Los Habsburgo: interesante… pero falta comprender la fe
Eduardo de Habsburgo, es embajador de Hungría ante la Santa Sede y, como era de esperar, está interesado en el libro que narra la historia de su familia: Los Habsburgo. Soberanos del mundo. Ha escrito un artículo al respecto en el Catholic Herald que me parece que centra bien los pros y contras de la obra de Martyn Rady: bien documentado, el pero más significativo que Eduardo de Habsburgo le pone deriva de un fenómeno muy actual: la incapacidad de comprender la fe católica. Sin comprenderla, y hablando de historia de Europa, se puede hacer historia muy detallada, e incluso amena y curiosa, pero siempre nos dejaremos lo esencial en el tintero.
Les dejo con la opinión de Eduardo de Habsburgo:
«Si eres un joven Habsburgo en el colegio y surge el tema de la familia Habsburgo, el profesor de historia te mirará y dirá algo como: «Pero obviamente, Sr. Habsburgo, usted ya sabía todo esto.» Toda la clase se girará y te mirará, mientras tú te ruborizas. Y la mayoría de las veces no lo sabes.
No, los Habsburgo no nacemos con un conocimiento innato de nuestra historia familiar, y aparte de algunas trivialidades transmitidas de generación en generación, tenemos que abrirnos camino en nuestra historia familiar como la mayoría de la gente. A menudo los amigos en twitter me preguntan: «¿Hay algún buen libro que debería leer si quiero aprender sobre tu familia?» Lo que me lleva al último libro de Martyn Rady, Los Habsburgo. Soberanos del mundo.
No soy historiador, así que no comentaré los juicios históricos de Rady (bueno, excepto uno o dos). Pero tengo un gran interés personal en esta nueva historia, desde los humildes comienzos de la familia como condes en el área de Suiza y el suroeste de Alemania, hasta la expansión del imperio por toda Europa y finalmente su fin tras la Primera Guerra Mundial. Para ir al grano: este es un libro riguroso, ambicioso y grandioso. Contar la historia de una familia que ha estado entrelazada con la historia europea durante aproximadamente mil años; tratar con un elenco de personajes que incluye cientos de emperadores y emperatrices, archiduques y archiduquesas; moverse por los laberínticos desarrollos de todos los países que los Habsburgo gobernaron (o con los que interactuaron) a lo largo de los siglos; y, sobre todo, hacerlo de manera que cualquiera (incluyendo un joven Habsburgo) lo entienda todo y no pierda el interés - es toda una tarea. Martin Rady lo consigue, hilando un cuento que se lee con enorme interés.
Al leerlo, una y otra vez me encontré entendiendo por primera vez pasajes complejos de nuestra historia familiar - como los dramáticos tiempos de la Reforma y la Contrarreforma - y cómo los miembros individuales de la familia reaccionaron a ellos. Y esto trae a colación a los Habsburgo que antes me eran desconocidos, como Rodolfo el Fundador, Fernando II y Leopoldo I.
Estoy muy agradecido a este libro por arrojar luz sobre los primeros siglos de los Habsburgo, de los cuales sólo tenía una vaga idea. Rady es muy bueno para darle la vuelta a una historia complicada y hacerla parecer clara y fácil. También salpica la narrativa con detalles fascinantes y a menudo espantosos. Por ejemplo, sabía que Rodolfo Habsburgo, nuestra primera contribución al Sacro Imperio Romano Germánico en 1273, hizo trampa en la batalla de Dürnkrut al vencer al rebelde Ottokar de Bohemia. Pero no sabía que expuso el cuerpo conservado de su enemigo en Viena durante medio año para asegurarse de que ningún «falso Ottokar» pudiera reclamar ser él. Rady también te da una clave útil para entender nuestra historia de éxito: «El efecto Fortinbras». Es decir, los Habsburgo eran a menudo los últimos en pie cuando todos los demás habían muerto.
Entonces, ¿es éste el libro para leer sobre la familia Habsburgo? Respondería con un fuerte «sí», pero añadiría tres «peros».
