Nuevas objeciones a la serie "Dios sí castiga"
La semana pasada publiqué un pequeño libro de unas 90 páginas titulado ¿Dios castiga?, donde recopilé la serie de artículos que he venido publicando sobre el debate con Alejandro Bermúdez en el tema del castigo divino. Alejandro ha compartido vía redes sociales un artículo cuya autoría pertenece a alguien de nombre Jaime Gómez Cásseres Ochoa, en donde comparte sus puntos de vista y presenta lo que el autor identifica como una refutación de los puntos de vista presentados en mi serie.
Y aunque muchos lectores me han pedido que escriba una refutación formal de dicho escrito, luego de leerlo creo realmente que no es necesario, pues considero que no hay allí ningún argumento nuevo que ya no haya analizado.
Sin embargo, para que mis lectores puedan tener acceso a esas objeciones y comparen libremente esos argumentos con los que yo he sostenido, les dejo aquí el enlace para que el que quiera lo revise, y saque sus propias conclusiones.
Dios no castiga a los hombres, por Jaime Gómez Cásseres Ochoa
Si de verdad alguien encuentra un argumento que no haya analizado o desea que lo analice, puede indicármelo en el área de comentarios.
ACTUALIZACION
Me he enterado también que Alejandro Bermúdez ha publicar un pequeño libro, similar al mio, donde coloca los argumentos que ha venido desarrollando en sus podcast. Respecto a esto ocurre lo mismo, si tiene los mismos argumentos ya dichos, no hará falta analizar nada. De momento no se si es así, pero mientras tanto lo adjunto para que quien quiera lo revise.
Dios no castiga - Alejandro Bermúdez
Dios les bendiga
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60 comentarios
No todos quisieron en el pasado como en el presente, creer las palabras de Nuestro Señor Jesucristo. No todos aceptaron en todos los tiempos las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia Católica ni la doctrina de los Santos Padres. Si el corazón está mal dispuesto para aceptar estas enseñanzas, no la aceptará.
Respecto a lo de Jaime Gómez Cásseres Ochoa, yo me he preguntado, ¿y si esta persona es alguien que esté bajo la autoridad de Alejandro Bermúdez como trabajador?, no lo sé; ¿y si fuera un buen amigo de Alejandro Bermúdez que se pone a su lado para defender una causa al margen del sentir de la Iglesia Católica?, tampoco lo sé. ¿Puede ser... ? Lo que es sabido, es que ambos: Alejandro Bermúdez y Jaime Gómez Cásseres Ochoa comparten errores; lo peor es que no son errores involuntarios, sino voluntarios. Y esto les pueden provocar mucho daños a ellos mismos.
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JM: Para mí es irrelevante los motivos por las cuales fue escrito ese artículo, sólo cumplo con compartirlo de manera que cada quien pueda apreciar los argumentos de ambas partes y sacar sus propias conclusiones.
Estas personas emplearían mejor su tiempo si en vez de hablar de lo que no saben se pusieran a estudiar un poco de filosofía tomista. Así, entendería el Sr. Gómez que Dios no puede querer directamente ningún mal (S. Th. 1,19,9), pero pero para obtener mayores bienes, 1) Dios quiere indirectamente (accidentalmente, per accidens), el mal físico, no como un fin sino en cuanto va unido a unos bienes que son preferibles a los bienes de los que ese mal priva; y el mal de pena como medio para obtener bienes preferibles al que se pierde, p.ej. restablecer la justicia, enmendar al pecador arrepentido, castigar justamente al pecador obstinado, etc.
Es imposible prescindir de la analogía sin romper la fecunda relación que debe haber entre la fe y la razón.
Saludos.
Me parece que hasta yo podría refutar el artículo ese sin recurrir a los tuyos. No sólo no hay argumentos nuevos, sino que dice barbaridades como "También sucede que los textos bíblicos y todos en general cuando es necesario le atribuyen a Dios cualidades o funciones humanas que en realidad Dios no tiene pero que no podrían ser expresadas mejor con otras palabras o conceptos". Seguramente el autor no estará queriendo decir que castigar es una función humana, porque eso sólo empeora las cosas.
Además, él mismo afirma no conocer tus argumentos, ni los de Bermúdez. Y ni mencionar las acusaciones que hace en tu contra. Te acusa de, prácticamente lo que hace Bermúdez sin que se le mueva un pelo(contestar mal, etc.).
Saludos, y que Dios te siga acompañando en tu labor.
Leyendo esto da para pensar que América Latina es terreno de misión y eso empezando por los mismos católicos. Y lo dice un uruguayo, no un europeo.
Y tampoco insisto en limitar a América Latina este diagnóstico, por supuesto.
Si Dios quiere y me da fuerzas, pienso dedicar unos párrafos a analizar este cúmulo de sofismas y errores hecho sin duda con la mayor buena voluntad. Aquí no habría sitio suficiente.
Saludos cordiales.
1: Dios Si castiga
2: ---EDITADO----
saludos
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JM: He borrado lo segundo porque no era necesario.
- Ni una sola cita de la Escritura negando que Dios castiga.
- Ni una sola cita de la Tradición negando que Dios castiga.
-Ni una sola cita de un Papa negando que Dios castiga.
¿Y quieren que les tomemos en serio?
Por cierto, cuestión aparte de si Dios castiga o no, lo que los opositores al magisterio en este tema están demostrando es que tienen una concepción absolutamente herética de cómo Dios se ha ido revelando y se revela en la Escritura. Y eso sí que es grave.
Si insisten pertinazmente en no aceptar la doctrina católica, habrá que decir que aunque pretendan ser católicos, no lo son. Así de simple.
