La Cristiandad, ¿está viva o ha muerto?
A primera vista puede parecer sorprendente, pero es un hecho: uno de los debates más notorios en 2022 y lo que llevamos de 2023 gira en torno a la Cristiandad. Si se analiza con más detenimiento, la sorpresa se desvanece: estamos hablando del futuro de nuestra civilización, no es poca cosa.
La última aportación al asunto es un documento firmado por Miguel Ángel Quintana Paz con el título «¿Se ha acabado la Cristiandad?» (no dejen de descargárselo y leerlo). Se trata de un texto notable, bien estructurado, que se deja leer con agrado y que incorpora comentarios más ligeros (divertidos incluso) a un análisis de fondo serio. Un buen ejemplo de argumentación que además invita a dialogar y matizar sus tesis. Es lo que voy a hacer aquí, señalar acuerdos y alguna discrepancia.
El texto de Quintana Paz empieza por donde hay que empezar si se quiere que un diálogo no se convierta en mero intercambio de voces cacofónicas: clarificando los términos. La crucial distinción que aquí se nos brinda es la de cristianismo, una religión, por una parte, y Cristiandad, una civilización por otra. En palabras de Quintana, Cristiandad es la civilización «en la que lo cristiano tiene la hegemonía en el campo de las ideas, y por tanto también en la política, las costumbres, la moral, el arte, las tradiciones…».
Esta distinción es clave, la brújula que no hay que abandonar a lo largo de nuestro discurrir sobre el tema. Es la que le permite a Quintana Paz afirmar que «uno puede ser (religiosamente) cristiano sin vivir en una civilización cristiana (sin vivir en la Cristiandad). Y, a la recíproca, una civilización puede ser cristiana sin que todos, o ni siquiera muchos, de sus miembros lo sean: basta con que sus leyes, sus fiestas, su literatura, sus virtudes se vean iluminadas por los principios de tal religión».
A continuación se caracteriza a dos tipos de cristianos a quienes la evaporación de la Cristiandad les parece algo positivo, llamados cristianos «verticales» y «horizontales». Sus rasgos a veces pueden ser algo caricaturescos (Quintana Paz no deja pasar una oportunidad de sacar a relucir su fina ironía)… pero ya nos entendemos: unos viven encerrados en sus capillitas, los otros conciben la Iglesia como una ONG.
Así llegamos al meollo de la cuestión: no hay discusión sobre si existió una civilización que llevó el nombre de Cristiandad, pero ¿sigue existiendo? La Cristiandad, ¿está viva o ha muerto?
El autor se aplica aquí a desgranar y rebatir una serie de malentendidos al respecto. Es muy importante el primero, aquel que sostiene que la Cristiandad precisa de un fervor religioso excepcional. Para el autor, este malentendido procede «de confundir dos cosas: que la Cristiandad sea una civilización que se inspira en los ideales cristianos, por un lado, y que la Cristiandad cumpla el ideal cristiano, por otro. Esa confusión aboca a que, defraudados porque lo segundo anda lejos de conseguirse, se abandone todo interés en defender lo primero». En efecto, la realidad de cada momento puede haberse acercado más o menos al ideal, pero el hecho de vivir en Cristiandad no depende, por ejemplo, del número de personas que abracen la fe cristiana y la vivan con intensidad, sino de si, y volvemos a la primera definición, de si «lo cristiano tiene la hegemonía en el campo de las ideas, y por tanto también en la política, las costumbres, la moral, el arte, las tradiciones…».
En este sentido, abunda Quintana Paz, «Nuestra civilización puede ser cristiana aunque pululen en ella actitudes, palabras, incluso vidas poco cristianas. Basta con que la hegemonía cultural la tenga el mensaje cristiano».
El segundo malentendido es concebir la Cristiandad del pasado como «tremendamente cristiana o pujante». Hubo de todo. Momentos álgidos… y momentos de frialdad y decadencia. Algo que cualquiera con un poco de interés en nuestra historia detectará fácilmente.
Llegamos así a la tesis sostenida por Miguel Ángel Quintana Paz: «La Cristiandad sigue con vida, mas sin duda anda maltrecha y amenazada».