La primera es la fe católica. Rady no parece estar muy cómodo con ella, lo que a veces hace que los casi universalmente piadosos Habsburgo católicos parezcan un poco raros. Por ejemplo, alude al Emperador Maximiliano, quien en su lecho de muerte ordenó que su cadáver fuera desollado, se le rompieran los dientes y fuera expuesto de este modo. Afirma que se trata de la sensibilidad del emperador para los grandes gestos. He estado ante el cuadro del cadáver desfigurado de Maximiliano y no estoy de acuerdo. No fue un gran gesto para la galería, sino un gesto de profunda piedad destinado a hacer pensar a los demás en su mortalidad y recordar que un emperador es «sólo un hombre pecador».
Hay otros momentos en el libro, especialmente antes de que lleguemos al siglo XVIII, en los que la discusión sobre la fe -que siempre ha estado en el centro de la identidad de los Habsburgo- brilla por su ausencia.
En segundo lugar, mientras leía, nunca sentí que estaba conociendo a ninguno de los Habsburgo a un nivel más personal. Por defecto, una cronología como la de Rady debe concentrarse en los grandes desarrollos, las maquinaciones del imperio, las constituciones y las dietas de los diferentes países. Se obtiene una visión inicial de varios miembros de la familia, pero no se «acerca» a ellos. Con algunos personajes se reduce a uno o dos, a menudo extravagantes, rasgos de carácter. Me hubiera gustado conocer más a la «familia real»: los niños, los matrimonios, la vida ordinaria compartida de las familias. Marty habla más a menudo de hijos ilegítimos, aventuras y sífilis.
Por último, estoy muy en desacuerdo con la descripción bastante despectiva de la familia Habsburgo de hoy en día que Rady da en su conclusión. La supuesta mezcla de It girls, ex presentadores de programas de entrevistas, empresarios sospechosos y embajadores de «gobiernos desagradables» no es la familia Habsburgo que conozco. Me gustaría hablarle a Rady de las docenas y docenas de miembros de la familia que como empleados de la ONU, sacerdotes, historiadores, trabajadores de la salud, padres y madres de familia y aquellos en otras innumerables profesiones (sí, también como embajadores) están viviendo los valores fundamentales que la casa de los Habsburgo siempre ha defendido: las buenas relaciones entre los pueblos, la familia y la fe, y la paz.
Con estas tres advertencias, el de Rady es definitivamente «El Libro que hay que leer sobre los Habsburgo».
Como posdata, tengo un mensaje humorístico para Rady de un joven Habsburgo. «¿CÓMO TE ATREVES?» pregunta mi hijo. En el párrafo sobre la Marcha de Napoleón sobre Viena, ¿cómo te atreves a saltar directamente a la batalla de Wagram - y no detenerte en la batalla de Aspern? ¡Esa fue la primera vez que Napoleón fue derrotado en una batalla terrestre - y por un Habsburgo, el incomparable Archiduque Carlos!»
73 comentarios
Aquí pueden ver el de la emperatriz Zita de Borbón-Parma, viuda del beato Carlos de Austria:
https://youtu.be/l6fxpufnoeg
Hungría fue una monarquía sin rey por circunstancias de la vida, como España. Su Serenísima Alteza Miklós Horthy, Regente de Hungría, lamentablemente, nunca abrazó a la Iglesia, aunque Pacelli tuvo en mucha estima a su persona.
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Una vuelta por cualquier periódico generalista de internet asusta por la mediocridad y aplanamiento de los temas, el pesimismo y la monotonía, todo ello rebozado en una buena capa de cinismo rallado y frito con aceite recalentado.
Usted demuestra un espíritu indomable, una resistencia más que notable al aburrimiento y un equilibrio emocional de primera. Si el mundo se apaga por ausencia de espíritu usted morirá como un valiente. Mis felicitaciones.
Un servidor ha entrado por Hungría ya que don Eduardo es embajador en Roma de un gobierno húngaro. En Austria los Habsburgo se marcharon y casi nadie lo sintió mucho, pero en Hungría fue diferente, allí el sentimiento por la dinastía fue muy fuerte, y lo fue hasta hace poco sin que ni Stalin, ni Breshnev pudieran educar esa falta de afecto por la revolución. Así que nada mejor que presentar al Regente que sugirió a Carlos iv que 'volviese un poco más tarde' con muy poca fortuna. El viaje a la nada de Carlos iv comenzó en el Danubio, un 3 de Noviembre de 1921, en Baja subiendo a bordo de un cañonero británico. Además Miklós Horthy nunca ocultó su fe calvinista, lo que creo que hará durante algún tiempo inviable su beatificación.