Por otro lado, lo prometido es deuda, aquí la transcripción:
Tertuliano, Sobre la paciencia, 11, 3-5:
Debemos esforzarnos por sobrellevar las heridas que nos inflija el Maligno, con el fin de que los esfuerzos del enemigo encuentren en nuestra ecuanimidad un rival que se ría de él.
Por otra parte, si nosotros mismos, por ligereza o imprudencia, nos creamos determinados enemigos, debemos soportarlos también con paciencia, ya que nosotros somos la causa. Ahora bien, si pensamos que determinadas desgracias son enviadas hacia nosotros por el Señor, ¿a quién deberemos mostrarnos pacientes mejor que al Señor? Es más, Él nos ha enseñado a congratularnos y estar alegres por ser merecedores del castigo Divino: "Yo castigo -dice- a los que amo". Siervo bienaventurado es aquel a quien el Señor corrige, al que juzga digno de su cólera, al que no le engaña omitiendo sus advertencias
Cipriano, Sobre los lapsos, 14:
El que aplica al pecador lisonjas y caricias echa combustible para pecar, y, lejos de frenar los pecados, los comenta. Por el contrario, el que reprende con severas amonestaciones , a la vez que le instruye, lo impulsa a su salvación. "A los que amo -dice el Señor- los reprendo y los castigo". Del mismo modos, es preciso que el Sacerdote del Señor no engañe a nadie con servicios ilusorios. Sería médico inhábil el que palpara con mano melindrosa los recovecos hinchados de las llagas y, conservando el veneno metido en los profundos escondrijos de las entrañas, lo acumulara aún más. Se ha de abrir la herida y se ha de recortar y aplicar la medicina eficaz, después de sajar las partes infectas. aunque grite fuerte y se queje el enfermo que no aguanta el dolor, después lo agradecerá, cuando se dé cuenta de su curación.
Fulgencio de Ruspe, Carta a Venancia, 7, 16:
La benignidad de Dios nos lleva a la penitencia, y nos aflige con tribulaciones, nos corrige mediante enfermedades y nos enseña con angustias de manera que nosotros, al pecar gozando de salud corporal, con la enfermedad aprendamos a abstenernos del pecado; y si hemos despreciado en la alegría la Misericordia de Dios, seamos corregidos con la fuerza de la tristeza para que temamos la Justicia. Sucede así que cuantos abusan de la salud nos ocasionan la enfermedad, y mediante la enfermedad recobramos otra vez los beneficios de la salud; y cuantos por la alegría hemos caído en tribulaciones, mediante las tribulaciones corremos de nuevo hacia la alegría.
Al fin y al cabo, la Sagrada Escritura demuestra que el amor de Dios para con nosotros se manifiesta especialmente a través de los castigos y las correcciones, pues afirma: "Hijo mío, no rechaces la instrucción del Señor, ni te canses de sus reprensiones, porque el Señor reprende a quien ama"; en efecto, "castiga a todos aquellos que reconoce como hijos". Incluso el Salvador mismo dice que ama a quienes reprende, cuando afirma: "Reprendo y castigo a quienes amo"; también la doctrina de los apóstoles no cesa de predicar que "es preciso que entremos en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones". El mismo Señor dice que es estrecho el camino y angosta la puerta que conduce a la vida.
Cesáreo de Arlés, Sermones, 5, 3:
Los orgullosos e impíos, responsables de grandes pecados, ¿te parecen dichosos, porque no sufran mal alguno en esta vida? Escucha lo que dice la Escritura al respecto: "No pasan las fatigas de los humanos, ni sufren como los demás hombres; por eso el orgullo es su collar, y la violencia, el traje que los cubre; su malicia asoma por la grasa".
Ciertamente, si esos no son afligidos en este mundo, es porque se les reserva para el suplicio eterno, por culpa del exceso de sus pecados. En efecto, no pueden ser castigados por un breve período de tiempo los que han de ser torturados sin fin. Ahora nuestro Señor y Dios, que retiene el castigo de estos miserables según su justicia, no deja de poner a prueba a sus hijos mediante diversas tribulaciones, conforme a la palabra de la Escritura: "Dios castiga al que reconoce como hijo"; y también: "Yo, a cuantos amo, los reprendo y castigo". Si Él castiga a todos los que ama, no ama al que no castiga. Y si es así, no es por la acción del poder de Dios, sino que es la iniquidad de los pecadores la que merece ser tratada de esa manera, conforme dice la Escritura: "El hombre sucio, que se manche aún más, y el santo, que se santifique todavía más".
Salu2. Paz y Bien.
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 13 de septiembre de 1978
«Claro que es difícil también aceptar algunas verdades, porque las verdades de la fe son de dos clases: unas, agradables; otras son duras a nuestro espíritu. Por ejemplo, es agradable oír que Dios tiene mucha ternura con nosotros, más ternura aún que la de una madre con sus hijos, como dice Isaías. Qué agradable es esto y qué acorde con nuestro modo de ser.
Un gran obispo francés, Dupanloup, solía decir a los rectores de seminarios: Con los futuros sacerdotes sed un padre, sed una madre. Esto agrada. En cambio ante otras verdades, sentimos dificultad. Dios debe castigarme si me obstino; me sigue, me suplica que me convierta, y yo le digo: ¡no!; y así casi le obligo yo mismo a castigarme. Esto no gusta. Pero es verdad de fe.»
Juan Pablo II
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JM: El tema del infierno lo trataré más adelante, Dios mediante la semana que vine, para clarificar algunos errores que he visto han surgido como temas colaterales a este: negación de la pena de sentido en los condenados, negación del infierno como un castigo eterno (origenismo), etc.