Es justo aquí, no antes ni tampoco después, donde me surgen las dudas. Obviamente, si las civilizaciones son mortales, no nacen ni mueren de golpe. Estamos hablando de procesos largos y progresivos, tanto para cristalizar (lo que llaman «siglos oscuros» de tránsito de Roma a la Cristiandad) como para perecer. En el caso del proceso de decadencia y muerte de una civilización pueden aparecer bolsas de resistencia, de vitalidad, mientras que una civilización, nueva y diferente, va imponiendo su hegemonía y parasitando a la anterior.
Quintana Paz basa su tesis en que «La Cristiandad continúa con nosotros, aunque maltrecha, porque aún no hay un pensamiento que haya desplazado por completo la tradición filosófica que le proporcionó su médula». Y añade: «Todavía quedan muchas personas en Occidente que creen que existe la verdad, y que alcanzarla importa, aunque sea difícil».
Sobre lo primero, tengo fundadas dudas. Es cierto que los sustitutivos son en la mayoría de las ocasiones de una trivialidad que asusta, pero lo cierto es que son los dominantes. El pensamiento cristiano ya no es el dominante en nuestras sociedades occidentales.
Sobre lo segundo, atendiendo a los criterios antes expuestos por el propio Quintana Paz, es irrelevante. No importa que queden muchas personas o que, como dirá a continuación, «no a todos ha seducido… Muchos seguimos pensando que la razón es nuestra aliada en la búsqueda del Bien y de la Belleza. Muchos seguimos acudiendo a San Agustín, a Santo Tomás de Aquino…». Magnífico, pero no es ésta de la cantidad la cuestión que estamos tratando de dilucidar aquí.
La cuestión, recordémoslo una vez más, es si «lo cristiano tiene la hegemonía en el campo de las ideas, y por tanto también en la política, las costumbres, la moral, el arte, las tradiciones». A mí me parece que no.
De hecho, uno de los argumentos que Quintana Paz da para justificar su tesis de que «la Cristiandad continúa con nosotros» es que «aún habita entre nosotros la idea de que la fuerza de la ley debe estar por encima de las fuerzas de quienes nos manden», aunque luego matiza que «Bien es verdad que hoy muchos nos dicen que la ley no debe ser igual para todos; que si eres mujer debes tener privilegios sobre los hombres; que si eres gay o trans no debes someterte a probar tus acusaciones, sino que son aquellos a los que acuses quienes deberán probar su inocencia». Pero es que el problema no es que sean muchos quienes nos lo dicen, sino que la ley vigente ya es así. Una vez más, el que seamos «muchos los que nos resistimos a tirar por la borda esa idea de justicia que hemos ido puliendo en Occidente a lo largo de los siglos» (y yo soy uno de ellos) no es aquí lo relevante. Lo relevante es que nuestras leyes ya reflejan, con independencia del número de personas que hayan asumido esa concepción, una noción de justicia ajena a lo cristiano.
Insisto: por supuesto quedan muchas personas cuya cosmovisión es cristiana, por supuesto quedan costumbres, tradiciones, ideas morales, instituciones, obras de arte e incluso alguna que otra ley que aún se nutren de lo que fue la Cristiandad, pero con independencia del número de quienes piensan y viven «en cristiano», me parece evidente que lo cristiano, en la actualidad, no tiene la hegemonía en el campo de las ideas (otra cuestión, diferente, es si, a partir de esos restos es posible reconstruir la Cristiandad y por qué vías).
En definitiva, compartiendo toda la argumentación de Miguel Ángel Quintana Paz, llego a la conclusión contraria e incluso, temerario yo, creo que el propio Quintana Paz me daría la razón (con matices, tampoco seamos tan pretenciosos). Ya tenemos tema de conversación.
18 comentarios
Interesante la alusión de un comentarista a Chesterton y los ideales cristianos que se han vuelto locos. No lo perderé de perspectiva a lo largo del análisis.
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1. Lo primero es definir qué es la Cristiandad, porque un extraterrestre no es, ni una ideología, ni una filosofía, ni una arquitectura, ni una literatura, ni un ciencia, ni una poesía, etc.