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El juicio que casa el ser católico con el ejercicio y usufructo del poder político, sin el obligado juicio moral, resulta falaz.
¿Habrá alguno de ellos, capaz de atravesar el ojo de la aguja moral católica?
Louis II de Baviera era Wittelsbach ( igual que Sissi ), no Habsburgo .
Hitler y muchos en Austria, casi todos, querían ser alemanes porque lo eran. Nunca perdonaron a la dinastía su catolicidad étnica. Esto lo entenderán muy pronto los españoles que no pueden ser españoles en España.
Fue una bendición en 1918 para casi todos los alemanes de Viena poder vivir en un estado que se denominaba Republik Deutschösterreich. Y fue muy triste tener que abandonar a tantos alemanes de Bohemia y de los Sudetes.
Hitler y otros muchos soldados alemanes supieron de las interesantes maniobras para alcanzar una paz con Francia por separado a cambio de conservar Hungría como retiro de la familia de Carlos primero. Quizás no todos los chismes sobre los manejos del cuñado de Carlos fueran ciertos, pero el resentimiento que crearon en millones de alemanes fue tan real como el Danubio bajando camino del mar.
El artículo segundo de la constitución provisional que se otorgaron en 1918 los representantes de todos los alemanes de Austria-Hungría declaraba que la república alemana de Austria era parte de la república de Weimar. Pero en las negociaciones de paz de París los sentimientos de la nación alemana fueron ignorados.
Bastantes alemanes despreciaban a los judíos, otros eran nacionalistas conservadores que odiaban toda forma de socialismo, pero casi todos despreciaron a esa familia que tanto daño hizo a la causa alemana, un chiste que contaban era que Ferdinand Foch era hijo de Maximiliano de Habsburgo [emperador de Méjico]. Tal vez fuera cierto y no un chiste.
Pero sobre todo, comparar a la monarquía universal de los Austrias hispanos con la monarquía dual de los Habsburgo es comparar lo incomparable.
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También, por eso , su hijo ( y heredero al imperio ) Othon quiso casarse en la ciudad de Nancy , capital de Lorena .
Pues mira, ortolano, han perdido una ocasión de oro para seguir siendo alemanes. ¿Quién se lo va a impedir? No sabía que Austria fuera un pastiche de Alemania, sobre todo teniendo en cuenta que la unificación alemana fue en 1871.
Volviendo a la realidad de los alemanes de Austria. Hitler visitó la galeria de Reichsrat en Viena y allí pudo contemplar aquellos episodios tan grotescos que cultivaron el desprecio alemán por la monarquía del Danubio. En el Reichsrat no estaba representado el reino de Hungría desde 1867, Budapest tenía su propia dieta. En el Reichsrat sí estaban los polacos, el famoso polenklub, y hasta otras diecisiete nacionalidades.
No fue hasta 1918 cuando los diputados alemanes pudieron reunirse a solas, y por unanimidad votaron a favor de la constitución provisional para la república alemana de Austria. Esa reunión fue posible porque el emperador 'se marchó a meditar', él nunca abdicó, huía o desaparecía, lo mismo que reaparecía o aterrizaba; así que los alemanes de todas partes del imperio pudieron decidir su futuro por primera vez. Y por última.
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Archiduque de Austria .
Rey de España.
Etcétera etcétera.......
Es un hecho cierto que los parlamentarios 'alemanes' [sic] del Abgeordnetenhaus votaron por la integración en Alemania.
Otro hecho, el 15 de Noviembre de 1918 el canciller Karl Renner -en nombre del Abgeordnetenhaus constituido en Asamblea provisional de los alemanes de Austria- envió un telegrama al Presidente de los Estados Unidos solicitando su intermediación para facilitar esa unión.
Podríamos sospechar que todos ellos, austríacos de buenas familias, alemanes educados, estaban equivocados, totalmente equivocados. Pero me parece algo propio de alienados llegar a tales extremos.
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- Como ya se ha dicho, desde finales del siglo XVIII el nombre más correcto de la dinastía sería Lorena-Habsburgo, pero por aquello de consevrar la mítica de un apellido que ya tenía más de 5 siglos, se invirtió el orden.
