Cuando el que esto escribe tuvo que escoger una cita para empezar la comunicación que, en su día, presentara al Congreso Católicos y Vida Pública no tuvo más remedio, dado el tema del Congreso y la misma comunicación (“Relativismo y sustitución de Dios”) que echar mano de una que se encontraba en un libro titulado “Mil y un pasos en el Camino de la Esperanza” y que había sido escrito por el Cardenal Francisco Xavier Nguyen van Thuan.
Decía la misma lo siguiente: “Dices que todo es más o menos lo mismo y que estás listo para cualquier compromiso/ Entonces ¿por qué ruta vas a caminar?/ ¿Te vas a unir a varias Iglesias?/ ¿Te vas a acomodar a todas las morales y vas a ajustarte a todas las conciencias?” y expresa, a la perfección, el sentido verdaderamente desnortado que muchas personas, que se dicen creyentes, pueden estar recorriendo.
El cardenal Van Thuan retornó a la Casa del Padre el 16 de septiembre de 2002 pero nos dejó, para los que creemos en la esperanza y en la no pérdida de la fe, textos como el que hoy traigo aquí.
El título del mismo es, exactamente, lo que dice: el efecto de una forma milagrosa de vivir y de sentir la fidelidad a Dios y a una misión que, con gozo, llevó a cabo.
A lo largo de los años, 13, que pasó en la cárcel tuvo que mantener la fe contra muchos de los obstáculos que se le ponían como, por ejemplo, tener que celebrar la Santa Misa sirviéndose de unas cuantas gotas de vino puestas en la palma de la mano y hacerse una cruz, que pasó a ser pectoral que siempre llevaría colgada, a base de una madera que fue capaz de obtener de parte de un guardián.
Así, la experiencia de la fe acrecentó el sentido perenne de la fe que sostuvo al Cardenal van Thuan y como aquel joven que diera lo que tenía, cinco panes y dos peces, para que Jesucristo hiciera el tan conocido milagro de la multiplicación de tales alimentos, elabora una manifestación de fe relativa, por ejemplo, a estar preso por Cristo y vivir el momento presente, la distinción entre Dios y las obras de Dios, tener a la oración como punto firme en la vida del creyente, saber que la Eucaristía es la fuerza primordial del creyente, tener el amor hasta la unidad como el Testamento de Jesús, tener a María Inmaculada como su primer amor y, por último, la elección personal por Jesús.
En tales aspectos, pues, se resumen los cinco panes y dos peces.
Sin embargo, en el texto de Van Thuan hay algo que no me resisto a referir porque es la clave de una vida y de una fe. Son la experiencia de seguir a Jesús y lo concreta en 24 puntos:
- Tú quieres hacer una revolución: renovar el mundo.
- Comprométete en una campaña que tenga como fin hacer felices a todos.
- Permanece fiel la idea de un apóstol: “dar la vida por los hermanos”.
- Grita un solo eslogan: “Todos uno”.
- Cree en una sola fuerza: la Eucaristía.
- Viste un solo uniforme y habla un solo lenguaje: la caridad.
- Mantente en un solo principio-guía: la oración.
- Observa una sola regla: el Evangelio.
- Sigue lealmente a un solo jefe: Jesucristo y sus representantes: el Santo Padre y los obispos, sucesores de los apóstoles.
- Cultiva un amor especial por María.
- Tu única sabiduría será la ciencia de la cruz.
- Conserva un solo ideal: estar vuelto hacia Dios Padre, un Padre que es todo amor.
- Hay un solo mal que temer: el pecado.
- Cultiva un solo deseo: “Venga a nosotros tu
- Reino, hágase tu voluntad en la tierra como el en el cielo”.
- Una cosa te falta: “Anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme”.
- Usa para tu apostolado el único método eficaz: el contacto personal.
- Sólo hay una cosa verdaderamente importante: “María, ha elegido la mejor parte”.
- Tu único alimento: “La voluntad del Padre”.
- Para ti el momento presente es el más hermoso.
- Tienes una “carta magna”: las bienaventuranzas.
- Ten un sol objetivo importante, tu deber.
- Ten un solo modo de hacerte santo: la gracia de Dios y tu voluntad.
- Una sola recompensa: Dios mismo.
- Tienes una patria:
“El Señor te lo enseña.
La Iglesia te lo pide.
¡Qué el amor por tu país pueda ser un todo
con la sangre que corre por tus venas¡
El Cardenal van Thuan predicó en el año 2000 los Ejercicios Espirituales de Juan Pablo II Magno. Los tituló “Testimonio de Esperanza”, de los cuales, este libro es, posiblemente, un buen fruto y estos concretos puntos, un buen programa de vida para todo católico.
Y ya para terminar, cuando se lee un libro con intención de decir algo sobre el mismo, se debe hacer una recomendación de a qué tipo de personas puede ir dirigido. En este caso particular deberían ser las siguientes:
- Para todas las personas que sientan una fe fría y no sepan cómo llevarla a buen puerto.
- Para todos aquellos creyentes que, considerándose hijos de Dios, se sientan perdidos y las dudas sobre su fe les asalten.
- Para los que quieren conocer cómo la fe puede pervivir en tiempos de tribulación.
- Para los que necesiten razones para amar a Jesucristo.
- Para todos aquellos creyentes que, en definitiva, quieran mantener una fe viva que supere todas las incomprensiones y todas las asechanzas del Maligno.
Eleuterio Fernández Guzmán