Comentario de: Guillermo Gonzalez and Jay W. Richards, The Privileged Planet. How our place in the cosmos is designed for discovery, Regnery Publishing Inc., Washington DC, 2004.
1. Introducción
Los autores del libro son dos: Guillermo González, Ph. D. en astronomía, y Jay W. Richards, Ph. D. en filosofía y teología. González es un prestigioso astrónomo, que ha publicado más de 60 artículos científicos revisados por sus pares. Richards, Vicepresidente del Discovery Institute, ha publicado varios libros sobre temas científicos, filosóficos y teológicos.
En las dos primeras Secciones del libro (o sea, en los Capítulos 1-10), los autores, recurriendo a muchísimas evidencias científicas, algunas de ellas recientes, demuestran que nuestro ambiente local (centrado en la superficie terrestre y el tiempo presente) es excepcional y probablemente rarísimo, tanto con respecto a su habitabilidad como con respecto a su mensurabilidad. Más aún, esas evidencias sugieren que en nuestro universo esas dos propiedades (habitabilidad y mensurabilidad) están unidas, de modo que los lugares altamente improbables que están mejor equipados para la existencia de observadores inteligentes también proveen las mejores condiciones globales para la investigación científica del universo. En la Sección 3 (Capítulos 11-16) los autores exploran las implicaciones de los resultados alcanzados en las Secciones 1 y 2.
2. El principio copernicano
La mayoría de los científicos contemporáneos asume como un postulado básico el llamado «principio copernicano». En resumen, este principio establece que los seres humanos no ocupamos un lugar privilegiado en el cosmos. Este libro excepcional, de gran erudición científica, es una minuciosa refutación del principio copernicano.
Los autores distinguen dos principios diferentes: el principio cosmológico, que es un principio de uniformidad del universo, y el principio copernicano, que es un principio de mediocridad, referido a nuestra ubicación o importancia dentro del universo.
Según González y Richards, el principio cosmológico establece que a escalas muy grandes el universo es homogéneo e isótropo, es decir que la materia está distribuida de un modo parejo y que el universo luce igual en todas las direcciones. Esta hipótesis permitió a Einstein aplicar la relatividad general al universo en su conjunto.
Por su parte, el principio copernicano circula en dos variantes muy relacionadas entre sí. La variante modesta dice que deberíamos asumir que no hay nada especial o excepcional en el lugar o el tiempo que ocupamos en el cosmos. Esta forma del principio copernicano, aunque hasta hace poco podía parecer bastante plausible desde el punto de vista científico, hoy se encuentra gravemente amenazada por las múltiples evidencias científicas que aduce el libro comentado. Por otra parte, la variante audaz del principio copernicano dice que los seres humanos no estamos aquí por un propósito, que el cosmos no fue diseñado con nosotros en mente y que nuestro status metafísico es tan insignificante como nuestra ubicación astronómica.
El principio copernicano, en sus dos variantes, está fuertemente influido por la interpretación naturalista de la «revolución copernicana». Como veremos enseguida, esa interpretación asume que el desarrollo de la ciencia completó lo que Copérnico había iniciado, quitando sucesivamente a la Tierra, el Sol, el Sistema Solar y la Vía Láctea, no sólo del centro geométrico del universo, sino también de su «centro metafísico», por así decir. La obra de González y Richards es una concienzuda crítica del principio copernicano en sus dos variantes y también de la pertinencia de dicha interpretación desde el punto de vista histórico.
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