- El desprecio de los "alemanes" austríacos hacia los Habsburgo sería, claro está, el de los nacionalistas, luego nazis, aunque el querido accadémico no lo revele por pudor. En cuanto a los sentimientos alemanes de los austríacos, no están muy boyantes hoy en día (quizá en 1918), pero me recuerdan mucho a los sentimientos británicos de los escoceses (o el hispánico de los catalanes): mientras fueron un imperio, y pudieron mojar la magdalena ocupando todas las altas magistraturas, trincando impuestos, subiendo escalafones en el ejército y saqueando recursos de los pueblos conquistados, su fidelidad fue inconmovible (la de todos ellos). Y en cuanto se fue para abajo el aparato de sacar jugo, todos ellos descubrieron sus genuinos sentimientos nacionales, terriblemente atropellados por sus antiguos dispensadores de beneficios.
El Imperio austro-húngaro, el último residuo de las monarquías patrimoniales de la edad media, fracasó porque, con la excepción de Hungría (y porque pusieron pies en pared y contaron con el auxilio de la famosa Sissí), los alemanes austriacos oprimidos por los execrables Habsburgo monopolizaban todos los cargos militares y civiles en todos los territorios del imperio que pudieron, que fueron la mayoría. Y eso fue lo que atizó el nacionalismo de los eslavos, y a la postre generó una debilidad intrínseca inevitable que la guerra no hizo más que poner de manifiesto: el egoísmo de la élite alemana-austríaca, dispuesta a dejar que el único proyecto de patria multicultural (ahora que está tan de moda) se fuese al cuerno antes que renunciar a sus prebendas. Pobrecitos ellos que no podían reunirse a solas, oprimidos por la minoría polaca (que se dedicaría a perseguir maricas en Prusia porque lo que es meter mano en el caudal de riquezas del gobierno de Viena, ni en sueños, eso queda para los deutsch).
Aunque eso no lo cuente el indignado ortolano.
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Al despistado que escribió "El genio austrohúngaro", un tal William M. Johnston, ¿debería preguntarle que yerba fuma o qué se inyecta?
Por cierto, Luis I Amorós, entre los genios que cita muchos de ellos ni eran alemanes ni tenían apellido alemán, como Kafka, Husserl, Freud y otros. Una cosa son los oficiales del ejército, los nobles y los cargos civiles y otra las universidades, los artistas y los intelectuales.
Porque el Imperio Austrohúngaro era el más atrasado en unas cuestiones, por ejemplo la industrialización, pero si la cantidad de gente, nacida y crecida en ese Imperio que se dispersó por el mundo en 1918 y 1938 se borrara de la historia íbamos a tener pérdidas notables en todas la ciencias y las artes.
Yo recuerdo a mi padre, que nació en 1915, que todavía decía "éste es moravo, aquel bohemio, el de más allá ruteno, etc..." de manera que el Imperio no se comía la procedencia de nadie.
El que haya leído a Roth sabe que era galitziano, en la biografía de Freud aparece que es moravo, en la de Mucha también, en cambio Gustav Klimt era austriaco. Aquello era un imperio, no una nación.
¿Dónde nació Leopold Mozart? En Augsburgo en 1719, era el obispo-príncipe un tal Alexander Sigismund von der Pfalz-Neuburg.
¿Dónde nació Wolfgang A. Mozart? En Salzburgo en 1756, era el arzobispo-príncipe Sigismund iii Schrattenbach.
¿Cuándo se instauró el Imperio de Austria-Hungría? En 1867. ¿Y el Imperio Austríaco? en 1804 ¿Formaba el reino de Hungría parte del Imperio Austríaco? No. ¿Eran Salzburgo o Augsburgo posesiones de la Casa de Austria en 1719 o 1756? No. ¿Lo fueron durante una sola hora entre 1719 y 1791? Tampoco. Y ahora quedo en suspenso por conocer quién es ese otro Mozart austro-húngaro?
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Ya veo al ortolano poniéndose estupendo ante cualquiera que diga que Kant era aleman: "¡Oh! imposible, qué incultura!"
Un anécdota interesante es esa …
Maximiliano tuvo un un hijo con una bella mestiza , Conceptión Leguizamo .Ese hijo , Jose Julio Roman de Jesus Maria Sedano y Leguizamo era Consul de Honduras en Paris .