Dios es Soberano y no hace nada malo.
El castigo de Dios puede ser ordenado por SU justicia o por SU misericordia,en ambos casos,es bueno.
Si un hombre vive en gracia santificante,vive amparado por la providencia y en todo lo que le sucede ve detras la mano de Dios,porque su mirada esta ordenada a la trascendencia.Desde esa perspectiva,todo se ve del derecho y no del reves,como lo ve el hombre que vive,como se suele decir;"dejado de la mano de Dios".
Tu me diras,por ejemplo,entonces, si a tu madre la atacan y la roban en la calle,¿en donde ves la mano de Dios? ,en todo.En la accion del atacante,una losa mas para su conciencia,un paso menos para su conversion.En mi madre,una oportunidad grande para su santificacion,perdonando a su ofensor.En cuanto a mi,una prueba gigante;pedir a Dios por los dos.Justicia para mi madre,misericordia para el atacante y cargar los tres con la Cruz,que es lo que nos asemeja a Cristo.
¿Y que tiene eso que ver con el castigo? ,lo mismo que la Cruz con la Santificacion; "el castigo de nuestra Paz,recayo sobre EL".A los cristianos no les duele el castigo de Dios,porque para ellos padecer por ser como Cristo,es lo mejor.
La Paz de Cristo.
Esto enseñé el Papa santo polaco en la audiencia del miércoles 13 de agosto de 2003:
Tobit dirige un llamamiento apremiante a los pecadores para que se conviertan y practiquen la justicia: este es el camino que se debe recorrer para reencontrar el amor divino que da serenidad y esperanza (cf. v. 8).
La misma historia de Jerusalén es una parábola que enseña a todos la elección que se tiene que realizar. Dios ha castigado la ciudad porque no podía permanecer indiferente ante el mal realizado por sus hijos. Pero ahora, al ver que muchos se han convertido y se han transformado en hijos justos y fieles, manifestará aún su amor misericordioso (cf. v. 10).
A lo largo de todo el cántico del capítulo 13 de Tobías se repite a menudo esta convicción: el Señor "castiga y tiene compasión... os ha castigado por vuestras injusticias, mas tiene compasión de todos vosotros... te castigó por las obras de tus hijos, pero volverá a apiadarse del pueblo justo" (vv. 2. 5. 10). Dios recurre al castigo como medio para llamar al recto camino a los pecadores sordos a otras llamadas. Sin embargo, la última palabra del Dios justo sigue siendo la del amor y el perdón; su deseo profundo es poder abrazar de nuevo a los hijos rebeldes que vuelven a él con corazón arrepentido.
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Si te parece bien, bien. Y si no, también bien.
No, el castigo es la situación en la que entra ser humano cuando se aleja de su auténtica esencia."
Ratzinger, "Conversaciones con Peter S."
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JM: Ese texto sólo podría probar que el castigo lo provoca la persona por el abuso de su libre albedrío, cosa que se ha dicho desde el principio, pero eso no excluye que Dios como juez universal y soberano, le corresponda juzgar y dar a cada quien lo que le corresponde, premiando el bien y castigando el mal.
"“Debemos sin embargo recoger también la enseñanza que hay en acontecimientos como este. Terremotos, huracanes y otras desgracias que afectan a la vez a culpables e inocentes nunca son un castigo de Dios. Decir lo contrario supone ofender a Dios y a los hombres. Pero son una advertencia: en este caso, la advertencia a no engañarnos con que la técnica y la ciencia bastarán para salvarnos. Si no sabemos imponernos límites, pueden convertirse, precisamente ellas, lo estamos viendo, en la amenaza más grave de todas.”
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JM: Ese argumento fue bien analizado en mi última entrega en la sección ¿Son los desastres naturales castigo de Dios? y si se detalla bien, allí mismo se le da la refutación a lo que sostiene, ya que el p. Cantalamesa no niega que Dios pueda castigar, sólo defiende que Dios pueda castigar a inocentes junto con los culpables en un desastre natural, que es bien distinto y es un tema discutible que no es el que se trata acá.
No estaría de más que revisara las aportaciones anteriores, para no andar redundando y volviendo sobre lo mismo, o por lo manos parta de lo que ya se ha dicho.
El Papa Pío XII dedicó un magnífico documento a tratar sobre la naturaleza y fines de las penas temporales (las de esta vida, no las del más allá: purgatorio e infierno). Para que pueda comprender mejor el pensamiento de Pío XII -que es la doctrina tradicional y constante de la Iglesia- partamos de un ejemplo: Ticio comete un homicidio; es culpable de delito y de pecado; razón por la cual es justamente condenado a 25 años de prisión.
¿Qué relación hay entre Dios, providente, y ese castigo impuesto por los hombres? Si decimos que ninguna, terminamos en una concepción másonico-buenista de Dios: no es providente, se ata de manos, no interviene, deja hacer y deja pasar... Pero esa concepción no es católica. Dios sí gobierna el mundo y con Justicia. Actúa a través de causas segundas. En este caso, los jueces humanos son la causa segunda, verdaderos instrumentos de Dios, causa primera, que así manifiesta su justicia mediante el castigo temporal del homicida culpable. Este castigo temporal tiene un fin retributivo y otros fines a la luz del derecho natural, del cual Dios mismo es Autor.
Este es el profundo sentido religioso de la frase del Papa Pacelli: “la mano de Dios… castiga sirviéndose de los hombres”. Como también podría castigar sirviéndose de males de la naturaleza, no causados por el hombre. Toca al ser humano castigado reconocer con el auxilio de la gracia la manifestación de la justicia divina en su propia vida, como hizo el buen ladrón.