2. La Cristiandad es la civilización que tiene por centro a Cristo Rey, la sacralidad en el orden temporal, el vivir en el mundo ordenado por el reinado social de Cristo para la vida eterna.
3. Reinado social de Cristo Rey en los sacerdotes, gobernantes y jueces.
4. ¿La Cristiandad en la Iglesia? Por partes cada vez más reducidas.
5. ¿La Cristiandad en los gobernantes? No estoy seguro si contados con los dedos de la mano.
6. ¿Cristiandad en los jueces? Donde se aprueban leyes anticristianas, por su puesto que no.
7. Con respecto a la arquitectura eclesial, dejan mucho que desear las Iglesias modernas con respecto a los detalles hacia la Sacralidad. Hasta hoy no he descubierto un edificio moderno, de la década de los 60, en la que se representa a una serpiente perfectamente cuya lengua se parece a una representación aterradora de la Resurrección al modo masón. Fíjense en el interior de la Sala de Audiencias Pablo VI o Sala Nervi, desde la puerta de enfrente al monumento de La Resurrezione de Fazzini, que representa a Jesús elevándose por encima del cráter de una bomba nuclear en el huerto de Getsemaní, y hagan una foto y observen el momento y la fotografía: una serpiente. No me dirán que la arquitectura de este edificio y de muchos otros modernos no representan el momento actual de la Cristiandad, incluso en el mismo corazón de la misma.
www.alamy.es/una-visita-al-corazon-del-vaticano-el-estado-mas-pequeno-del-mundo-la-sala-de-audiencias-pablo-vi-en-el-vaticano-el-6-de-mayo-de-2007-foto-de-eric-vandeville-abacapress-com-image397647746.html?imageid=46440278-681B-48D2-9F73-C762D2AE618D&p=1366776&pn=1&searchId=93380c955d1e99e04b7b662779e98ba4&searchtype=0
www.alamy.es/foto-iglesia-de-nuestra-senora-de-fatima-en-lisboa-un-ejemplo-de-arquitectura-modernista-portugues-34392887.html
https://adelantelafe.com/monstruos-santuario-fatima/
www.alamy.es/foto-la-mayoria-de-la-iglesia-de-la-santisima-trinidad-en-fatima-leiria-portugal-50557295.html?imageid=D4D60AA6-0808-4D91-AF17-D13055DBC566&p=51604&pn=1&searchId=51e3a1f584b5a9850e1935dfa5c960ba&searchtype=0
https://nuevecuatrouno.com/2022/09/16/video-iglesia-critica-video-rioja-turismo-danzas-altar/
www.jotdown.es/2015/03/las-treinta-y-tres-iglesias-mas-espeluznantes-de-madrid/
https://www.elperiodico.com/es/distritos/20121031/templo-vanguardista-meridiana-2238682
www.alamy.es/imagenes/moderna-basilica-de-guadalupe.html?sortBy=relevant
Etc.
No me dirán que no tiene relación la arquitectura como expresión de la civilización contemporánea. Esto me recuerda el terror que vivían los súbditos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sólo con ver la arquitectura ambiental de los nuevos barrios.
El siglo xix y el siglo xx han sido demoledores para la cristiandad, que ha ido siendo doblegada (bien lo sabía Lenin) mediante violencia y mentira sin tregua. Violencia y mentira que son la seña de identidad del diablo, aquel que es homicida y mentiroso desde el principio. El príncipe de este mundo reclama su trono.
Violencia y mentira que han sido proclamadas con eufemismos como revolución, libertad, progreso, primavera de los pueblos, emancipación,
iluminación...
Si al menos el papado y el Vaticano se hubieran mantenido firmes en la defensa de la tradición y el magisterio perennes, si hubieran mantenido la unidad en la Iglesia, si hubieran combatido contra el mal para defender al mundo, podría aún hablarse de una cristiandad en minoría o de una cristiandad acosada, pero ya no hay tal, hasta los cristianos tienen una visión masónica del mundo y de la vida, con honrosas excepciones.