Durante la guerra , fue acusado de espionaje en la red de la famosa Mata-Hari y fue fusilado a Vincennes en octubre 1917 , pocos días antes de Mata-Hari .
Bromas e incultura a un lado, el chiste es real, contado por un alemán, lo que ofrece más credibilidad al relato. La artillería alemana siempre ha sido la mejor del mundo, una precisión absoluta y una técnica insuperable, para ser padre hace falta menos precisión y muy poca técnica. Paul von Lettow-Vorbeck fue el padre del chiste. Y si un músico nacido en Salzburgo en 1756 puede ser austro-húngaro, y Teodosio un extremeño de la pesoe pudo ser emperador de los romanos ... que no podría un archiduque de visita en París.
Sobre lo de Leopold Mozart habrá que precisar algo porque hay quejas de varios vecinos de Augsburgo y no quiero que crean que me olvido de sus privilegios. Ya precisaré, intentaré ser preciso como un artillero alemán.
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Kant nació en Prusia. La prusiana es su raíz genética y cultural. Si luego Prusia resulto conformante o anexado a Alemania, Rusia o la Cochinchina, Kant continúa siendo prusiano, por ius soli y sanguinis. Ahora, que la cultura prusiana haya sido raíz conformante del espíritu de la nación alemana actual, es otra cosa; valga decir, la afirmación de que Kant es alemán, es un criterio subjetivo evolutivamente válido pero históricamente incierto, sino se discriminan las acciones y se contextualizan los hechos.
En todo caso, habría que preguntarle a Kant. Considerando que el filósofo jamás de distanció más de 150 km de su Königsberg natal, resulta de Perogrullo suponer la respuesta: ¿Qué carajos? ¡¡Yo soy prusiano!!
¿Dónde aparece aquí la palabra Austrohungría o austrohúngaro?
La negación no es negación del Imperio sino de la propia Austria, según tú, los austriacos son alemanes, afirmas, ergo Mozart es alemán.
Así que no me eches encima lo que no he dicho. ¿Cómo iba a ser Mozart austrohúngaro? solo pretendía que fuera austriaco, cosa que tú niegas.
Lo que se desprende de lo que dices es que el Imperio Austrohúngaro fue un pastiche hecho por alemanes en cuyo caso Mozart tendría que ser alemán al no pertenecer a ninguna otra etnia "sospechosa".
Pero es que ni Hitler llegó tan lejos como para considerar a Mozart alemán.
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Y Juan Pablo B. redunda en la tesis de la inexistencia de Austria.
¿No serán ustedes un poco filonazis? La obstinación de negar la nacionalidad a Austria no la he visto yo más que en esa gente.
La Reina María Teresa era alemana, Haydn era alemán, Schubert también, Wittgenstein también, Karl Popper idem...Los pobrecitos austriacos ni tienen barroco ni modernismo.
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Como bien has explicado, eso se llama Anschluss.
Siendo valenciano y valencianoparlante, he tenido que aguantar ese tipo de pensamiento en mis carnes.
Le ha faltado contarnos lo de los pobres alemanes oprimidos por la confederación helvética desde hace más de 6 siglos.
Eso queda para el capítulo que viene.
Toda la discusión se contamina si tomamos conceptos actuales como “Alemania” o “alemanes” y los retrotraemos con el mismo significado a 2 o 3 siglos atrás, cuando significaban otra cosa, o incluso no existían.
'The present state of music in Germany, the Netherlands, and United Provinces. Or, the journal of a tour through those countries, undertaken to collect materials for a general history of music.' Los dos volúmenes fueron publicados en Londres en 1773 y 1775. Justo antes de que las colonias americanas declarasen su independencia.
Como han leído a Burney no voy a dedicar ni un segundo a aclarar que entendía él por Alemania. Un servidor no es de paellas. Pero lo de la nación americana es otra cosa. Uno es de Bilbao y si siguiera la estúpida enseñanza de que la lengua hace la patria sería bizkaitarra, pero uno es español, como Agustina de Aragón que era de Barcelona. Uno es de donde le da la gana. Y los tontos casi todos de Valencia. Así que viva España y al que no le guste Alemania que se vaya a Polonia.