Saludos.
“21. Unas breves palabras, ahora, sobre el aspecto religioso del sufrimiento causado por la pena. Toda culpa moral del hombre, aun materialmente cometida principalmente sólo en el ámbito de las leyes humanas legítimas, y sancionada ya ahora por los hombres conforme al derecho positivo humano, es siempre también una culpa ante Dios, y atrae de Dios sobre sí un juicio penal. No tener para nada en cuenta esto, no favorece a la autoridad pública. Enseña la Sagrada Escritura [Rom. 13, 2-4.] que la autoridad humana, dentro de su competencia, no es—en el cumplimiento de la pena— sino la ejecutora de la divina justicia. Dei enim minister est, vindex in iram ei, qiii malum agit.
Este elemento religioso de la ejecución de la pena encuentra su expresión y su realización en la persona del reo, en cuanto él se humilla bajo la mano de Dios que castiga sirviéndose de los hombres; acepta, pues, de Dios el sufrimiento, y a Dios lo ofrece, como parcial compensación de la deuda que ante El tiene. Una pena así sobrellevada es para el reo, en este mundo, una fuente de purificación interior, de conversión plena, de fortaleza para lo futuro, de protección contra toda recaída. Un sufrimiento así sobrellevado con fe, arrepentimiento y amor es santificado por los dolores de Cristo y acompañada por su gracia.
Este religioso y sacro sentido del sufrimiento causado por la pena se nos da a entender en las palabras del buen ladrón a su compañero de crucifixión: Digna factis recipimus: «Recibimos lo que nuestras acciones merecían », y en la oración al Redentor moribundo: Domine, memento mei cum veneris in regnum tuum: «Acuérdate de mí, Señor, cuando llegares a la gloria de tu reino»; oración que, puesta en la balanza de Dios, llevó al pecador arrepentido la afirmación del Señor: Hodie mecum eris in paradiso: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» [Luc. 23, 41-43]: algo así como la primera indulgencia plenaria, concedida por Jesucristo mismo.” (Pío XII).
Así que si me admites un consejo, no le permitas hacer tal cosa. Ya lo han hecho aquellos con los que has debatido.
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JM: Gracias por la sugerencia. Así lo haré.
Es evidente que Dios es juez, y que el que vive apartado de Dios seguirá apartado de Dios tras la muerte.
Es obvio también que Dios es padre y guía y corrige.
La pregunta es, la expresión "castigo de Dios" cuando vemos a alguien sufrir un mal: accidente, enfermedad, desastre natural es admisible católicamente hablando.
Para las causas naturales pensarlo es una ofensa a Dios y a los hombres, para las enfermedades es una blasfemia. Y Cristo, contrariamente al pensamiento común en su época lo niega en la única ocasión que le preguntan por el tema.
Otra cosa es lo que la expresión popular, que es muy sabia: En el pecado lleva la penitencia.
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JM: Esto también se abordó en las entregas anteriores, sólo hace falta que lea para que se ponga al tanto. Le doy un breve resumen:
1) En el caso de los desastres naturales, lo que es discutible es si Dios puede castigar a través de ellos como medio, afectando también a inocentes. Discutir esto en ningún modo cuestiona que Dios pueda castigar, y ni siquiera si puede hacerlo a través de desastres naturales, sólo si se servirá de esos medios afectando también a inocentes. En este sentido hay argumentos a favor y en contra, por ejemplo, en la destrucción de Sodoma y Gomorra, Dios revela a Abraham que si hubiese habido aunque fuese un justo no hubiese castigado la ciudad, y Lot y su familia (que sí eran justos) escaparon con ayuda divina. Lo mismo en el diluvio, Dios castiga a la humanidad, pero Noé y su familia (que también eran justos), escapan del castigo. Como ve, en esos casos Dios sí castigó, pero los justos salieron ilesos. La posición contraria también es defendible, pues como ha dicho Santo Tomás, alguien puede ser castigado sin culpa pero no sin causa y siempre buscando un bien mayor para él. Pero discutir esto, insisto, y no creo que sea muy difícil de comprender, no implica cuestionar que Dios castigue.
2) Respecto a las palabras del Papa Francisco, debe ir al contexto para poder entender y no generalizar. Allí el Papa Francisco habla de las enfermedades de nacimiento en un discurso dedicado a minusválidos y discapacitados. La cultura judía atribuía la discapacidad de nacimiento al castigo de Dios, y por eso cuando a Jesús le preguntan si la enfermedad de un ciego de nacimiento es pecado de él o sus padres, Jesús dice que de ninguno.
El error consiste en asegurar que determinada enfermedad, y más grave aun cuando es de nacimiento es producto del castigo de Dios. Ya en el AT se había revelado que el hijo no cargará con la culpa de su padre. Pero eso no quiere decir que ninguna enfermedad pueda ser castigo de Dios. Ya ve como en el mismo NT se ve que la enfermedad de Herodes, la pérdida de la voz de Zacarías, las enfermedades que sufrían los primeros cristianos por profanar la Eucaristía, o incluso la muerte de Ananías y Zafira, fueron castigos divinos.
