Leyendo a Salvador Sostres
Salvador Sostres no necesita presentación. Es de esos columnistas de los que se dice que tienen «voz propia». Una voz que no siempre es agradable, capaz de lo mejor y de lo peor: generosa, mezquina, clarividente, sesgada, luminosa, despiadada, emotiva, hiriente, sencilla, cínica, abnegada, rencorosa… Seguramente por eso hay que leerle, esperando pillarlo en el día bueno.
Acabo de leer su notable libro, Todo irá bien, una cuidada selección de artículos firmados por Sostres y agrupados temáticamente por Pablo Velasco y Pablo Gutiérrez para Ediciones More.
Mientras lo iba leyendo me venía reiteradamente a la memoria aquello que dijo Evelyn Waugh cuando le preguntaron cómo, siendo católico, podía ser tan horrible en su trato con la gente, a lo que el célebre (y genial) escritor inglés replicó a su interlocutor que ni se imaginaba lo peor que sería si no fuera un católico: «sin ayuda sobrenatural apenas sería un ser humano». Algo de esto creo que puede aplicarse a Sostres, alguien que no duda en exponer bastantes de sus heridas (algunas cicatrizadas, las más aún sangrantes), fracasos, animadversiones y miserias, pero que al mismo tiempo es capaz de mostrarnos la belleza y la bondad que emanan de una fe católica que ha conformado su forma mentis y que reconoce como único asidero de salvación en este proceloso mundo, aunque a veces nos parezca inalcanzable.
Hay varios modos de abordar este libro, dependiendo de nuestros intereses. Desde un plano político a otro más personal, centrándonos en su visión de Cataluña y lo que ha supuesto el proceso separatista o en los avatares, lastimosos o esperanzadores, de su vida privada. Aquí quiero señalar la presencia de la fe en sus columnas, que es lo mismo que decir la presencia de la fe en su vida.
Una fe que, lo quiera o no, configura su forma de contemplar la vida y que ha acabado abrazando. Porque si hay algo que le ha enseñado la vida es que, al final, esa fe y la cosmovisión que se desprende de ella, tiene sentido, es verdadera, nos hace mejores, por mucho que nos exija, por mucho que incluso nos llegue a molestar; porque no es complaciente, porque no nos dice que somos magníficos, porque nos recuerda que somos de barro, pecadores, pero que estamos llamados a lo más alto, a lo más sublime, a la santidad. Fueron sus abuelos, en especial su abuela, que tan a menudo aparece en sus columnas, quienes estaban en lo cierto. Sobre sus padres, mejor pasar a otra cosa… por ejemplo a su adorada hija María, a la que debemos algunos de los mejores momentos de Sostres.
Es desde esa mirada cristiana al mundo que Sostres rechaza tantas cosas (el feminismo, la vulgaridad, las modernas academias de baile, la mentira, el Imagine de John Lennon…). Y sí, lo hace de manera visceral, salvaje, sin matices y, si es posible, hiriendo a quien critica. No olvidemos lo de Waugh. Pero porque ama también visceralmente el mundo que nos han legado, ese mundo que los libros llaman civilización cristiana y que sufre hoy un asedio como quizás nunca haya vivido.
Sostres es quien es, no engaña: un niño pijo con gracia para escribir y colmillo retorcido. Y no lo negaré, en dosis no excesivas, esa bilis resulta enormemente divertida, en ocasiones hasta embriagadora. En medio de tanto buenismo como nos rodea, un poco de mala baba se agradece. Pero hay que acompañar a Sostres hasta el final, cuando se ha desahogado, cuando ha pasado el ruido y la furia, cuando ya ha descabezado a todo títere a su alcance. Es entonces cuando, ya tranquilo, aflora esa persona sensible que quiero creer que no mantiene tan escondida en su vida real.
Mientras tanto, nos quedamos con el Sostres acuñador feliz de frases lapidarias que tanto necesitamos para no quedar atrapados en el mundo feliz y tontaina al estilo Mr. Wonderful. Les dejo algunas de esas perlas:
La noche de Fin de Año es el retrete del paganismo, la fiesta soez del exceso más cutre.