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Asimismo, los vizcaínos siempre fueron gente recia, pero respetuosa de la persona del prójimo que no comulgaba con sus ideas particulares. Afortunadamente tenemos a Palas para recordarnos la reciedumbre y honestidad de los euskaldunes. Parece que no todos tienen su buena eduación. O vaya usted a saber, porque los de Bilbao nacen donde quieren.
Por lo demás, seguimos ansiosos esperando el informe sobre la insoportable y secular opresión de los alemanes que gimen bajo la férula de la república helvética.
Aunque igual vemos antes a las hordas de alemanes del sur del Danubio exigiendo ser liberados del tiránico dominio de Austria para poder integrarse en Alemania.
Lo ideal es que todas coincidan, pero a veces se "nace en" por accidente, o se reniega de la sangre y de la cultura de origen, o vivencialmente se filia a otra nación, o simplemente se asume una patria adoptiva...
En realidad la nación expresa una diversidad de identidades históricas, biológicas y culturales, tan amplias e integradas al ser, como inmediatas y coherentes con el mismo acontecimiento existencial hayan sido sus raíces.
Durante cientos de miles de años la nación para el ser humano la constituía el clan o la tribu. Ese es el grande problema de las sociedades modernas, inmensas urbes de puras tribus yuxtapuestas y descordinadas, en las que mal impera la vivencia inmediata, el convivir próximo, ante las ínfulas cosmopolitas globalizadoras, que al extralimitar el concepto de nación, ha cerrado los cauces naturales convergentes del gran acontecimiento social, cuyas fuentes, diga lo que se diga y haga lo que se haga, es y seguirá siendo la fa-mi-lia, primer vínculo de procedencia, pertenencia, conocimiento, amor, esperanza y fe vivencia del individuo.
Por allí debería iniciar la auscultación y diagnóstico de los males de las sociedades contemporáneas: por la familia, en cuanto fundamento del ser individual, social e histórico-nacional.
Paul Wittgenstein era pianista pero, enfrentando una carga de caballería contra los cosacos, resultó herido y los rusos, que le cogieron prisionero, le seccionaron el brazo a como dio lugar de manera que tenía unos dolores intensísimos. Ya en una cárcel rusa se fabricó con unas cajitas una especie de teclas de manera que se pasaba el día ejercitando la mano izquierda, razón por la que sus carceleros pensaban que estaba loco. En un canje de prisioneros lo devolvieron a Austria, donde tuvieron que volver a operarle el brazo, y, cuando se recuperó volvió a presentarse al ejército. Como no sabían que hacer con él lo destinaron a servicios de oficina, cosa que le humilló bastante y se pasaba el día reclamando ante las autoridades militares porque, según decía, era perfectamente competente para dirigir una carga de caballería con el brazo izquierdo. Leer algo así en el siglo XXI le deja a una turulata.
Puede que Hitler no quisiera ser austriaco y por eso se fue a Baviera pero los Wittgenstein parecían tener muy presente de dónde eran y cuál era su nación y, desde luego, estuvieron a la altura.
Empiezo a tener la sensación de que los historiadores modernos tratan igual a San Luis Rey de Francia que a Moctezuma Xocoyontzin o Amenofis IV. El otro día en un programa de viajes del canal Viajar un viajero español presentó un Vía Crucis en Guatemala como si fuera una fiesta tribal de lo mayas solo porque los fieles eran indios e iban vestidos como tales, pero si prescindía de sus "amenas" explicaciones se oía perfectamente al sacerdote que se arrodillaba y decía: Tercera estación: "Jesús cae por tercera vez" y los fieles contestaban arrodillándose también: " Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo". Es decir, un español que no sabe identificar un Vía Crucis que no tenía más elementos "exóticos" que la vestimenta de los fieles. ¡Ven, Señor, Jesús!
Por lo tanto que Rady intente "interpretar" lo que hizo con su cadáver el Emperador Maximiliano es como si intenta interpretar por qué no se suicidó Cuauhtemoc y aguantó todas las humillaciones. En la educación de un emperador católico está la futileza de las vanidades y el poder y la verdad desnuda del cadáver y en la educación de un azteca está que quitarse la vida por su propia mano es ceder ante el sufrimiento y la muerte, una cobardía inconcebible. Tampoco es tan difícil meterse en la piel del otro con un mínimo de comprensión de lo que se está tratando, pero últimamente se tiende a interpretar el pasado desde el presente.
