(ElCorreo/Abc/InfoCatólica) El pasado 3 de junio se conoció el texto de una carta firmada por 677 laicos, religiosos y sacerdotes de la diócesis de Bilbao, entre ellas personas con cargos relevantes en instituciones y asociaciones eclesiales, en la que reclamaban al Nuncio, Mons. Renzo Fratini, que el Obispo de Bilbao no fuese designado siguiéndose el cauce habitual.
En línea con otros manifiestos y cartas anteriores, manifestaban su disconformidad por “la falta de participación de la iglesia local” en la designación del Obispo de la diócesis y pedían a Mons. Fratini que su opinión fuera escuchada en dicho nombramiento, ofreciéndose a Roma como “interlocutores” del proceso de selección y rechazando la designación directa. “Esta esposa no quiere un esposo impuesto –decían, en alusión a la Iglesia y su obispo–. Ni secretismos. Ni juego de intereses que no sean los exclusivamente evangélicos”, advertían los firmantes de la carta. Los firmantes pedían ser tenidos en cuenta a través de las mesas de corresponsabilidad –Consejos diocesanos– que les representan.
El nuncio explica que la Santa Sede sí consulta antes de la designación
Mons. Renzo Fratini, en un escrito fechado el pasado 7 de junio y que los destinatarios acaban de recibir, acusa recibo de la “atenta carta en la que me expresan su particular opinión y sentir acerca de cómo llevar a cabo en concreto la participación de la mencionada diócesis en la elección del nuevo obispo”. La respuesta del Nuncio ha sido vista como una novedad por los firmantes.
A continuación, el Nuncio deja claro, con lenguaje diplomático, que el Vaticano tiene sus propios canales de comunicación para recabar informes sobre los candidatos a la mitra episcopal. “Esta Nunciatura Apostólica, actuando conforme a Derecho, ha realizado siempre oportunas consultas dirigidas a diversos sectores diocesanos”, señala el Nuncio.
En la nota, de apenas 13 líneas, Mons. Fratini asegura a los firmantes que “el Santo Padre nombrará a aquél que realmente necesita la Iglesia en esa querida diócesis” y termina animándoles a rezar “pidiendo al Señor les bendiga con un Pastor según su corazón”.
La Hermandad de Begoña recuerda el procedimiento canónico habitual
Pocos días después de hacerse pública la carta que los 677 firmantes habían dirigido al Nuncio, la Hermandad de Begoña, con 350 cofrades, hizo público un comunicado en el que señalaba que “el hecho de que 677 laicos y religiosos quieran ser escuchados no está mal, siempre que respeten con firmeza y fe en Dios las decisiones de los que tienen el deber y la obligación de tomarlas”, y aseguraban que “lo que queda fuera de lugar es crear una especie de polémica superficial sobre algo que ya está legislado”.
La agrupación religiosa recordaba que la designación directa de obispos por parte del Papa es “en la Iglesia de rito latino norma común” de nombramiento, aunque en algunas diócesis centroeuropeas “el Cabildo de la catedral participa de algún modo” en la elección. La Hermanad de Begoña consideraba necesario recordar cómo es el sistema de designación de obispos para que “no se cree un estado de opinión contrario a nuestra fe, acusándonos de antidemocráticos”.
El Código de Derecho Canónigo, decían, es “claro” a la hora de regular la designación de obispos, que en la Iglesia de rito latino “corresponde al Papa”, que “designa libremente asistido por el Espíritu Santo”, y recurriendo al consejo de “diversos organismos” para tomar la decisión, porque “es imposible que conozca a todos los sacerdotes con condiciones para ser designados obispos”.
En ese sentido, proseguían, de conformidad con el Código, cuando se produce una vacante de Obispo, el Nuncio debe proponer a la Santa Sede una terna de nombres, “previa investigación sobre la idoneidad de los candidatos y demás circunstancias que concurran en la diócesis”. Para determinar dichas circunstancias, debe preguntar al Arzobispo metropolitano, a los demás obispos de la provincia eclesiástica, al presidente de la Conferencia Episcopal y a algunos “personajes relevantes” de la diócesis, como los miembros del Colegio de Consultores y del Cabildo de la Catedral y, “si lo ve conveniente, puede pedir la opinión de clérigos regulares y seculares así como de laicos que destaquen por su sabiduría”.