Ramadán o el fin del sueño de la neutralidad pública
Este año el Ramadán en Europa ha dado un paso adelante en su cada vez mayor presencia. Los musulmanes han tomado las calles, que previamente habían sido cortadas, para realizar allí sus oraciones, y como predicaban en ellas. Pero este 2025 ha sido también el de la normalización del Ramadán en los campos de fútbol de Europa: en el minuto 8 del partido de Champions entre el Lille y el Borussia Dortmund el árbitro detuvo el juego para que los futbolistas musulmanes pudieran beber y alimentarse (durante Ramadán los musulmanes no pueden comer ni beber hasta la puesta del sol). No ha sido un caso aislado, ni ha ocurrido sólo en la Champions. Inglaterra, por ejemplo, ha sido el primer país en cambiar sus reglas futbolísticas por el Ramadán: si hasta ahora se dejaba la decisión al árbitro, a partir de ahora los partidos se interrumpirán obligatoriamente con una especie de tiempo muerto para los futbolistas musulmanes. Lo mismo ocurre en Bélgica, Holanda o Alemania. En Francia, por el contrario, está estrictamente prohibido por ley hacer esos parones… pero hecha la ley, hecha la trampa. Durante el partido Angers-Mónaco, el árbitro Willy Delajod detuvo el partido en el minuto 13. El motivo, según la Federación Francesa de Fútbol, no fue el Ramadán, sino la lesión del jugador del Angers Himad Abdelli, pausa que fue aprovechada por los jugadores musulmanes de ambos equipos para comer y beber. La nota de prensa posterior fue un monumento a la hipocresía: «Deploramos las acusaciones infundadas difundidas por ciertos medios de comunicación que insinúan que esta lesión fue fingida para permitir la ruptura del ayuno».
Pero no sólo es el espacio público o los estadios de fútbol. Son cada vez más los colegios que ofrecen sólo comida halal: así se evitan el incordio y el sobrecostes de tener dos menús. Y si de los centros escolares pasamos a la universidad, descubrimos que este año la Universidad de Vic ha invitado a todos los estudiantes a que participen en un Iftar comunitario, la comida nocturna con la que se rompe el ayuno diario durante el mes del Ramadán. Aquí parece que las precauciones para mantener las instituciones libres de toda presencia religiosa, que se siguen con tanto celo cuando se trata del cristianismo, no están vigentes.
Algunos se escandalizan o sorprenden, pero no está ocurriendo nada que no se pudiera saber. El Islam es un complejo en el que se funden religión, política, derecho, cultura, un todo que, por su propia naturaleza, es expansivo y excluyente. A medida que vaya contando con más fieles en nuestros países, irá imponiendo su presencia. No será algo optativo, no será algo que podremos evitar, al contrario, tendrá impacto en las vidas de todos, lo queramos o no, también de los no musulmanes. Viviremos cada vez más como lo hacen los cristianos en países de mayoría islámica.
Bien pensado, esta creciente expansión e imposición del Ramadán, que va a condicionar cada vez más nuestras vidas, es la refutación empírica de una ensoñación en la que llevamos mucho tiempo viviendo en Occidente: la neutralidad del Estado, la neutralidad de la vida pública. Habrá que decirlo: esa neutralidad tan proclamada no existe, es una mentira que nos hemos contado a nosotros mismos. Nada es neutral. La misma pretensión de neutralidad es ya parcial, una toma de partido. Lo que ha ocurrido en Occidente es que, como la neutralidad era el modo de llamar educadamente a la exclusión de la religión católica de la vida de los pueblos, algunos han podido pensar que tal neutralidad podía existir e incluso que podía subsistir en el tiempo. En realidad se trataba del vaciamiento de lo cristiano que, no obstante, mantenía, debidamente secularizadas, ciertas marcas de la cristiandad. Por eso el domingo seguía siendo festivo, por eso hay vacaciones en Semana Santa (aunque algunos las aprovechen para irse de vacaciones al Caribe), por eso… Pero ahora aparece otro actor que cambia el terreno de juego y deja en evidencia que aquella neutralidad no era más que la imposición del proyecto de construcción de una sociedad irreligiosa. Y este nuevo actor, el Islam cada vez más presente en Europa por la doble cuña colapso demográfico/inmigración masiva, ya no comparte el tablero en el que hasta ahora jugaban laicismo y cristianismo.
Todo parece indicar que el Islam impondrá sus reglas con cada vez más fuerza, al hilo de su peso demográfico, y que el laicismo irreligioso disimulado bajo capa de neutralidad irá perdiendo cada vez más terreno. El sueño del fin de la historia ha acabado y vamos a despertar en un escenario para el que la mayoría no están preparados.
2 comentarios
Desde comienzos del siglo XXI se vislumbraba la islamización de Europa. Ahora es imparable. Veremos, si Dios quiere, la República Islámica de Francia, de Bélgica, de Alemania, etc.. alrededor del 2030.
Ocho siglos tardó España en deshacerse de los moros. Quizá ahora tarde más.
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