Maximiliano de Austria murió en 1519 y en esa época las monarquías católicas tenían muy en cuenta que el papel que en este mundo hubiesen tenido se acababa al morir y lo que quedaba eran los restos de un hombre a los que había abandonado su alma inmortal que estaba siendo juzgada y era importante que sus súbditos supieran eso. El "Finis Gloriae Mundi" o "In ictu oculi" de Valdés Leal son posteriores, pero la idea es la misma. Hoy en día que la Reina de Inglaterra o el Rey de España estén pensando lo mismo es impensable porque carecen de la idea de que Dios está por encima de todo aunque, tibiamente, digan que son cristianos. El cristianismo fuerte no puede ser descrito desde el cristianismo tibio ni desde el ateísmo.
Es Santa Patrona de Ceuta y Virgen Coronada.
No existen muchas mujeres con ese nombre, yo he conocido alguna.
¿Por qué no encuentro ninguna entrada sobre sus libros como investigadora, especialmente el que trata de la resistencia aria al régimen nazi, tampoco lo encuentro como la quinta Bienaventuranza?
Solamente hay un par de referencias en el Diario Vasco y una de ellas es sobre su investigación de las culturas precolombinas.
¿Acaso ha sido usted vetada por católica?
Por ejemplo, en la Bienaventuranza de los perseguidos, dedicada a los cristeros, lo único que aparece en el libro es un prólogo y un epílogo de mi autoría; la Constitución original de 1917 con los artículos, que son muchísimos, en los que se menciona a la Iglesia; la reforma del código penal de P. E. Calles en la que introduce faltas y delitos religiosos; las tres encíclicas del Papa Pío XI sobre el tema y alguna información recogida de redes cristeras y del historiador Jean Meyer, que es el único que estudió el tema con profundidad. Con todo eso podría escribir un libro, por supuesto, pero nunca ha sido mi intención meterme a historiadora, lo que hago es estudiar un asunto determinado de la historia menos conocida utilizando los mismos métodos que un investigador privado para investigar un crimen.
Ahora, y de la manera más casual, me ha venido a las manos algo que siempre me había intrigado y no sabía cómo abordar: el tema de las famosas ex-esposas de los acusados durante el Gran Terror Estalinista. ¿Por qué enviaban al GULAG a estas señoras? ¿qué departamento se encargaba de ello? ¿cuál era la razón de esa medida?. Pues leyendo la biografía de Vasili Grossman publicada este mismo mes he encontrado la causa (bastante delirante por cierto) y el nombre del funcionario que se encargaba de tal cosa. Y de esa manera y con paciencia benedictina completo el puzzle.
Fue el historiador Thimoty D. Snyder el que me confirmó que las fuentes ucrano-canadienses consultadas por mi eran fiables y que Andrei Sheptytskyi no había hecho nada para alentar a las milicias de Stepan Bandera, hasta entonces lo tenía entre interrogantes. Hay que ser muy cauta. Necesitas manejar muchos nombres y muchas situaciones.
Me hubiera gustado leer sobre esos doscientos alemanes de raza aria que se opusieron al régimen nazi.
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Me he quedado con las ganas de mencionar a Juanito el parricida, pero ese es un Habsburgo que merece su propio espacio, por supuesto, cuando toque hablar de tipos resentidos y mujeres desesperadas.
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Si se abordase el estudio de las sociedades y la historia desde lo que algunos han dado a llamar "disociación cognitiva", la perspectiva cambiaría radicalmente. Desafortunadamente las tentativas han sido pocas y los valientes muy raros., cuando no los silencia la cicuta los acalla el bozal financiero o simplemente la comodidad del "sincretismo intelectual", que no moral, los conforma.
La clarividencia de Palas es memorable pero esta otra es sencillamente fabulosa. Los disociados ahora ven los remordimientos del prójimo. Estos tiempos que vivimos son extraordinarios.
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Mucho más fino, accadémico- e ingenioso- que el anterior. Así sí. Al menos que haya cierto nivel.
Por lo demás, la confusión proviene de mezclar ius sanguinis, ius solis, aparato estatal contingente, lengua materna, raíces históricas y sentimiento de pertenencia e identidad, e ir saltando de un lado a otro como si nada, sin poner el intermitente ni señalizar que uno está realizando piruetas en medio de semejante batiburrillo.
