Estrasburgo autoriza la compra-venta de seres humanos
Javier Borrego, antiguo juez del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y actualmente presidente de la Academia Jurídica de la Fundación Novae Terrae, llamaba ayer la atención sobre un aspecto de gravedad inusitada. Lo hacía desde una Tribuna abierta en las páginas de ABC titulada “Se vende bebé”, cuya lectura recomiendo vivamente.
Borrego es un jurista sólido, y se nota en su argumentación, como también se nota su indignación ante un hecho, la legitimación por parte del Tribunal europeo de Estrasburgo de la compra-venta de seres humanos.
El artículo es sencillo, no encontramos sutiles piruetas lógicas: se trata, simple y llanamente, de la compra por parte de una pareja de homosexuales de un niño a una mujer rusa por 49.000 euros. Algo que a todos nos escandaliza y que es un ataque demoledor a la dignidad del ser humano. A partir de este hecho, Borrego explica magníficamente el proceso por el cual se ha hecho admisible para gran parte de la opinión pública un hecho tan aberrante como la compra de un ser humano.
Las fases son claras:
- Se empieza ofreciendo “una imagen dramática: un matrimonio que no podía tener hijos por problemas de gestación por la madre. La solución compasiva y se decía altruista fue el llamado «vientre de alquiler»”.
- Como «vientre de alquiler» “seguía produciendo rechazo, se transformó en «madre portadora»”.
- El siguiente paso es introducir el uso aséptico de siglas (¿les recuerda a aquello de las IVE, las interrupciones voluntarias del embarazo?: “en francés, el bebé concebido así se llama ahora un bebé por GPA («gestation pour autrui», gestación por ajeno). En inglés «surrogacy motherhood», subrogación en la maternidad. Y en español lo llamamos «gestación por sustitución»”.
- Luego, asumida la práctica, se extiende su ámbito: “la mujer gestante puede dar a luz un hijo, no con óvulo y esperma del matrimonio, sino solamente con óvulo de la madre sustituida y esperma de otro hombre distinto del marido no fértil. O al revés”
- Por ese camino “llegamos a la pura y simple GPA, «surrogacy motherhood» o «gestación por sustitución», aplicable también a supuestos en los que no hay ninguna maternidad ni gestación por sustitución, porque los padres son un matrimonio homosexual de varones. Respecto de hombres es imposible la gestación o la maternidad, y por tanto, no puede haber sustitución en lo que no es sustituible”.
El proceso ha llegado a su fin y el resultado es espantoso: “Un bebé, un ser humano, fue objeto de un contrato mercantil como si fuera una vulgar mercancía. Y ello ha ocurrido, no en la Latinoamérica profunda, sino en Estrasburgo, autollamada capital de Europa, que ha validado la compra, mediante precio y falsedades, de un bebé”.
Probablemente no hubiera sido posible llegar al último estadio de golpe, pero así, paso a paso, ni nos enteramos. Borrego toma de Kemplerer y su impagable “La lengua del Tercer Reich” está imagen que explica perfectamente no sólo lo que ocurrió en la Alemania nazi, sino lo que está ocurriendo ante nuestras narices en nuestros países: «Las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico, uno las traga sin darse cuenta, parecen no surtir efecto alguno y al cabo de un tiempo producen el efecto tóxico».
Pues sí, la mayoría de nuestros conciudadanos está envenenada en diferente grado. ¿Un remedio? Proclamar alta y clara la verdad, negarse a asumir que un ser humano pueda ser objeto de compra-venta. Hablar con la valentía y la solidez de Javier Borrego.
12 comentarios
Pero también profundamente discriminatorio el artículo que pretende que porque no oucrrió "en latinoamérica profunda" esto es más indignante.
Como si un bebé Europeo no se pudiera vender y en cambio un latinoamericano Si.
Lamentable que error.
Este episodio es un paso más en el camino cuesta abajo hacia la degradación total de la sociedad. Y, mientras esto ocurre cada día, callamos y otorgamos. Quizá sin querer, o sin darnos cuenta.
Europa era un continente enfermo, Ahora parece estar ya agonizando.
Para que el mal triunfe solo es necesario que los buenos no hagan nada.
Así que.¡¡¡¡Hala, hala!!!, a trabajar.
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