(Aci) En un artículo publicado en un diario local, el Purpurado recuerda la visita del Papa en el 2006 con ocasión del 5° Encuentro Mundial de las Familias y la que realizará el próximo año para la Jornada Mundial de la Juventud.
Tras agradecer al Santo Padre “por venir de nuevo a nosotros”, el prelado asegura que los españoles “escucharemos sus palabras como escucharíamos al mismo Señor. Celebraremos con honda alegría el misterio de la fe, presididos por el Obispo de Roma, centro de la comunión de toda la Iglesia en la caridad y en la doctrina apostólica”.
En el texto, el Cardenal Rouco también destaca la importancia del Camino de Santiago en la formación de la identidad católica de España. “España, en efecto, no se entiende sin Santiago”, afirma al recordar que el país ibérico recibió del apóstol Santiago la fe cristiana.
Al arzobispo de Madrid señala que dicha fe, “tras las vicisitudes de la Alta Edad Media, recobró vigor en la recuperación llevada a cabo por los reinos cristianos, que culmina en una nueva concordia y unidad política, de trasfondo católico, y en la proyección de la cultura hispana al Nuevo Mundo, como parte integrante de una de las mayores empresas evangelizadoras de la historia de la Iglesia”.
La Sagrada Familia y la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia
El Cardenal también se refiere a la consagración del templo de la Sagrada Familia en Barcelona, “obra cumbre del genial arquitecto, el siervo de Dios Antonio Gaudí”. En ese sentido, asegura que “es urgente la comprensión y la difusión de la doctrina social de la Iglesia acerca de la familia”, pues una concepción natural y cristiana del matrimonio y de la familia “permite asentar bien las bases del orden social en justicia y libertad”.
El Purpurado señala que “el Estado y la Iglesia deben reconocer la prioridad de la familia y ponerse a su servicio, sin preterirla ni suplantarla”. El Cardenal Rouco rechaza los ataques a la familia y recuerda a los fieles que “en el misterio de la familia de Nazaret se encierra la revelación del amor divino que llega a cada ser humano de un modo particular a través de las relaciones humanas básicas de responsabilidad, paternidad, maternidad, filiación y fraternidad. “Es necesario celebrar con una belleza semejante a la que resplandece en el templo barcelonés la alegría de ese misterio divino y humano”, concluye.