Y no empieza todo con el Renacimiento. O si, pero con otros renacimientos distintos al del siglo XV. Fundamentalmente a partir del siglo XI, con especial mención al siglo XIII. El siglo de Alberto Magno y Santo Tomás, de San Francisco de Asís y de Alfonso X. el sabio, de las universidades, la revolución agraria y la revolución industrial medieval. Un pleno medieval apasionante, arrollador, que produce el progreso en todo tipo de artes: metalurgia, vidriería, naútica, cartografía, astronomía, derecho, arquitectura, maquinaria ...
Esto hablando solamente de los aspectos puramente civilizatorios. Nunca mas la leyenda negra. Aunque eso no significa, por supuesto, que en esa época todo el mundo viviese en gracia del Señor y no se cometiesen todo tipo de atrocidades.
Para el autor queda algo de la Cristiandad porque ésta, si le entiendo bien, viene a describirse como componente o sustrato cultural de la vida social, con tal de que ese componente o sustrato cristiano, aunque no sea ya exclusivo, conserve la hegemonía.
Pero entonces, incluso en los limitados términos propuestos por el autor, la Cristiandad ha muerto. Lo que queda de cristiano como componente o sustrato cultural de la vida social no es ya hegemónico. Al contrario, es marginal.
Todavía más claro y rotundo si la Cristiandad se describe, de modo más exigente y riguroso, como comunidad política en que se rinde público culto católico a Dios y las instituciones, costumbres y leyes son impulso y catalizador para la verdad y el bien.
En otras palabras, donde la comunidad política adhiere a la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo e inspira en ella sus leyes y medios de acción. En suma, el reinado social de Cristo.
Entonces es todavía más manifiesto que la Cristiandad ha muerto, ya que la religión es hoy asunto puramente privado, la comunidad política no rinde público culto católico a Dios, y las instituciones, costumbres y leyes son impulso y catalizador para el error y el mal. La comunidad política no adhiere a la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo ni inspira en ella sus leyes y medios de acción. En suma, rechaza el reinado social de Cristo.
En palabras de Pío XII:
“De la forma dada a la sociedad, conforme o no a las leyes divinas, depende y se insinúa también el bien o el mal en las almas, es decir, el que los hombres, llamados todos a ser vivificados por la gracia de Jesucristo, en los trances del curso de la vida terrena respiren el sano y vital aliento de la verdad y de la virtud moral o el bacilo morboso y muchas veces mortal del error y de la depravación” .
(Radiomensaje de 1 de junio de 1941)
“La celebración anual de esta fiesta recordará también a los Estados que el deber del culto público y de la obediencia a Cristo no se limita a los particulares, sino que se extiende también a las autoridades públicas y a los gobernantes.
[…] Porque la realeza de Cristo exige que todo el Estado se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos en la labor legislativa, en la administración de la justicia y, finalmente, en la formación de las almas juveniles en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres.”
No se puede decir que la Cristiandad ha muerto , cuándo más de un 60% de la sociedad se declara católico. Otra cuestión es que vayan a Misa los domingos todos los que dicen ser católicos.
En mi opinión ,y en opinión de muchos sociólogos y analistas religiosos ,la Cristiandad dejo de existir durante la primera mitad del siglo XX , cómo consecuencia de la Gran Guerra de 1.914 ,y posterior Segunda Guerra Mundial. Y poco después el Papa Juan XXIII, certificó su defunción con el Concilio Vaticano Segundo.
Ya estaba profetizado en Apocalipsis :20 . Después de un largo periodo de tiempo , denominado " milenio " ; en éste caso ,casi dos milenios ; el Diablo sería soltado de la prisión por un " corto periodo de tiempo " comparado con el largo periodo de tiempo anterior. Satanás el diablo ha salido de la cárcel y está " engañando a las naciones
de los cuatro ángulos de la tierra "......
La Cristiandad se ha quedado reducida a un Remanente Fiel ; pero de ninguna manera ha muerto definitivamente; y volverá a resucitar cuándo llegue el Juicio de Dios al Anticristo ,y a todos los gobiernos y naciones de la tierra. Hay una esperanza de resurrección de la Cristiandad , cuándo después del Juicio Divino ,venga el Reino de Dios a todos los habitantes de la tierra , después del Armageddon.
