(Evangelios/InfoCatólica) Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían.
Salió, pues, Pedro y otro discípulo -Juan- y fueron al monumento. Ambos corrían, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al monumento e inclinándose, vio los lienzos; pero no entró. Llegó Simón Pedro después de él, y entró en el monumento y vio los lienzos allí colocados, y el sudario que habían estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto aparte. Entonces entró también el otro discípulo que vino primero al monumento, y vio y creyó.
Más testigos
El mismo día, dos de ellos iban a una aldea que dista de Jerusalén sesenta estadios, llamada Emaús, y hablaban entre sí de todos estos acontecimientos.
Mientras iban hablando y razonando, el mismo Jesús se les acercó e iba con ellos, pero sus ojos no podían reconocerle.
Y les dijo: "¿Qué discursos son éstos que vais haciendo entre vosotros mientras camináis?"
Ellos se detuvieron entristecidos, y, tomando la palabra uno de ellos, por nombre Cleofás, le dijo: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no conoce los sucesos en ella ocurridos estos días?"
Él les preguntó: "¿Cuáles?"
Le contestaron: "Lo de Jesús Nazareno, varón profeta, poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo; cómo le entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados para que fuese condenado a muerte y crucificado. Nosotros esperábamos que sería El quien rescataría a Israel; mas, con todo, van ya tres días desde que esto ha sucedido. Nos asustaron ciertas mujeres de las nuestras que, yendo de madrugada al monumento, no encontraron su cuerpo, y vinieron diciendo que habían tenido una visión de ángeles que les dijeron que vivía. Algunos de los nuestros fueron al monumento y hallaron las cosas como las mujeres decían, pero a El no le vieron".
Y Él les respondió: "¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas!
¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria?"
Y, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando cuanto a El se refería en todas las Escrituras.
Se acercaron a la aldea adonde iban, y El fingió seguir adelante. Obligáronle diciéndole: "Quédate con nosotros, pues el día ya declina". Y entró para quedarse con ellos.
Puesto con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Se les abrieron los ojos y le reconocieron, y desapareció de su presencia.
Se dijeron unos a otros: "¿No ardían nuestros corazones dentro de nosotros mientras en el camino nos hablaba y nos declaraba las Escrituras?"
Aparición a los apóstoles
En el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a sus compañeros, que les dijeron: "El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón". Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le reconocieron en la fracción del pan.
Mientras esto hablaban, se presentó en medio de ellos y les dijo: "La paz sea con vosotros".
Aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Él les dijo: "¿Por qué os turbáis y por qué suben a vuestro corazón esos pensamientos? Ved mis manos y mis pies, que yo soy. Palpadme y ved, que el espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo".
Diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
No creyendo aún ellos, en fuerza del gozo y de la admiración, les dijo: "¿Tenéis aquí algo que comer?" Le dieron un trozo de pez asado, y, tomándolo, comió delante de ellos.
Les dijo: "Esto es lo que yo os decía estando aún con vosotros: que era preciso que se cumpliera todo lo que está escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos de mí".
Entonces les abrió la inteligencia para que entendiesen las Escrituras, y les dijo: "Que así estaba escrito que el Mesías padeciese y al tercer día resucitase de entre los muertos, y que se predicase en su nombre la conversión y la remisión de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Vosotros daréis testimonio de esto".