Vitalizar la fe - Temas de formación para laicos (Javier Igea López-Fando y Pablo Cervera Barranco)
Título: Vitalizar la fe - Temas de formación para laicos
Autores: P. Javier Igea López-Fando y P. Pablo Cervera Barranco
Editorial: Monte Carmelo
Páginas: 158
ISBN: 978-848-8353-510-3
Año edición: 2012
Precio: 13€
Lo puedes adquirir en Editorial Monte Carmelo
Es más que sabido que la fe hay que cultivarla y que no podemos mantenernos en una que lo sea infantil. Si el cuerpo humano crece y se desarrolla, también lo ha de hacer nuestra creencia y el contenido de la misma. Formarse, pues, es esencial (por lo básico) y elemental (por lo necesario)
Los autores de “Vitalizar la fe - Temas de formación para laicos“, sacerdotes, cumplen con el título tal como dicen: vitalizan nuestra fe ayudándonos, a los laicos, a formarnos en nuestra fe. Y lo hacen de una forma muy práctica y, por eso mismo, útil. Es decir, no nos encontramos ante un sesudo libro en el que se nos maree con doctrinas difíciles de entender sino, al contrario, con uno que lo es sencillo de comprender pero no escaso, y mucho, de profundidad.
Nos dicen, por eso mismo, en el libro, sus autores (Presentación) que “el planteamiento latente en todos los temas es formativo pero con la vista puesta en la vida”. Y más adelante, que “Al final de cada tema, que sirve para una reunión de hora y media o dos horas, se adjuntan unas preguntas que pueden servir para el diálogo, la participación y el compartir de la fe”.
El libro, pues, es eminentemente prácticoy puede servir para organizar reuniones de laicos en los que tratar una serie de temas de importancia radical para nuestra fe y saber a qué atenerse al respecto de los mismos. Así, desde la pregunta ¿Qué es creer? hasta un tema tan importante como el ateísmo, van pasando por sus páginas asuntos tan importantes como son, por ejemplo, la fe de la Iglesia o los fundamentos de la fe. Además, analiza, según el sistema aquí citado, una trilogía crucial para el conocimiento de nuestra fe como es la creencia en Dios Padre, en Jesucristo y en el Espíritu Santo.
Por otra parte, y en atención al contenido del número 144 del Catecismo de la Iglesia Católica, en que “nos propone a Abraham como modelo perfecto de la obediencia de la fe, y a la Virgen María como realización más perfecta de la misma” (p. 127) se analizan ambas figuras de la historia de la salvación.
Pero, como hemos dicho arriba, este libro del P. Javier Igea y del P. Pablo Cervera es un instrumento de formación de una importancia no pequeña. Por lo que dice y por cómo lo dice, debe ser tenido en cuenta por aquellos laicos que quieran tener un conocimiento de su fe no pequeño.
Y la formación, como se adquiere acercándose lo más posible a los conocimientos que expresan aquellos que los tienen, se procura, por ejemplo, cuando se nos dice que “nuestra alma viene directamente de él en el momento de la concepción; de ahí nuestra gran dignidad” (p. 21) y se refiere, aquí, a Dios, de Quien parte toda vida; o, otro ejemplo, que “sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo” (p. 26).
No es poco, por lo tanto, lo que el P. Javier Igea y el P. Pablo Cervera, nos ayudan a vitalizar nuestra fe y a darle, pues, vida pues nos transmiten, con lo que han escrito, ganas tremendas de confesar nuestra creencia y de reconocernos en un mundo donde, por el creciente proceso de secularización y de paganización, las cuestiones aquí traídas son muchas veces minusvaloradas cuando no despreciadas. Por eso es crucial reconocer que “la fe es gracia y la fe es cierta” (p. 33) y que “la razón por la que Dios se abaja es la de elevar al hombre hasta sí” (p. 34) porque, al fin y al cabo, “la revelación de Dios está orientada a la salvación del hombre” (p. 34).
Por si esto no fuera, ya, suficiente, es muy importante que se nos diga a los laicos (creyentes a los que, principalmente, va dirigido este libro) que “podemos conocer por la razón la existencia de Dios” (p. 48) y, sobre todo, que “Dios ha dejado huellas de su revelación” (p. 49). Todo ello en aras a una formación espiritual que, desde la raíz misma nos llegue al corazón. Al fin y al cabo, “El acto de fe del creyente es un acto personal; una respuesta libre del hombre a Dios que se le revela. Pero también es verdad que todos los creyentes tenemos la misma fe: es la fe que hemos recibido de la Iglesia” (p. 61).
Por otra parte, ya hemos hecho arriba referencia a la especial dedicación del libro a la Santísima Trinidad. Lo hacen, los autores, seguramente porque saben la trascendencia que tiene para el creyente tener un sólido fundamento de tal misterio (central de la fe y de la vida cristiana). Por eso, se nos dice que “Creer en Dios, el único, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida” (p.81), para, acto seguido, citarlas: “Reconocer la grandeza y majestad de Dios /…/, vivir en acción de gracias /…/; reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres/…/; usar bien de las cosas creadas”. Y, sobre Jesucristo, que “es el Verbo eterno del Padre” (p.94) además de otras muchas verdades que no traemos aquí por razones de espacio. O, ya, por resumir, que “La gran verdad de la fe es que Dios es amor; Dios Padre es amor y Dios Hijo es amor. El Espíritu Santo es el fruto del amor entre Padre e Hijo” (p. 112).
No podemos olvidar, como ya hemos dicho arriba, que el problema del ateísmo también es tratado en este libro. Así, algo que es terrible pero gravemente cierto: “no podemos negar que países y naciones del llamado Primer Mundo entre los que se encuentra España, en los que el bienestar económico y el consumismo –si bien entremezclado con espantosas situaciones de pobreza y miseria- inspiran y sostienen una existencia vivida ‘como si no hubiera Dios’” (p. 143). Por eso, tanto el indeferentismo (p. 146) como el agnosticismo (p.147) o los ateísmos práctico (p. 148) o el teórico (p. 151) son retos graves a los que ha enfrentarse el católico que vive en el mundo aún a sabiendas de que no es de este mundo.
Y en fondo de todo… la Nueva Evangelización (p. 155) que es, en efecto, y según vemos y hemos visto, “la cuestión pastoral más urgente e importante de la actualidad” (p. 156) porque, ciertamente, todo lo que se ha perdido en materia de fe y todo lo que no se ha encontrado, necesita respuesta de parte de aquellos que, formando parte de la Iglesia católica, saben que tienen una misión que cumplir como, por ejemplo y por decirlo pronto, la de la formación propia a través de textos como este “Vitalizar la fe. Temas de formación para laicos”.
Acompañan, además, los temas muchos textos del Catecismo de la Iglesia Católica que sirven para apoyo de aquello que se presenta. Y para los fieles que quieran profundizar en cada uno de los temas, una bibliografía para poder hacer efectiva una formación que cale más aún en el corazón.
Vemos, pues, que este libro tiene, en principio, un destinatario claro que es el laico católico que quiere ahondar en su fe. Pero no es descartable que también para quien no lo sea pero forme parte de la Esposa de Cristo, puede servir de base para mucho de lo que tenga que decir.
Eleuterio Fernández Guzmán
3 comentarios
Por otra parte, ¿podría recomendar otro libre escrito por seglares, solos o en comandita con sacerdotes?
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