La Cristiandad es un orden social, político y jurídico que tiene como fundamento y finalidad última la promoción y defensa de la Fe católica. El protestantismo anglosajón pretende una y otra vez posar como heraldo y adalid de la "civilización judeo-cristiana" cuando en realidad es su verdadera antítesis.
El surgimiento de muchas ideologías, las cuales se comen el terreno unas a otras, no logra encontrar un sentido común y cada persona queda a la deriva en aras de una supuesta libertad que, en la práctica, es una tiranía disfrazada. El referente que tenemos es personal y subjetivo y, por eso, lo que hay es una hostilidad creciente al pensamiento del vecino, que tampoco es pensamiento, sino una mera opinión, y las virtudes enloquecidas ya perdido su fin último, no distinguen el bien del mal, lo sensible de lo racional, no saben lo que es bello, no saben lo que ético, no relacionan causa-efecto y destruyen el principio de contradicción.
Ha habido otros mundos distintos a la Cristiandad, como el Islam o el Hinduismo, que tienen exactamente los mismos problemas.
Los pueblos para los que llegar al Nirvana era su máxima aspiración fabrican informáticos por un tubo, lo más opuesto a lo que predicaban, y el pensamiento de Gandhi se ha alejado años luz de ellos hasta el punto que su recuerdo empieza a serles desagradable.
Porque la invertebración va más allá de la Cristiandad, es global.
La Cristiandad fue la principal obra temporal de la Iglesia, un orden cristiano vertebrado bajo la diarquía del Papa y el Emperador, de la cruz y la espada o de las dos espadas. A pesar de las muchas imperfecciones y tensiones y luchas entre las dos potestades, inevitables en toda obra humana.
El panorama que sigue lo tomo de Rafael Gambra.
Comienza la Cristiandad en la Antigüedad tardía con la adopción de la fe católica como religión del Imperio romano. Vive su ascensión desde Carlomagno hasta la madurez de las Cruzadas y tiene su cumbre en el gran siglo XIII de Santo Tomás de Aquino, las catedrales góticas, los reyes San Luis de Francia y San Fernando de Castilla etc. Entra en crisis con el nominalismo y el cisma de Occidente y estalla con la rebelión protestante.
Una vez cancelada como orden internacional (la Cristiandad mayor) con la paz de Westfalia de 1648, la Cristiandad pervive disminuida en monarquías y demás estados cristianos, donde la unidad entre religión y comunidad política subsiste, con mayor pureza (desde luego en España, Cristiandad menor) o con pureza inferior, hasta la Revolución francesa y sus efectos venenosos sobre toda Europa y sus proyecciones ultramarinas.
Con el rechazo revolucionario de la unidad entre religión y comunidad política comienzan los tiempos de la coexistencia, los tiempos de la sociedad pluralista y laicista hasta nuestros días.
Pero incluso entonces, escribe Gambra, la Cristiandad subsiste, a escala ínfima, en familias e instituciones cristianas.
Y como ideal político católico, ya que, durante siglo y medio de magisterio antiliberal (desde Pío VI hasta el Vaticano II), los papas no dejaron de recordar los deberes sociales para con la verdadera religión, y se opusieron siempre a la aceptación como tesis del nuevo estado de cosas, aunque como hipótesis pudieran consentirlo o concederlo.
Pero también este ideal de Cristiandad, combatido por toda una estirpe de liberales de signo o adjetivo católico desde Lammenais hasta Maritain, terminó por abandonarse con el Vaticano II y la hecatombe posconciliar.
"La venganza es un plato que se sirve frío" es una afirmación que indica que, para conseguir hacer mal al que mal te hizo puedes tener que esperar mucho tiempo, pero en ese caso no podemos llamar paciencia a esa espera o, al menos, no podemos llamarla virtud.
De ahí las virtudes locas porque todas ellas son potencialmente peligrosas si no se gestionan exclusivamente para el Bien.
Nuestro Dios es un Dios de infinita paciencia :" para Dios un día es cómo mil años ; y mil años es cómo el día de ayer que pasó " . También dijo Dios :" Mía es la venganza ; Yo pagaré " ....
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