(Sic/InfoCatólica) El padre Royón explica en su carta que el Espíritu "nos enseña el misterio de la Palabra encarnada y su misión", "nos guiará a la verdad completa" y "nos hace proclamar con libertad la Buena Noticia de Jesús a través del testimonio de nuestras vidas en este mundo".
Tras recordar que "la vida consagrada es uno de estos dones del Espíritu", el jesuita señala que "Pentecostés es un momento propicio para agradecer ese don, para dejarnos invadir por la esperanza que suscita y para sentir la responsabilidad que comporta mantenerlo vivo como un fuego que enciende otros fuegos".
El presidente de la CONFER, señala que "Pentecostés es la fiesta eclesial por excelencia, porque es la fuente y la revelación de su comunión. Todos perseveraban en la oración, junto con María, la Madre de Jesús. Ni la diversidad de lenguas, ni las diferencias de razas y culturas impiden escuchar y comprender la palabra de Pedro anunciando las maravillas de Dios. La Iglesia crecía y se multiplicaba; sus miembros tenían un mismo corazón y un mismo espíritu; todo lo tenían en común; nadie pasaba necesidad; vivían con alegría y sencillez de corazón. A los inicios se realiza entonces el gran deseo de Jesús de “`que sean uno´ y se amen `los unos a los otros´".
Recuperar la comunión perdida
Sin embargo, constata el religioso "el paso del tiempo oscurecerá aquel comienzo". Es por ello que, asegura el padre Elías Royón, "recuperar justamente la comunión de los orígenes es un desafío constante para todos los que formamos la Iglesia. No podemos renunciar a ello, `si queremos responder a las profundas esperanzas del mundo´ (NMI 43). La comunión que brotó en Pentecostés está vinculada a la credibilidad misionera de la Iglesia en medio de un mundo que sólo escucha palabras hechas vida".
El presidente de la CONFER exhorta a sus hermanos diciéndoles que "como religiosos y religiosas, nuestra respuesta al don recibido del Espíritu pasa por el compromiso de contribuir, en lo que esté de nuestra parte, a robustecer y profundizar las mutuas relaciones con nuestros Pastores, y con otros grupos y movimientos eclesiales. Nos anima a ello el Espíritu que convoca a la confianza fraterna, a la acogida mutua, al respeto y a la valoración de la riqueza de los demás carismas".