(LST/InfoCatólica) Un centro investigador británico ha informado del lanzamiento de un nuevo ensayo —llamado Pathways Trial— que planea reclutar alrededor de 226 jóvenes de entre 10 y 15 años con confusión de identidad de género, para recibir bloqueadores hormonales que suspenden la pubertad.
El tratamiento con bloqueadores de pubertad detiene los cambios biológicos propios de la adolescencia, lo que ha sido asociado en algunos estudios con posibles riesgos sobre la fertilidad, la densidad ósea y el desarrollo neurológico.
Este ensayo se propone generar nueva evidencia científica sobre los efectos a largo plazo de la supresión de la pubertad en menores con discrepancia de género —evaluando riesgos y posibles beneficios— mediante seguimiento clínico y psicológico durante varios años.
No obstante, la iniciativa ha generado críticas desde distintos sectores. Especialistas en salud y ética advierten de la dificultad de prever plenamente las consecuencias físicas y mentales de interrumpir el desarrollo natural de un menor. Señalan que un tratamiento con efectos duraderos podría comprometer su salud física, especialmente la densidad ósea y la fertilidad, así como su desarrollo cerebral.
Además, se plantea un fuerte dilema ético: resulta problemático que niños o adolescentes, cuya madurez física y psíquica aún no está consolidada, sean objeto de intervenciones hormonales con efectos posiblemente irreversibles, incluso si cuentan con el consentimiento de sus padres o tutores.
Desde la enseñanza de la Iglesia Católica, la vida humana tiene un valor inviolable desde su concepción hasta la muerte natural, y toda intervención médica debe respetar la dignidad integral de la persona. En este sentido, la administración de bloqueadores de pubertad a menores —especialmente en el contexto de incongruencia de género— suscita serias objeciones morales: implica modificar deliberadamente el desarrollo natural del cuerpo con el fin de alterar la identidad sexual aparente. Esto, según la doctrina católica, se considera contrario al respeto debido a la integridad corporal y a la vocación del ser humano a aceptar su naturaleza dada. Por ello, muchos creyentes defienden que en estos casos lo adecuado es ofrecer acompañamiento, apoyo psicológico o pastoral, cuidado integral y protección de la integridad del menor, en lugar de aplicar tratamientos hormonales que puedan marcar su vida de forma irreversible.