La solución es pues, no generalizar como hace usted ni en un sentido ni en otro, asumiendo incorrectamente que como una enfermedad no es castigo divino, ninguna puede serlo, o en el caso contrario, que porque alguna lo es, todas tienen que serlo. Ambos razonamientos son falaces y errados. Eso es precisamente lo que clarifica el Papa Juan Pablo II en la Salvifici Doliris:
“El libro de Job no desvirtúa las bases del orden moral trascendente, fundado en la justicia, como las propone toda la Revelación en la Antigua y en la Nueva Alianza. Pero, a la vez, el libro demuestra con toda claridad que los principios de este orden no se pueden aplicar de manera exclusiva y superficial. Si es verdad que el sufrimiento tiene un sentido como castigo cuando está unido a la culpa, no es verdad, por el contrario, que todo sufrimiento sea consecuencia de la culpa y tenga carácter de castigo. La figura del justo Job es una prueba elocuente en el Antiguo Testamento. La Revelación, palabra de Dios mismo, pone con toda claridad el problema del sufrimiento del hombre inocente: el sufrimiento sin culpa. Job no ha sido castigado, no había razón para infligirle una pena, aunque haya sido sometido a una prueba durísima. En la introducción del libro aparece que Dios permitió esta prueba por provocación de Satanás.”
Juan Pablo II, Salvífici Doloris
Creo, además, que su recopilación y conclusiones está bastante desfasada y su insistencia en este tema significativamente alejada de los retos pastorales que tenemos hoy.
Le rogaría que incluyera en sus citas a teólogos de hoy de reconocidos internacionalmente y considerados de sana doctrina por la Iglesia que estén en su línea.
Me tendrá que reconocer que, en los términos en que se expresa está en franca minoría.
Lo cual no tiene por qué ser malo, pero comienza a ser preocupante cuando los que no comparten sus posiciones comienzan a ser tachados de herejes.
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JM: Vamos por partes:
1) A lo que se refiere San Juan Pablo II lo explica él mismo un poco antes, y es muy distinto a lo que usted asume. Por ejemplo:
"Al mal moral del pecado corresponde el castigo, que garantiza el orden moral en el mismo sentido trascendente, en el que este orden es establecido por la voluntad del Creador y Supremo Legislador. De ahí deriva también una de las verdades fundamentales de la fe religiosa, basada asimismo en la Revelación: o sea que Dios es un juez justo, que premia el bien y castiga el mal: « (Señor) eres justo en cuanto has hecho con nosotros, y todas tus obras son verdad, y rectos tus caminos, y justos todos tus juicios. Y has juzgado con justicia en todos tus juicios, en todo lo que has traído sobre nosotros … con juicio justo has traído todos estos males a causa de nuestros pecados”
“Ya en el Antiguo Testamento notamos una orientación que tiende a superar el concepto según el cual el sufrimiento tiene sentido únicamente como castigo por el pecado, en cuanto se subraya a la vez el valor educativo de la pena sufrimiento. Así pues, en los sufrimientos infligidos por Dios al Pueblo elegido está presente una invitación de su misericordia, la cual corrige para llevar a la conversión: « Los castigos no vienen para la destrucción sino para la corrección de nuestro pueblo.”
El texto y el contexto está clarísimo.
2) Ni siquiera Alejandro Bermúdez defiende que se deba cambiar la doctrina para atender los retos pastorales del presente. Y respecto a que está defasada, basta ver que he incluido no sólo a los Papas antiguos, sino a Papas recientes: Pio XII, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI e incluso el Papa Francisco cuando era cardenal. Si eso es estar "defasado" vaya usted a saber que es estar actualizado.
3) No he citado a ninguna obra de teología ortodoxa que defienda que Dios no castiga, porque no existe y si existiera ya Alejandro Bermúdez lo habría hecho. Otra cosa es si usted acude a teólogos como Pikasa, Queiruga, Pagola, Forcades, etc. No me sorprendería en que ellos si compartieran su posición.
4) Y que diga que los teólogos que reconocen la doctrina católica de que Dios castiga son franca minoría, en contraposición a los que dicen que no (ninguno) es una afirmación tan ridícula, que no hace falta ni que la conteste.
Que es de lo que yo estoy hablando, no de las consecuencias del juicio final, ni del hecho de que una vida alejada dd Dios pueda llevar aparejada el sufrimiento.
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JM: No pretenderá que vuelva a colocar en el área de comentarios todo el compendio de citas que ya he venido colocando de Papas (que también son teólogos de renombre) y de manuales de teología. Aquí tiene dos:
Ludwig Ott, Teología Dogmática - Tema La justicia
Michael Schmaus, Teología Dogmática, La Trinidad de Dios - Tema La justicia de Dios
(Ambos con aprobación eclesiástica)
¿Puede en cambio usted citar algún tratado de teología dogmática en que se diga que Dios no envía castigos temporales a los hombres? ¿Verdad que no? ¿Por qué cree que es así?
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JM: Adelante.
En un desastre natural pueden padecer justos y pecadores. Se puede decir que Dios prueba a los justos y castiga a los pecadores que padecen un mismo desastre. Lo que no se puede decir con nombre y apellido -sin revelación especial- es quiénes han sido justos y quiénes los pecadores dentro ese colectivo.
Saludos.
JM: Que no pueda invocar ningún teólogo ortodoxo en su favor, no quiere decir que la salida sea acusar de "filo-nazis" a teólogos cuyos manuales de teología dogmática tienen aprobación eclesiástica. La impotencia argumentativa es mala consejera, para argumentar de esa manera, mejor no diga nada.
“Habiendo tratado de la Providencia en sí misma y de sus designios sobre las almas, tócanos ahora considerar sus relaciones con la Justicia divina y con la Misericordia. Así como en nosotros la prudencia va unida con la justicia y gobierna las demás virtudes, así también en Dios la Providencia se une con la Justicia y la Misericordia, que son las dos grandes virtudes del Amor divino para con el hombre. La Misericordia tiene por fundamento el soberano Bien en cuanto que es difusivo, comunicativo de sí mismo. La Justicia estriba en los imprescriptibles derechos del soberano Bien a ser amado sobre todas las cosas.
