jesús era realmente el Hijo de Dios, que el Dios trinitario entra en nuestra historia, en un determinado momento histórico, siendo un hombre como nosotros”. “Se podrían enumerar con facilidad los grandes nombres de la historia de la teología de estos doscientos años, de los cuales hemos aprendido mucho pero que no han abierto los ojos de su corazón al misterio”.


El Papa se refirió a “un modo de usar la razón que es autónomo, que se pone por encima de Dios, en toda la gama de las ciencias, comenzando por las ciencias naturales donde un método que se adopta para la investigación de la materia debe ser universalizado: en este método, Dios no entra, por lo tanto, Dios no existe”. Y fue aún más severo con cierta teología que mortifica lo divino y de la cual explica sus defectos con una eficaz imagen:


“Se pesca en las aguas de la Sagrada Escritura con una red que permite sólo una cierta medida para los peces, y todo aquello que está más allá de esta medida no entra en la red y, por lo tanto, no puede existir. Y así, el gran misterio de Jesús, del Hijo hecho hombre, se reduce a un Jesús histórico, realmente una figura trágica, un fantasma sin carne y hueso, uno que ha quedado en el sepulcro, está corrompido, es realmente un muerto”. Se trata de un método que “sabe pescar ciertos peces pero excluye el gran misterio porque el hombre se hace él mismo la medida y tiene esta soberbia que, al mismo tiempo, es una gran necedad, que absolutiza ciertos métodos que no son aptos para las grandes realidades (…) Es la especialización que ve todo los detalles pero ya no ve la totalidad”.


La historia de la Iglesia, sin embargo, está repleta de hombres y mujeres capaces de reconocer su pequeñez frente a la grandeza de Dios, capaces de humildad y de llegar a la verdad. Y de esta larga lista, Benedicto XVI cita algunos nombres:


“Desde Bernadette Soubirous a Santa Teresa de Lisieux, con una nueva lectura de la Sagrada Escritura, no científica, sino entrando en el corazón de la Sagrada Escritura, hasta los santos y beatos de nuestro tiempo: sor Bakhita, madre Teresa, Damián de Veuster. Podríamos nombrar muchos”. “A los pies de la cruz está la Virgen, la humilde esclava de Dios y la gran mujer iluminada por Dios. Y está también Juan, pescador del lago de Galilea, aquel Juan que la Iglesia llamará justamente ‘el teólogo’. Porque realmente ha sabido ver el misterio de Dios y anunciarlo. Con ojos de águila entró en la luz inaccesible del misterio divino. Así también, después de su resurrección, el Señor, en el camino hacia Damasco, toca el corazón de Saulo, que es uno de los sabios que no ven. Él mismo, en la primera carta a Timoteo, se llama ignorante en aquel tiempo a pesar de su ciencia. Pero el Resucitado lo toca. Se queda ciego y se convierte realmente en alguien que ve. Comienza a ver. El gran sabio se hace pequeño y precisamente así ve la necedad de Dios que es sabiduría, sabiduría más grande que todas las sabidurías humanas”.


“En este momento – afirmó el Papa - queremos rezar para que el Señor nos dé esta humildad verdadera. Que nos conceda la gracia de ser pequeños para poder ser realmente sabios. Que nos ilumine y nos haga ver su misterio del gozo del Espíritu Santo, que nos ayude a ser verdaderos teólogos que pueden anunciar su misterio porque hemos sido tocados en la profundidad de nuestro corazón y de nuestra existencia”.

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9 comentarios

  
Eleuterio
!Qué gran análisis del Papa!

Cuántos que yo me sé se han de ver retratados en las palabras de Benedicto XVI, que son los mismos que no verán ni, aún, quedándose ciegos antes porque su ceguera es de corazón.
01/12/09 11:03 PM
  
Francisco Rodriguez
Las palabras del Papa me reconfortan. Llevo media vida sufriendo con los dichosos teólogos que vacían de contenido la figura de Jesús, Hijos de Dios. Cada vez que leo algunos de los libros en boga pienso que ellos o yo debemos estar equivocados.Gracias por traer aquí las palabras del Papa que cumplen con su misión de confirmarnos en la fe.
01/12/09 11:05 PM
  
Francisco Rodríguez
El evangelio de hoy 1º de diciembre responde perfectamente a esto: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. (Lucas 10,21-24)
01/12/09 11:10 PM
  
Miguel Serrano Cabeza
El Papa habla de la "modernidad", simbólicamente inaugurada con el Siglo de las Luces y la Revolución Francesa ("en nuestro tiempo, en los últimos doscientos años").

Supone sabido que en la naturaleza humana, aunque la culpa del Pecado Original es borrada por el Bautismo, la pena hace que el corazón tienda al pecado y la mente al error.

Por eso nos advierte que la teología como forma de acercamiento racional a Dios, si no quiere extraviarse en infinidad de errores, no puede prescindir de la búsqueda personal de Dios, cuyo fruto es la santidad de vida.

El Papa acaba de referirse implícitamente al "modernismo".

La Fe no sólo es un sentimiento o una forma de pensar. Es, además, una forma de vivir que lleva aparejada una forma de conocer. Una forma de conocer que no está relacionada con la opinión de los hombres sino con la Verdad que procede de la Palabra que nos trae el Espíritu.

