La réplica mariana a Marcelino pan y vino
¿Quién no recuerda Marcelino pan y vino, el libro de José María Sánchez-Silva y su versión cinematográfica protagonizada por Pablito Calvo? No somos muy conscientes del impacto mundial que tuvo en su día: más de treinta traducciones de la historia del niño huérfano que es acogido en un convento de franciscanos y habla con el Cristo del desván. La popularidad de esta obra, publicada en 1953 pero que sigue tocándonos el corazón, le valió a su autor el Premio Andersen, considerado el «premio Nobel de la literatura infantil», convirtiéndole en el único escritor español con este galardón.
Marcelino es un gran libro, pero su autor tenía una espinita clavada: en él no aparece la Virgen María. José María Sánchez-Silva consideraba que tenía, pues, una deuda que saldar con su Madre del cielo y decidió intentar saldarla con una novela en la que la Virgen tuviera aquella presencia que en Marcelino tiene Cristo. De esta idea va a nacer Rosa viva, el libro que Voz de papel acaba de publicar.
¿Acaba de publicar? ¿Pero si Sánchez-Silva falleció hace más de una década? Pues sí, Rosa Viva se comenzó a escribir un año después de la publicación de Marcelino pan y vino y se concluiría en 1964. Su autor estaba encantado e incluso se firmó un contrato de cara a su adaptación cinematográfica. Y sin embargo, por diversas causas, el libro no llego nunca a publicarse (en esta entrada se explica muy bien lo sucedido, aunque subsiste un punto de misterio sin resolver).
El caso es que gracias a un incansable y exquisito editor ya tenemos el libro entre las manos, un libro que su autor caracterizaba así: «No es para niños. No es para protestantes. Sí es la réplica a Marcelino. Sí es el intento de pagar una deuda a María (escamoteada por mí en aquella obra)».
Es verdad que no es para niños. Estamos ante una novela breve pero muy enjundiosa, una novela que nos deja el retrato psicológico de alguien que vaga por la vida sin encontrar un sentido a la misma, alguien sumido en la desesperanza que incluso juguetea (¡y de qué manera!) con la posibilidad del suicidio. La figura de Paolo, el protagonista italo-español, no sólo es muy real, sino que Sánchez-Silva consigue que penetremos en su interior, que entendamos su inverosímil búsqueda.
Porque el otro polo de la novela es María. Una María que sólo de modo excepcional se muestra abiertamente, humilde y sencilla, determinante para salvarle la vida a Paolo. Y no una, sino dos veces. Una María que habla poco (en ocasiones, el lector hubiera querido que se explayara más, pero ésa es una elección del autor y, en definitiva, le funciona bien) y que, en las bellas y emotivas páginas finales, trae a la memoria la voz de su Hijo en Marcelino pan y vino. Una voz que no es estruendosa, que no aturde, pero que llega a lo más profundo de uno (si escuchas con atención).
Estilísticamente, la novela es corta pero se adivina en ella un enorme trabajo, una minuciosa y pulida escritura y reescritura. Los continuos flashbacks, el cuidado léxico, las referencias, los silencios, lo que se dice sin necesidad de escribirlo, todo ello nos muestran una prosa con una calidad a la que, por desgracia, cada vez estamos menos acostumbrados.
Sólo me queda recomendar la lectura de Rosa Viva (recuerden que no es para niños): se lee en unas pocas horas, pero deja una impronta indeleble en quien lo ha leído. Tras leerlo entenderemos mejor cómo nos cuida, discreta pero firmemente, nuestra Madre y también comprenderemos que esto de la vida y de la muerte es un poco diferente de lo que la mayoría de la gente piensa hoy en día.
4 comentarios
Compraré ese libro.
Parece una muy buena recomendación. Gracias por ofrecer esta joya.
María es el camino más fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a Jesús (L.M Grignion de Monfort)
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