(Agencias/InfoCatólica) Kagan, de 50 años, hizo el juramento en sendas ceremonias presididas por el juez John Roberts, una en privado y la segunda con la presencia de la prensa.
Su confirmación , después de que fuera nominada por el Presidente Barack Obama. Obtuvo 63 votos favorables, tres sobre el mínimo, y 37 oposiciones, logrando su nombramiento como 112 juez del Supremo y la cuarta mujer en más de dos siglos de historia de la Corte. Con la incorporación de Kagan, que sustituirá a John Paul Stevens, un tercio del Supremo norteamericano estará formado por mujeres, tres de nueve. Sonia Sotomayor y Ruth B. Ginsburg serán sus compañeras.
Los demócratas se felicitaron por su nueva victoria, siendo el más contento el Presidente Obama, quien se mostró “complacido, pues este voto supone una afirmación de su mentalidad abierta e imparcialidad”. Favorable al aborto, próxima al lobby homosexual y partidaria de un férreo control sobre las armas, Kagan ha tenido que escuchar las denuncias públicas de los republicanos sobre su activismo político y su temor a que intente legislar desde el estrado.
Quejas de los grupos y asociaciones defensoras de la vida y la familia
La de la Dra. Charmaine Yoest, Presidente de Americans United for Life Action, quien consiera que esta mujer de 50 años “será una de las jueces que más mueva la agenda de la Corte Suprema hacia el aborto”.
“Es sorprendente que el Senado haya votado para confirmar a la señora Kagan sin haber investigado completamente su rol en la manipulación de evidencia médica durante el debate del aborto por parto parcial de los años 96 y 97”, añadió. “Los estadounidenses –dijo luego– quieren jueces imparciales y justos, y el impacto negativo de la jueza Kagan se sentirá en las siguientes décadas”, refiriéndose al hecho de que su nombramiento es de por vida.
Por su parte el Presidente del Family Research Council, Tony Perkins, alertó sobre el hecho de que “Elena Kagan promoverá una filosofía radical y una historia de maniobras al tribunal más importante del país” y advirtió su tendencia a interpretar la Constitución de acuerdo a sus convicciones anti-vida.