Terrible: La Civiltà Cattolica acusa a católicos y protestantes tradicionales de «ecumenismo de odio»

Acaba de ser noticia un nuevo artículo de la Civiltà Cattolica que no puedo calificar menos que de “desastroso” y “deplorable”. El artículo publicado el día de ayer titulado “Evangelical Fundamentalism and Catholic Integralism in the USA: A surprising ecumenism” (traducido sería: Fundamentalismo evangélico e integrismo católico en USA: un sorprendente ecumenismo).

En dicho artículo se arremete de forma muy fuerte contra católicos y protestantes conservadores en Estados Unidos por apoyar al presidente Donald Trump y formar un frente unido para conseguir objetivos en común. Dice el artículo a este respecto:

«Apelando a los valores del fundamentalismo, se está desarrollando una extraña forma de ecumenismo sorprendente entre fundamentalistas evangélicos e integristas católicos unidos por la ambición de obtener influencia religiosa en la esfera política», dice el artículo.

«Algunos que profesan ser católicos se expresan de maneras que hasta hace poco eran desconocidas en su tradición y usan tonos mucho más cercanos a los evangélicos».

«Existe un mundo bien definido de convergencia ecuménica entre sectores que paradójicamente son competidores en lo que respecta a la pertenencia confesional. Esta unión sobre los objetivos compartidos se produce en torno a temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la educación religiosa en las escuelas y otros asuntos generalmente considerados morales o ligados a los valores. Los integristas evangélicos y católicos condenan el ecumenismo tradicional y, sin embargo, promueven un ecumenismo de conflicto que los une en el sueño nostálgico de un tipo de Estado teocrático», añade.

Muy preocupante este tipo de comentarios viniendo de tan prestigiosa revista católica, que según los entendidos, es revisada y avalada por el propio Vaticano.

Nada tiene de mal la participación de los católicos en la política. No somos del mundo, pero estando el mundo trabajamos para «lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena» (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 43)  y «para instaurar el orden temporal de forma que se ajuste a los principios superiores de la vida cristiana» (Concilio Vaticano II, Apostolicam actuositatem 7). El propio concilio Vaticano II nos recuerda que se trata de una obligación:

“Es obligación de toda la Iglesia el trabajar para que los hombres se vuelvan capaces de restablecer rectamente el orden de los bienes temporales y de ordenarlos hacia Dios por Jesucristo” (Ibid.)

Que los católicos intenten influir en la política para bien, es después de todo, un deber según la propia enseñanza de la Iglesia. No somos testigos de Jehová que meten la cabeza en la tierra como el avestruz alegando que todo está podrido, mientras dejan que los demás intenten instaurar el reinado social de Cristo en la tierra.

Por otro lado, el ecumenismo que tradicionalmente ha sido promovido y enseñado por el Magisterio es precisamente el que no cierra los ojos a las diferencias que tenemos los cristianos, pero podemos cooperar en aquellos puntos donde mantenemos un frente común.

Bienvenido sea que existan todavía comunidades eclesiales protestantes dispuestas a combatir con nosotros la cultura de la muerte, la dictadura de la ideología de género y la cultura LGTBI, defender la libertad religiosa y la educación religiosa entre otros temas de importancia.

¿De qué se extraña?

A mí en lo personal no me parece extraño que se hayan unido para apoyar al presidente Trump, dado que la alternativa era Hillary Clinton, defensora acérrima del aborto hasta el noveno mes de embarazo y de la ideología de género, además de perseguidora declarada de la libertad religiosa de los cristianos.

Y como se ha podido comprobar, ya las medidas que ha comenzado a tomar Trump a favor de la vida y la libertad religiosa, han comenzado a tener un gran impacto y para bien.  Sería muy largo mencionarlas todas, solo diré que hasta hace poco tiempo sería inconcebible ver a una delegación de Estados Unidos plantarse en la ONU para rechazar el aborto como un método de planificación familiar y como un servicio de salud.

¿Xenofobia e Islamofobia?

Respecto a lo que en mi opinión es la injusta acusación de «odio» y de «promover la xebofobia e islamofobia», considero que hay que poner sobre la balanza y equilibro dos derechos: el de cada persona humana de emigrar para mantenerse a sí mismas y a sus familias, y el de cada nación de salvaguardar su territorio y sus fronteras.

Aunque las naciones con más poderío económico por tener la capacidad de proteger y de alimentar mejor a sus habitantes tienen una obligación mayor de adaptarse a los flujos migratorios, el derecho de inmigración no es absoluto. La doctrina católica nunca ha enseñado que exista el derecho ilimitado a emigrar y desde el punto de vista práctico es inviable que una nación pueda aceptar una migración sin restricciones.

En el caso concreto de los inmigrantes musulmanes hay buenas razones para que la población desee un gobierno firme que la sepa controlar. Hemos visto lo que ha sucedido a países que han permitido una inmigración sin restricciones de inmigrantes musulmanes en donde se ha ido imponiendo la «Sharia» en cada vez más zonas de su propia nación, reemplazando las propias leyes del país. En donde ocurre esto, la tendencia en vez de bajar aumenta e incluso los crímenes cometidos por inmigrantes aumenta. Evidentemente no todos los inmigrantes cometen esos crímenes, pero si le niegas a una nación el derecho de admitir a quien quiere recibir y a quién no, puede entrar cualquiera, no solo los buenos.

¿Expresar una legítima preocupación por estos hechos es islamofobia? ¿O es la acusación de islamofobia la herramienta de grupos de izquierda para callar a todo aquel que señala que el rey está desnudo?

En un mundo en donde todo se confabula para desaparecer la fe y los valores cristianos de la vida pública, no solo es natural sino necesario que los cristianos presentemos un frente común, sobre todo en temas tan importanes como el aborto y la libertad religiosa. Eso, aunque reconozcamos que entre nosotros mantenemos diferencias doctrinales que no van a desaparecer con solo actos de buena voluntad, o simplemente ignorándolas.

Jesús antes de ascender al cielo nos dejó la pregunta: «cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?» Yo me pregunto: ¿encontrará fe en nosotros?, ¿La encontrará en la Civiltà Cattolica?

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