Estas dos virtudes, dice el Salmista, van juntas en todas las obras de Dios: "Omnes vice Domini misericordia et veritas." (Ps. 24,10). Pero, como advierte Santo Tomás (I, q 21, a 4), en ciertas obras divinas, como los castigos, se manifiesta más la Justicia; en otras, como en la justificación o conversión del pecador, resplandece la Misericordia.
La Justicia, que atribuimos a Dios por analogía, no es la justicia conmutativa, que regula las transacciones humanas, pues nada podemos ofrecer a Dios que no le pertenezca. La Justicia que se le atribuye es la justicia distributiva, semejante a la del padre para con sus hijos, a la del rey para con los súbditos. Tres cosas hace Dios por medio de su Justicia: 1º, da a cada criatura lo necesario para alcanzar su fin; 2º, premia los méritos; 3º, castiga las faltas y los crímenes, mayormente cuando el culpable no implora misericordia.”
(Garrigou-Lagrange, R. La providencia y la confianza en Dios. Pp. 265-266).
JM: Ni aporta citas que de verdad apoyen en modo alguno su tesis, e insiste en descalificar los teólogos citados como "pre-conciliares" y "filo-nazis". Su forma de argumentar es tan ruin que no veo por qué deba tolerarla. No se moleste en volver a enviar comentarios.
Editorial Liturgica Española, Pietro Parente, Salvatore Garofalo, Antonio Piolanti, 1955.
Artículo sobre la Pena:
Url: i.imgur.com/50XLRXz.jpg
Para saber quienes son los tres "individuos" que redactaron el diccionario se puede acudir a la wikipedia en italiano. Una pista, no eran precisamente unos ignorantes en el tema, no señor ;)
"Oremos. Escucha, Señor, nuestras súplicas y, ya que somos castigados por nuestros pecados, y padecemos la desgracia de las calamidades naturales, líbranos de estos males, para gloria de tu Nombre, y preserva a nuestros términos de toda adversidad, para que lo que nazca en ellos sirva a tu majestad y remedie nuestras necesidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén"
Ahora, con respecto al título del post... Ese Nuevas, me parece que se merece unas hermosas comillas ;)
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JM: Le he tenido que editar en la parte donde se ha pasado un poco.
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JM: Gracias.
Sí, Dios puede castigarnos al privarnos de un bien, pero eso no quiere decir que cada vez que nos vemos privados de un bien sea porque Dios nos castiga. Es precisamente lo que explica el Papa Juan Pablo II en la Salvifici Doloris respecto a la enfermedad.
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JM: Tengo entendido que sale hoy, y ya a penas salga colocaré el enlace aquí como una actualización.
Todos los Papas quieren escribirnos sobre el Amor, la Caridad y la Misericordia. De la Justicia divina, ninguno.
Y así anda el patio.
Esto explica además la parcialidad y confusión que siembra ACIPRENSA en muchos temas.
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JM: Aquí se han citado no pocos documentos magisteriales donde los Papas hablan de la justicia. No es causa de que los Papas no se pronuncien lo suficiente sobre el tema, sino que no los escuchen.
Y es que claro que hay que hablar de herejía (material). No podemos hacer acepción de personas.
Y lo que escribiste antes sobre un "modalismo" en la revelación divina es otro asunto grave.
Saludos.
Gracias por tu excelente trabajo.
Bendiciones
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JM: No me lo dijo, pero está por ejemplo aquí:
http://es.scribd.com/doc/158566364/117037532-Comision-Episcopal-de-Liturgia-Bendicional
CAPÍTULO XXV
BENDICIÓNDE LOS TÉRMINOS DE UNA POBLACIÓN
848.
En algunos lugares, la tradicional bendición de los términos de una población sigue vigente. Por esta razón se mantiene este formulario. Este rito significa la reunión de la Iglesia desde los cuatro puntos cardinales, uniendo su actividad y el trabajo de los hombres con la fuerza dela cruz de Cristo, para que el Evangelio sea norma de vida y guía del que hacer cristiano. Esta bendición puede efectuarse en la fiesta de la Exaltación dela santa Cruz (14 de septiembre), el día 3 de mayo (antigua fiesta de la Invención de la santa Cruz), o bien el primer domingo del mes de mayo,u otro día apropiado, según las costumbres de cada lugar. La bendición se hará con solemnidad, con participación del diácono, donde sea posible y con una procesión precedida de la Cruz y
del Evangeliario.
La Oración pertenece a la Bendición del Oriente.
853
Disculpa la precisión pero con tanto mal informado/r por ahí, se lo damos masticado para que no quepa la menor duda: El Misal Romano (EL ACTUAL NO EL PRE CONCILIAR) RECONOCE QUE DIOS CASTIGA.
Además, empieza con una mentira:
La afirmación "Dios castiga" es apreciada y tenazmente defendida, como absolutamente cierta por algunos sectores en la Iglesia, especialmente los más cercanos al llamado “tradicionalismo”.
No señor, no. Esa afirmación la defendemos los que somos simple y llanamente católicos, por la sencilla razón de que es lo que enseña la Escritura, la Tradición y el Magisterio.
Pero aunque lo defendieran solo los tradicionalistas, ¿cuál es el problema? ¿acaso ser tradicionalista es pecado?
Y creo que, más o menos, si no es así tiempo habrá, he dicho lo que tenía que decir.
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JM: Es que no es cierto que quienes defendamos la posición contraria seamos de tendencia tradicionalista. Que seguramente estamos de acuerdo con ellos en esto es otro asunto.