ADVENIAT REGNVM TVVM
01/12/09 11:37 PM
  
rastri
Supone sabido que en la naturaleza humana, aunque la culpa del Pecado Original es borrada por el Bautismo, la pena hace que el corazón tienda al pecado y la mente al error.
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-La culpa sí. Más no la consecuencia de ésta que es la muerte y el dolor. Y de aqui, no sólo que el corazón tienda al pecado y la mente al error: Sino toda la Naturaleza Humana, individual o en colectividad se vea acosada al error.

Y aquí cómo comprender la razón del resucitar.
02/12/09 1:16 PM
  
Yolanda
No he leído de la Homilía entera. He leído el texto que aqui se cita y tal como aquí se cita. Lo que me pregunto es si se está interpreteando la Homilía conforme a la intención del Papa. Y cuando digo que me lo pregunto es literalmente así, porque no he escuchado el tono de lo que es, por su propia naturaleza, oral, ni los fragmentos que faltan, etc.

Al leer el texto que aquí se reproduce, em he acoraddo inmediatemente de una lectura de mi adolescencia. Se trata de Uno y el Universo de Ernesto Sábato, una obra de juventud, de 1945, del entonces muy joven físico y pensador Sábato, aún no novelista.

Copio unos fragmentos del texto evocado:

Un ictiólogo que quiere estudiar los peces del mar y "... con ese fin arroja su red al agua y extrae una cantidad de peces diferentes; repite la operación muchas veces, inspecciona su pesca, la clasifica de forma científica y resume sus resultados en 2 leyes:

1) No hay pez menor de 5 cm. de largo.

Esta afirmación es correcta en lo que se refiere a su pesca y supondrá que seguirán siéndolo cada vez que repita la operación. El reino de los peces es el mundo físico, el ictiólogo es el hombre de ciencia, la red el aparato cognoscente.

Dos espectadores observan al pescador sin decir nada, hasta que ha formulado sus leyes. Entonces uno hace el siguiente comentario:

Usted afirma en su ley que no hay peces que tengan menos de cinco centímetros. Creo que esa conclusión es una consecuencia de la red que usted emplea para pescar; el cuadro de la red no es apto para pescar peces más cortos, pero de ahí no puede concluir que no hay peces más cortos.

El ictiólogo ha escuchado esta manifestación con desprecio, porque pertenece a la nueva clase de hombres de ciencia: opina que la ciencia debe ocuparse solo de observable, por ello le responde:

- Cualquier cosa que no sea pueda pescar con mi red está ipso facto fuera del conocimiento de la ictiología y no me interesa. Yo llamo pez a lo que es capaz de pescar mi red, y a esa clase de seres les viene muy bien mi primera ley. Los "peces" a que usted hace referencia son peces metafísicos. No me competen.

Hasta este momento, el físico mirará con simpatía la opinión acerca de que la ciencia debe ser construida usando sólo los entes observables. Pero se indignará, al aparecer el segundo espectador:

- He oído su conversación con el otro espectador y me apresuro a manifestarle mi simpatía. Creo, en efecto, ocioso discutir sobre peces que no puedo pescar, sobre todo si se trata de ictiología y no de metafísica. Ahora bien: usted formula sus leyes por el tradicional método de examinar la pesca. ¿Puedo sugerirle un método más eficaz ?

- No tengo inconveniente, aunque dudo de que exista - responde el ictiólogo, con desconfianza.

- ¿No cree que podía haber establecido su ley con sólo examinar la red?. No ha observado que el cuadro tiene justamente cinco centímetros?En esas condiciones, usted puede afirmar a priori y de una vez por todas que jamás tendrá peces que tengan menos de cinco centímetros. La ley obtenida mediante el examen de la red no le fallará nunca, es necesaria y universal, es la ley por excelencia.

El primer espectador es un metafísico que desprecia la ciencia a causa de sus limitaciones; el segundo es un epistemólogo que cree poder ayudar a la ciencia a causa de sus limitaciones." ...


Bien. El Papa usa la misma imagen de la red como aparato cognoscente. Y parece ser que fue duro con quienes, siendo teólogos católicos, tienen “un modo de usar la razón que es autónomo, que se pone por encima de Dios, en toda la gama de las ciencias, comenzando por las ciencias naturales donde un método que se adopta para la investigación de la materia debe ser universalizado: en este método, Dios no entra, por lo tanto, Dios no existe”

Un método en el que Dios no existe obviamente no es un método católico. Pero la autonomía de la ciencia puede ser admitida, reconocida y "usada" como método previo por católicos sin que ello implique destrozo alguno para la fe. En resumen, no es casualidad que el joven -hoy ancianísimo- Sábato y el Papa(y no pretendo comparar) empleen la misma imagen dura con la presunta neutralidad moral de la ciencia.

Es que, a lo mejor, una cosa noq uita la otra, qunque es absolutamente exigible a quien confiese su pertenencia a la Iglesia y más si pertenece a su clero que, como científico y/o como Teólogo no hagan de la autonomía de la ciencia principio y fin de sus investigaciones.
02/12/09 5:08 PM
  
Yolanda
Lamento la extensión. No era posible abreviar más. con no leerlo si no se quiere...
02/12/09 5:09 PM
  
Guillermo Juan Morado
Buen texto, el de Sábato.
02/12/09 8:35 PM
  
Yolanda
Bueno, lo he abreviado, sin alterar lo esencial
02/12/09 8:54 PM

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