(SIC/InfoCatólica) “El pecado –señala el cardenal–, además de dañar las relaciones con Dios, con los hermanos y consigo mismo, ha oscurecido en el corazón del hombre su capacidad para hallar el verdadero sentido de todo lo creado”. Partiendo de que “al no asumir que la creación es un don recibido, el hombre pierde la relación con el Creador”, el cardenal Rouco advierte que como consecuencia, “la creación queda rebajada hasta el extremo de no tener un destino mayor que el de ser un puro instrumento de producción y explotación”.
En este sentido, se refirió al mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz y señaló que esta visión “conduce a inaceptables abusos de la naturaleza que ponen en serio peligro la disponibilidad de algunos recursos naturales”. El arzobispo de Madrid habla también de la utilización de forma “desconsiderada” de los bienes de la tierra y dijo que esto tiene un “innegable efecto negativo”, sobre todo, en perjuicio de los pueblos menos desarrollados, que sufren “con mayor virulencia las consecuencias del comportamiento egoísta de los países más desarrollados”.
Por ello, exhorta a “tomar conciencia una vez más de la ‘urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional, especialmente en las relaciones entre países en vías de desarrollo y aquellos altamente industrializados’”. “Esta solidaridad –prosigue– nos invita a revisar seriamente el uso que hacemos de los recursos de la tierra, sin olvidar que han sido dados por Dios para beneficio de todos los hombres, y no para el bienestar y el lucro de unos pocos”. Don Antonio María destaca que en su LI Campaña, que este año lleva por lema ‘Contra el hambre, defiende la tierra’, Manos Unidas “ha querido despertar nuestra conciencia sobre este punto imprescindible a la hora de trabajar por un desarrollo integral del hombre”.
Defensa de la Creación y defensa de la vida humana
Para el cardenal, sin embargo, esta defensa de la creación no se puede plantear al margen de los problemas que afectan a la persona humana. “Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental”, recuerda.
Dice, además, que “es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas”. Y afirma: “El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral”.
Asimismo, recuerda que “los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros”. “No se pueden exigir unos y conculcar otros”, declara, pues “es –añade– una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad”.
Concluye su carta pidiendo a la Virgen “que haga muy fecunda la campaña de Manos Unidas, aliente a todos los que la hacen posible y sirva para que la creación, nacida de las manos del Creador, tienda siempre a Él, cuidada y gobernada por el hombre, que ha recibido de Dios la responsabilidad de respetar su fin último: ser alabanza de Dios y lugar donde el hombre alcance la realización de sí mismo en perfecta comunión con todos los hombres”.