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JM: El significado de la palabra castigo está más que claro, así como el uso que le ha dado el Magisterio. Precisamente por eso es que no se puede encontrar todo el magisterio la proposición de que Dios no castiga, y si abundan las afirmaciones en sentido contrario.
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JM: La afirmación que Dios castiga se encuentra afirmada inclusive en un Concilio Ecuménico de caracter dogmático, por lo que sostener que no hay una definición magisterial infalible sobre ello es faltar a la verdad. Y a eso debe sumarse el Magisterio ordinario de la Iglesia que ha enseñado lo mismo de manera ininterrumpida.
Ahora bien, la única cita que propone Alejandro Bermúdez del Cardenal Ratzinger hay que entenderla en su contexto porque al ser una entrevista y no Magisterio no se hacen los matices que luego sí hace el Magisterio cuando ahonda explícitamente en el tema. Por ejemplo: Nadie niega que el pecado atraiga sobre el pecador una pena ontológica, esto se ha dicho desde el principio y es lo que allí el Cardenal Ratzinger dice con otras palabras, pero nunca niega allí que Dios no castigue o no pueda imponer penas jurídicas con al finalidad de buscar finalmente el bien del pecador así como la restauración del orden moral perturbado por el pecado.
De hecho, es muy llamativo que Alejandro en su escrito opte por esa cita tomada de una entrevista y renuncie a mencionar las citas previas de textos magisteriales como Dives in Misericordia o Reconciliatio et paenitentia, ya que en un texto escrito se haría más obvio la manipulación de los textos que oralmente podrían pasar desapercibidos.
Valore su tiempo, permítame y perdone el atrevimiento
¿Qué concilio define lo del castigo? ¿Hace innecesario el concurso de la Teología para analizar significante significado y significación (valga el paralelismo con la linguística estructuralista), del tema del lenguaje -propio, según Bermúdez, no tengo ni idea si eso es así- teológico y : "..pero nunca niega allí que Dios no castigue o no pueda imponer penas jurídicas con al finalidad de buscar finalmente el bien del pecador así como la restauración del orden moral perturbado por el pecado..." Esto que ahora afirma, ¿tengo que buscar -no lo voy a hacer- dónde lo ha negado, al hablar del tema del sentido medicinal de ambos, corrección y reparación?
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JM: A razón de un par de clic puede encontrar en el libro digital respuesta a todo lo que pregunta: el texto del Concilio de Trento, y en qué sentido se ha negado que Dios pueda castigar.
"...surge la necesidad de explicar si es posible que Dios envíe un castigo en donde paguen justos y pecadores. En el caso específico del terremoto de Japón una niña escribió al Papa Benedicto XVI para preguntarle si la muerte de sus padres había sido un castigo divino. Una afirmación como la que se le atribuye al profesor Roberto de Mattei lastimaría los sentimientos de esa niña y de muchas personas sin causa justificada, ya que sería por lo menos temeraria."
En mi opinión, sí hay castigos que implican a justos y pecadores, y toda la Biblia y la historia está llenos: por ejemplo, Lamentaciones, donde los invasores matan a los niños no nacidos y los sí nacidos pero aún sin conciencia, máximos exponentes de la inocencia y la indefensión. Destaco que en caso de la caída de los reinos del Norte y del Sur, ya habían pasado siglos de paciencia de Dios y de envío de profetas anticipadamente.
De todas maneras, esto -el castigo que afecta justos y pecadores- es un misterio de fe, incomprensible incluso si hay una revelación privada, tal es el carácter de la naturaleza de este castigo.
Quizás los malos se convierten en su último instante, quizás los buenos que mueren son intercesores en el cielo como mártires, confesores o santos, quizás los buenos supervivientes desarrollan una misión especial en la tierra, quizás los malos sobrevivientes se les da una ocasión de conversión. Todo ello es misterioso.
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JM: En mi opinión es un tema discutible, y según pude averiguar ni siquiera el profesor Roberto de Mattei aseguró que le terremoto de Japón fue un castigo de Dios, sólo afirmó que podía serlo. Pero igualmente no es lo que pretendo debatir en este tema.
Para refutar la tesis de que "Dios casiga", compone un articulito con una cita entresecada de una entrevista al Cardenal Ratzinger -para colmo a días del atentado del 11S- y luego nos remite a dos artículos de dos teólogos que...ninguno de los dos afirma que "Dios no castiga". Habrá pensado que nadie íba a leer esos dos artículos?
Incluso, el teólogo Mucci en la página 24 llega a decir "aunque admitiéramos que el Señor quisiera castigar las culpas de los hombres...", ni siquiera refuta esa afirmación. Lo que refuta es la actitud de De Mattei respecto al caso concreto del tsunami japonés, con lo que hasta podríamos estar de acuerdo.
Creo que si esto es lo mejor que tiene para ofrecer Bermúdez, se queda muy pero muy corto.
Pedagogía divina. Hebreos 12,4-13
Que no se extrañen los destinatarios de la carta de las pruebas por que están pasando; es una señal de que Dios les quiere. Tal es, en sustancia, la idea central de esta perícopa.
El autor comienza poniéndoles por delante que todavía no han llegado las cosas hasta el derramamiento de sangre (v.12), como sucedió con sus antepasados (cf. 10,32-34; 13,7). Por lo demás, que tengan en cuenta que el Señor, conforme dice la Escritura, reprende y azota a los que ama (cf. Prov 3,11-12), de modo que las pruebas de esta vida forman parte de la pedagogía paternal de Dios (v.5-8; cf. Job 5,17; 33,19; Sal 94,12; Ecli 23,2). Lo que, siendo niños, han hecho nuestros padres con nosotros, en orden a la educación, eso hace Dios y de modo mucho más perfecto (v.9-10). Ni despreciemos la corrección porque sea amarga, pues eso es momentáneo, mientras que los frutos son apacibles y duraderos (v. 11).