El padre de Mozart nació en Ausburgo, que hoy en día es Alemania, pero en 1717, formaba parte del electorado de Baviera. Con su propio príncipe elector, años después rey. El cual, al igual que el archiducado de Austria, pertenecía formalmente al Sacro Imperio Romano Germánico, aunque desde la paz de Westfalia dicho título fuese más honorífico que real.
Así que, Leopold Mozart ¿era bávaro, dado que ese era su señor efectivo?. de haber existido por entonces DNI, en el suyo pondría "Baviera"; ¿era súbdito del sacro emperador, su señor formal? ¿era alemán "cultural", por ser esa su lengua (o más bien, uno de sus dialectos, que aquí nos olvidamos que el alemán en el siglo XIX también creó su batúa)?
Y lo mismo exactamente cabe decir del arzobispado de Salzburgo.
Porque "Alemania" como tal, era un término geográfico, como en aquel momento lo era Italia, no político. Salvo un breve periodo durante el gobierno de los últimos carolingios, de hecho, no había existido Alemania como ente político jamás. Y no lo sería hasta 1871, cuando Prusia unificó la Confederación alemana del Norte con el reino de Baviera y el de Baden Wurtenberg.
Por lo demás, cuando los Habsurgo andaban por Aargau, este condado formaba parte del ducado de Suabia (también dentro del Sacro Imperio). Para cuando los suizos conquistaron Argovia en 1415 (¿oprimiendo a los alemanes?), los Habsburgo llevaban siendo duques de Austria varios siglos, e incluso habían accedido al trono imperial intermitentemente. Ni se acordarían del castillico de marras que les da el apellido.
Yo estudié en mis días como bachiller el 'Hauptschluss der außerordentlichen Reichsdeputation'. Fue una resolución de la Dieta Imperial votada el 24 de Marzo de 1803 y que tras la firma del emperador Francisco segundo se convirtió en ley el 27 de Abril del mismo año. No quiero que nadie pierda mucho tiempo con asunto tan intrascendente cuando hay tantas bobadas que requieren nuestra atención. Así que no voy a extenderme con los pormenores del 'Hauptschluss der außerordentlichen Reichsdeputation', quizás en otra ocasión.
Ahora será suficiente que recuerde que de las cincuenta y una Ciudades Imperiales solo continuaron seis; fueron Nuremberg, Hamburg, Frankfurt am Main, Bremen, Lübeck, y Augsburgo. En 1803 Augsburgo continuaba siendo una Ciudad imperial Libre. En 1806 Augsburgo fue incorporada al recién creado Reino de Baviera [Königreich Bayern si habla usted en alemán o Kinereich Bayern si utiliza el dialecto bávaro]. Como en 1803 Augsburgo era una Ciudad Imperial Libre, cosa que al menos cualquier estudiante en Baviera conoce perfectamente, puede usted dedicarse a dar clases de historia en Valencia si quiere.
Y terminamos de nuevo con que don Leopoldo, padre de ese músico coreano, tenía derecho a ser considerado ciudadano de Augsburgo, ajeno a cualquier otra jurisdicción. Al padre y al hijo Burney los menciona como alemanes, y eso tampoco lo puede cambiar nadie.
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El problema es que el Sacro Imperio sigue sin ser lo mismo que Alemania, ni tampoco las ciudades imperiales. Ni está explicado en ningún sitio que los Habsburgo oprimieran a los alemanes-austríacos, ni mucho menos que se sintieran suabos en pleno siglo XVIII, ni que los suizos germano-parlantes se sientan alemanes oprimidos por la república helvética, ni que Burney nos haya explicado la diferencia entre los Países Bajos y las Provincias Unidas, lo cual haría algo en favor de su credibilidad como geógrafo.
Lo que sí está claro es que la idea de pueblo-nación basado en la lengua es un invento posterior a la invasión napoleónica, por lo que aplicarlo a Mozart y a su señor padre es del género anacrónico-ridículo.
Como las explicaciones no llegan, pero la grosería sí regresa, quede usted con Dios. Cuando haya respuestas a las cuestiones, ya hablaremos.
Eso sí, no suena muy vasco, claro.
Un abrazo afectuoso.
Hubiese deseado que Trump también tuviese algo bueno que sacar de todo esto, pero me temo que él tiene menos motivos que yo para el entusiasmo.
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