(Sic/InfoCatólica) El Papa ha recordado, en primer lugar, su etapa de Compostela donde en la “imponente catedral dio con emoción el tradicional abrazo al Apóstol.
“Pensaba en cómo este gesto de acogida y de amistad es también un modo de expresar la adhesión a su palabra y la participación en su misión. Un signo fuerte de la voluntad de conformarse al mensaje apostólico, el cual, por un lado nos compromete a ser fieles custodios de la Buena Noticia que los Apóstoles han transmitido sin ceder a la tentación de alterarla, empobrecerla o doblegarla a otros intereses. Y, por otra, transforma a cada uno de nosotros en anunciadores infatigables de la fe en Cristo, con la palabra y el testimonio de la vida en todos los campos de la sociedad”.
El Santo Padre hablando de la misa en la plaza del Obradoiro ha dicho que pidió con fervor que cuantos peregrinan a Santiago “puedan todos ellos recibir el don de convertirse en verdaderos testigos de Cristo”. “Puesto que es la fe en Cristo la que da sentido a Compostela, lugar espiritualmente extraordinario, que continúa siendo punto de referencia para la Europa de hoy”.
“Conservar y reforzar la apertura a lo trascendente, así como un diálogo fecundo entre fe y razón, entre política y religión, entre economía y ética, permitirá construir una Europa que, fiel a sus imprescindibles raíces cristianas, pueda responder plenamente a su propia vocación y misión en el mundo”.
Luego Benedicto XVI ha proseguido describiendo la vista pastoral, en su etapa de Barcelona, donde dedicó la Iglesia de la Sagrada Familia que declaró basílica menor. “Contemplando la grandiosidad y belleza del edificio, que invita a elevar la mirada al cielo” el Papa ha dicho que recordó “las grandes construcciones religiosas como las catedrales de la Edad Media que han marcado profundamente la historia y la fisonomía de las principales ciudades europeas”.
“Aquella espléndida obra –riquísima de simbología religiosa, preciosa en su entretejido de formas, fascinadora en el juego de luces y de colores– casi una inmensa escultura en piedra, fruto de la fe profunda, de la sensibilidad espiritual y del talento artístico de Antoni Gaudí, evoca el verdadero santuario, el lugar del culto real, el Cielo, donde Cristo ha penetrado para presentarse ante el acatamiento de Dios en favor nuestro” (cfr Hebreos 9,24)
Benedicto XVI ha hecho hincapié en la unión entre fe y arte que mana de la Iglesia de la Sagrada Familia, ideada y proyectada por Gaudí como una gran catequesis sobre Jesucristo, como un canto de alabanza al Creador:
“En aquel edificio tan imponente, él puso su propia genialidad al servicio de lo bello. El famoso arquitecto consideró este trabajo como una misión en la cual estaba implicada toda su persona. Emprendió así una intensa práctica de oración, ayuno y pobreza, percibiendo la necesidad de prepararse espiritualmente para lograr expresar en la realidad material el misterio insondable de Dios”.
“En Barcelona, he visitado también la Obra ‘Nen Déu’, iniciativa que tiene más de cien años muy ligada a esta archidiócesis, donde se cuida con profesionalidad y amor, a niños y jóvenes con discapacidades”, ha subrayado también Papa, recordando la ternura de Cristo hacia los más necesitados:
“Sus vidas son preciosas a los ojos de Dios y nos invitan constantemente a salir de nuestro egoísmo. En aquella casa bendije también la primera piedra de una nueva residencia que formará parte de esta Obra, donde todo habla de caridad, de respeto de la persona y de su dignidad, de alegría profunda, porque el ser humano vale por lo que es y no sólo por lo que hace”