(Agencias/InfoCatólica) La ceremonia comenzó en la iglesia de Betfagé, levantada en una aldea palestina en la ladera noreste del Monte de los Olivos sobre la piedra en la que, según la tradición, Jesús se apoyó para subirse al borrico a lomos del cual entró en Jerusalén. Allí se congregó una animada comitiva de peregrinos y religiosos de distintas confesiones cristianas que entonaban cantos en diversos idiomas mientras bajaban por el torrente de Cedrón hasta la Puerta de los Leones o de San Estaban.
Esa entrada de piedra blanca da acceso a la vieja ciudadela amurallada por la Vía Dolorosa, camino que recorrió Jesús desde el palacio de Pilato hasta el Gólgota, donde fue crucificado y hoy se levanta la Iglesia del Santo Sepulcro. Grupos de jóvenes palestinos ataviados con coloridos uniformes animaron el recorrido marchando rítmicamente en un ambiente distendido, mientras los vecinos musulmanes de la localidad se asomaban a sus ventanas y azoteas para disfrutar del espectáculo.
El vicecustodio de Tierra Santa, Artemio Vítores, destacó que una de las partes más bonitas de la procesión es "la llegada al Dominus Flevit (adyacente al Huerto de Getsemaní), donde Jesús lloró sobre Jerusalén y donde los fieles entonan el 'Lauda Jerusalén Dómino' y cantan: 'Alégrate Jerusalén' y 'Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del señor', en recuerdo de los antiguos peregrinos que venían a la Ciudad Santa".
Vítores apunta que Dios ha querido que los peregrinos pudieran disfrutar hoy del jubiloso encuentro en un clima soleado, tras dos días nublados y con lluvia en Jerusalén. Muchos bailaban entonando cánticos o recitando salmos en idiomas como el árabe, español, inglés, francés o griego, mientras otros animaban el desfile a lo largo de las empinadas cuestas tocando panderetas, tambores, guitarras y hasta violines, para expresar su regocijo de estar en Jerusalén un día como hoy.
Participaba del ambiente festivo un grupo de Barbastro (Huesca, España), una de cuyos miembros señaló e Efe sentirse "muy bien, muy en paz y con muchos deseos de estar aquí", ya que "es un gozo y una maravilla poder vivir en Jerusalén lo que Jesús ha trasmitido". "Estamos encantados por esta oportunidad que Dios nos ha dado de poder estar", señaló sonriente la peregrina tras rezar un Ave María con su grupo antes de iniciar los cerca de cinco kilómetros del recorrido.
Decenas de policías y soldados israelíes rodeaban las calles que atravesaba la procesión y helicópteros sobrevolaban la ciudad para garantizar que la jornada transcurriese sin incidentes. En la vecina Cisjordania, palestinos cristianos se manifestaron en protesta por las limitaciones de acceso impuestas por Israel, que impiden a los cientos de miles de fieles residentes en ese territorio ocupado puedan tomar parte de las celebraciones religiosas de Semana Santa. Las autoridades militares israelíes clausuraron a partir de hoy y durante una semana todos los accesos desde Cisjordania (donde se encuentra la ciudad de Belén), salvo para casos humanitarios, 1.800 trabajadores religiosos y estudiantes y profesores con permisos especiales.