El laicismo no es una forma de neutralidad, es una venganza.
Feministas, empezasteis siendo groseras, negando la cortesía y convirtiéndola en un insulto, y luego profanasteis iglesias y vuestros cuerpos con degradantes rayones. Acabasteis propagando la muerte un 8 de marzo, sabiendo perfectamente el atentado que cometíais… Sois fanatismo contra la vida, resentimiento mortífero.
El ecologismo, como el marxismo, ofrece un bien superior que no existe, en nombre de unos cataclismos altamente improbables y a cambio de destruir nuestro modo de vida fascinante y libre, motor de todas las cosas bellas. Estamos más contentos que vosotros, y no podéis sufrirlo.
La memoria no puede ser un fraudulento terreno de juego en el que se intenten ganar partidos que hace mucho que acabaron.
Que la izquierda no tenga ninguna duda de que lo que llevan siglos intentando, que es destruir la familia, no van a conseguirlo. Somos mejores, nos guía el amor y no el odio, Dios está de nuestra parte, y una niña será siempre de su padre. Os vamos a ganar.
12 comentarios
¿Los liberales también son de izquierdas? porque a la hora de destruir la familia no hay mucha distinción entre los marxistoides y liberaloides (ganadores de la II Guerra Mundial). Me parece que confundimos progres y conservadores, derechas e izquierdas, marxistas y liberales... partidistamente y como nos venga en gana. Seamos más rigurosos, que algunos hemos estudiado un poco... Hablemos en propiedad.
Ahora bien, no lo soporto cuando se pone a escribir en modo clasista hablando de lo mucho que se gasta en los restaurantes de lujo a los que va, y de que todos los que no nos gastamos lo que él es porque somos pobres sin estilo ni clase.
En fin, aquí todos a luchar contra Pelagio y Arrio, pero habrá que tener comprensión con un tarado que sale por la tele diciendo que le gustan las adolescentes menores de edad porque el coño aún no les huele a ácido úrico. ¡Cosas veredes, Sancho...!
Leyendo el articulo parece que estén hablando de un León Bloy del s. XXI....
Yo no pago ni un centimo en nada que pueda enriquecer a un tipo tan vulgar
Cuando trabajaba para Avui decía que el castellano era una lengua vulgar y cutre que solamente usaba para hablar con la chacha.
Ahora que trabaja para la derecha españolista pues suelta sus paridas contra la izquierda y los nacionalistas.
Al jugador del Barsa Ansu Fati le dedicó un artículo racista.
En una de sus columnas defendió al asesino del joven afroamericano Trayvor Martin, un chico que iba desarmado deambulando por su barrio y que a un vecino llamado George Zimmerman le pareció sospechoso.
Para la revista JOTDOWN dejó claro su clasismo y cultura: "He ido más veces a ElBulli que libros he leído ".
Un prenda. No me leo un libro suyo ni regalado.
pues a mi, personajes como este figura si me producen desdén. De hecho ni conocía a este tipo, y por lo que se lee de él (gracias a los comentaristas que no a mi paisano barcelonés), ni ganas de saber vida, milagros y miserias. Otro cernícalo que debe brillar entre los mares de vulgaridad en twitter et omnia alia.
Lo que no me deja indiferente y hasta me inquieta, es que alguien pueda sentir atracción por mastuerzos como el reseñado. Y más que se consideren católicos. Soy de las que pienso que no todo vale, aunque parece que nadie está a salvo ya.
Saludo,
Le agradezco que haya usted sabido separar lo sustancial de la paja y que tenga asimilado que en el Credo se nos ordena creer en el perdón de los pecados, algo que nos debería hacer humildes y no creernos puros, alejarnos del fariseísmo en definitiva.
Hoy en REL reproducen un artículo suyo, de Sostres, que merece la pena.
Feliz Navidad.
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