El Papa León XIV denuncia la «plaga del juego»
León recibe a los alcaldes italianos, 2025 | © VaticanNews

Urge a los alcaldes italianos a promover la paz social

El Papa León XIV denuncia la «plaga del juego»

Sitúa la degradación moral y la crisis demográfica en el centro del debate político municipal y llama a recuperar la tradición del bien común frente al individualismo que «corroe la esperanza»

(InfoCatólica) León XIV advirtió este lunes en el Vaticano sobre el grave aumento de la ludopatía en Italia, que «arruina a muchas familias», y llamó a las autoridades municipales a tejer «relaciones auténticamente humanas» que combatan la soledad, la crisis demográfica y la exclusión social. El Pontífice recibió en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los representantes de la Asociación Nacional de Municipios Italianos (ANCI), acompañados por el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal de Italia, en un encuentro marcado por el tiempo de Navidad y el término del Año Jubilar.

En su discurso, el Santo Padre no eludió los problemas más acuciantes de la sociedad italiana contemporánea y trazó un programa exigente para los responsables políticos locales, a quienes definió como «maestros de la dedicación al bien común». El mensaje, pronunciado en un momento de profundas transformaciones sociales, recupera la tradición del magisterio social de la Iglesia y su llamada permanente a la responsabilidad de los gobernantes.

Una denuncia sobre la ludopatía y sus consecuencias

«Quisiera llamar la atención, en particular, sobre la lacra del juego, que arruina a muchas familias», declaró León XIV ante los alcaldes y concejales presentes. El Papa citó datos estadísticos que «registran un fuerte aumento en Italia en los últimos años» y se apoyó en el último Informe sobre pobreza y exclusión social elaborado por Cáritas Italiana para calificar la ludopatía como «un grave problema educativo, de salud mental y de confianza social».

Esta mención explícita a las adicciones al juego constituye una de las denuncias más directas del Pontificado sobre una realidad que afecta cada vez más a las familias italianas y europeas. El fenómeno, alimentado por la proliferación de casas de apuestas y plataformas digitales, supone un desafío tanto para las políticas públicas como para la cohesión comunitaria.

La soledad en sus múltiples formas

El Santo Padre amplió su diagnóstico a otras manifestaciones de la crisis social contemporánea. «No podemos olvidar tampoco otras formas de soledad que padecen muchas personas: trastornos psíquicos, depresiones, pobreza cultural y espiritual, abandono social. Son señales que indican cuánta necesidad hay de esperanza», advirtió el Pontífice.

León XIV enumeró además los desafíos estructurales que enfrentan las comunidades locales: la crisis demográfica, las dificultades de las familias y los jóvenes, la soledad de los ancianos, el grito silencioso de los pobres, la contaminación del medio ambiente y los conflictos sociales. «Mientras tratan de dar respuestas, saben bien que nuestras ciudades no son lugares anónimos, sino rostros e historias que hay que custodiar como tesoros preciosos», recordó a las autoridades municipales.

El poder como servicio y responsabilidad

En su reflexión sobre el ejercicio del poder, el Papa estableció un contraste simbólico entre la encarnación de Cristo y la figura del rey Herodes. «La matanza de los inocentes que él ordenó no solo significa la pérdida del futuro para la sociedad, sino que es manifestación de un poder inhumano, que no conoce la belleza del amor porque ignora la dignidad de la vida humana», señaló.

Frente a este poder despótico, el nacimiento del Señor «revela el aspecto más auténtico de todo poder, que es ante todo responsabilidad y servicio». Para que cualquier autoridad pueda expresar estas características, el Santo Padre subrayó la necesidad de «encarnar las virtudes de la humildad, la honestidad y el compartir», identificando la escucha como «dinámica social que activa estas virtudes».

El ejemplo de Giorgio La Pira

León XIV propuso como modelo a seguir la figura del venerable Giorgio La Pira, exalcalde de Florencia, de quien citó un elocuente discurso a los concejales florentinos. «Ustedes tienen un solo derecho frente a mí: el de negarme su confianza. Pero no tienen derecho a decirme: Señor alcalde, no se preocupe por las personas sin trabajo, despedidos o desempleados, sin hogar, desahuciados, sin asistencia, ancianos, enfermos, niños», recordó el Papa las palabras de La Pira.

El político católico italiano afirmaba que ante el sufrimiento de cualquier ciudadano tenía «un deber preciso: intervenir de todas las maneras posibles, con todos los recursos que el amor sugiere y que la ley proporciona, para que ese sufrimiento se reduzca o se alivie». Esta referencia no es casual en un contexto donde el Santo Padre reclamó a los responsables locales que se conviertan en «maestros de la dedicación al bien común».

Cohesión social y escucha de los más vulnerables

«La cohesión social y la armonía cívica requieren, en primer lugar, escuchar a los más pequeños y a los pobres», insistió el Pontífice, advirtiendo que sin este compromiso «la democracia se atrofia, se convierte en nominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad». La cita pertenece a un discurso del papa Francisco, cuyo magisterio continúa presente en la enseñanza de su sucesor.

El Papa también recuperó las palabras de don Primo Mazzolari, sacerdote atento a la vida del pueblo, quien escribía que «el país no solo necesita alcantarillado, casas, carreteras, acueductos y aceras. El país también necesita una forma de sentir, de vivir, una forma de mirarse, una forma de fraternizar». Esta dimensión cultural y espiritual de la administración pública, según León XIV, permite que la actividad política encuentre «su plena realización, porque hace crecer los talentos de las personas, dando profundidad cultural y espiritual a las ciudades».

Esperanza contra el conformismo

Al término del Año Jubilar, el Santo Padre compartió con los alcaldes italianos el tema central de la convocatoria jubilar realizada por Francisco: la esperanza. Citando la Bula Spes non confundit, el Papa recordó que todos «necesitan recuperar la alegría de vivir, porque el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente».

El texto advierte sobre el peligro del encierro «en el individualismo» que «corroe la esperanza, generando una tristeza que se anida en el corazón, volviéndonos desagradables e intolerantes». León XIV exhortó así a los presentes a «tejer relaciones auténticamente humanas entre los ciudadanos, promoviendo la paz social» y a proyectar juntos «el mejor futuro para sus tierras, en la lógica de una promoción humana integral».

El encuentro concluyó con la bendición apostólica y los deseos del Papa para el nuevo año, animando a los representantes municipales a afrontar «eficazmente sus responsabilidades» con la ayuda de Dios y el compromiso compartido con colaboradores y conciudadanos. El Pontífice les deseó una «buena peregrinación» en 2026, año que mantendrá abierto el espíritu jubilar.

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