Como exhortación final, el autor recomienda que hay que desterrar los decaimientos y flojedades, los propios y los de los demás, procurando que todos vayan por el recto camino (v.12-13; cf. Is 32,3; Prov 4,26).
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Profesores de Salamanca Biblia comentada (Tomo VI), BAC, 1965, Pág. 785.
Jordi:
Ciertamente "el castigo que afecta justos y pecadores" implica "un misterio de fe", pero ello no significa que sea absolutamente ininteligible para nosotros. Algo podemos conocer de ese Misterio. Así, cuando en un acontecimiento padecen un mal físico tanto justos como pecadores no podemos decir que los justos sean castigados sino que son probados por Dios. También podemos decir que Dios castiga a los pecadores, aunque sin llegar a afirmarlo con certeza de personas concretas. En el NT Jesús castiga con fuerza física a los mercaderes del templo. No podemos suponer que eran justos castigados, porque eso sería incompatible con la infinita justicia, bondad y sabiduría de Cristo.
Saludos.
Bueno publicarlo publicarlo... lo publicó, heterodoxo, lo es y en EWTN etc. (al menos en español se divulga.
No sé que nadie ponga el cascabel al gato (exepto claro aquí) y si habrá alguien que después anuncie eso de que el rey de las ondas sociales se pasea en pelotas. (lo de rey es que soy andalú exagerao lo de en pelotas es verdad)
Pues sí, a mi hace rato me va dando vergüenza ajena, sobretodo cuando veo la cantidad de seguidores cegatos que le aplauden hasta con las orejas.
No obstante pienso que éste señor reparte cianuro, y habría que pararle los pies de alguna forma ya que el diálogo no le va, el sentido común tampoco y la poltrona a donde ha trepado no cae del cielo. Tiene que defenderla a toda costa. ¿A toda costa? Bueno espero que no quiera jugarse el alma. ¿Bastaría que un obispo rogara por un castiguillo?
¡Con la gran oportunidad de ejercer humildad, la justa y única medicina contra la soberbia.
¡Quiera Dios!
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JM: A lo largo de estas intervenciones he dejado claro que la finalidad de estos post no consiste en acusar a Alejandro Bermúdez de hereje, eso lo dejo a la autoridad correspondiente. Opino sí que su error en este tema es bastante grave al igual que otros errores presentes en su argumentación al intentar justificar su posición.
747. 1º Aceptar primeramente con resignación, de corazón después y con alegría todas las cruces que la divina Providencia tuviere a bien enviarnos. El concilio de Trento nos enseña ser una prueba especial del amor que Dios nos tiene, el concedernos, para satisfacción de nuestros pecados, la paciencia necesaria para recibir como de su mano los males temporales con que nos castiga. Así, pues, cuando hayamos de sufrir penas físicas o morales, como, por ejemplo, las destemplanzas del tiempo, las angustias de la enfermedad, los reveses de fortuna, fracasos o humillaciones, en vez de quejarnos amargamente, como a ello nos inclina la naturaleza, recibamos todas esas pruebas con mansa resignación, persuadidos de que las tenemos merecidas por nuestros pecados, y de que la paciencia en las adversidades es el medio mejor de purgarlos.
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Compendio de Teología Ascética y mística, A. Tanquerey. Ed. Palabra. Pg. 403
La verdad, todo lo aquí leído (yo aún no he leído los dos documentos aportados por José Miguel -el suyo sí) me recuerda la imagen del toro que se ensaña con el torero y le da cornadas hasta en el carn´´e de identidad: para arriba, para abajo, para un lado y para otro...
Y no es que me parezca mal que se cornee a quien merece ser corneado sino que espero que alguien le dé, de una vez, el descabello. Y si es la Congregación para la Doctrina de la Fe, mucho mejor...
Esto, claro, sin olvidar la labor evangelizadora de Alejandro Bermúdez pues, a lo mejor, podemos decir eso de que "el mejor maestro echa un borrón" o que cualquier puede equivocarse.
Pero empecinarse, empecinarse tanto.... bueno, eso es ya otra cosa.
Detrás de todo esto hay soberbia. Conozco algunos sodálites. Voy a avisarles. Espero que Bermúdez no sea la versión Lucrecia de los Legionarios.
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JM: Sí se ha hecho, pero a todas las menciones de castigos en el Antiguo Testamento, Alejandro ha dicho:
“...el Dios del Antiguo Testamento donde Dios se revela como un Dios castigador . Es obvio que en Antiguo Testamento Dios castiga, los ejemplos abundan, incluso al gran amigo de Dios: Moisés, por haber perdido la paciencia en Meribá y haber golpeado dos veces con el palo, para que saliera agua desde una sola vez, por furia, Dios lo castiga y no le permite ver la tierra prometida. La mujer de Lot que se convierte en Sal, el mismo diluvio universal
...
En el Nuevo Testamento están los 27 libros que incluyen los cuatro evangelios, los hechos de los apóstoles, las cartas de San Pablo, la carta a los hebreos, la carta de Santiago, Primera de Juan, Segunda de Juan, la carta de Judas, el Apocalipsis. En ninguno de ellos se habla del castigo fuera de la pena final.”
Precisamente por eso mencioné también no pocos ejemplos de castigos divinos en el NT, y expliqué que era un error disociar a Dios del AT al NT como hacía Marcion (un hereje gnóstico) en los primeros siglos cristianos.
JM: El tema ya está cerrado, y sus argumentos ya los he analizado una docena de veces.
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