(Actuall/InfoCatólica) Un reciente informe elaborado por el Observatorio para la Libertad Religiosa ha puesto de manifiesto una preocupante realidad: el 67% de los sacerdotes católicos en España afirman haber sido objeto de insultos o burlas por el simple hecho de llevar el alzacuello. Entre los calificativos más comunes que han recibido se encuentran términos como «cuervo», «pederasta» o «sinvergüenza». Algunos incluso han sido escupidos o marginados socialmente por su condición clerical.
El estudio, presentado el pasado 1 de abril en un acto celebrado en el Congreso de los Diputados, revela que el 90% de los encuestados percibe que los medios de comunicación contribuyen a la difusión de estereotipos negativos sobre el clero. Además, el 15% señala haber sido excluido de eventos sociales o culturales, mientras que un 39% expresa sentirse denigrado por la frecuente asociación entre el sacerdocio y la pederastia.
Los testimonios recogidos por el informe son preocupantes. Algunos sacerdotes han tenido que escuchar expresiones profundamente ofensivas como: «estáis en contra del aborto para tener más niños a los que abusar» o «guardad a los niños que entra el cura». En una ocasión, una concejala llegó a saludar a un sacerdote con estas palabras: «saludo al enemigo del pueblo».
El 9% ha denunciado haber sido objeto de amenazas o coacciones, e incluso se han reportado casos de agresiones físicas o amenazas de muerte. También se han detectado incidentes con artefactos explosivos caseros dirigidos a domicilios de sacerdotes.
Los ataques no se limitan a las personas: el 48% de los participantes asegura que sus iglesias o parroquias han sufrido actos de vandalismo, como pintadas con mensajes agresivos del tipo «la única iglesia que ilumina es la que arde» o «no metáis vuestros rosarios en nuestros ovarios». Uno de los datos más alarmantes es que el 19% ha informado de sacrilegios o profanaciones en sus templos, lo que ha llevado a muchas comunidades parroquiales a instalar sistemas de alarma y contratar seguridad privada.
María García, presidenta del Observatorio, ha solicitado al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que refuerce la protección de las catedrales, especialmente ante amenazas como las emitidas por el Estado Islámico. Hasta el momento, no ha habido respuesta oficial por parte del gobierno.
Durante la presentación del informe, el profesor de Derecho Eclesiástico de la Universidad Autónoma de Madrid, Marcos González, defendió la vigencia de la legislación española en materia de libertad religiosa. «No está muerta, como algunos creen, y existe jurisprudencia clara», afirmó. Como ejemplo, citó una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 1999 que prohibió la difusión de una película blasfema, argumentando que, si bien es legítima la crítica al hecho religioso, no lo son la injuria, la calumnia o el insulto gratuito.
También recordó varios precedentes judiciales en España. En 2017, el Tribunal Supremo sancionó a unos jóvenes que interrumpieron una ceremonia religiosa en Palma de Mallorca. En 2019, la Audiencia Provincial de Madrid condenó a dos activistas de Femen por irrumpir en una misa en la catedral de la Almudena. Y más recientemente, en 2020 y 2021, hubo condenas por actos similares ocurridos en Gerona y Málaga, respectivamente.
González subrayó que otros países europeos protegen de forma más robusta la libertad religiosa. «En 21 de los 27 Estados miembros de la Unión Europea existe protección legal explícita del hecho religioso, y en 11 de ellos es incluso más amplia que en España», indicó. Y concluyó con una advertencia: «cuando un país no protege la libertad religiosa, tampoco protege el resto de libertades; no podemos normalizar el insulto; la democracia es incompatible con los ataques a la libertad religiosa».
En la misma línea, intervino también Ramón Ubillos, representante de la Confederación de Iglesias Evangélicas, quien denunció lo que calificó como «cristianofobia». Señaló que muchos actos de contenido religioso tienen que presentarse como «culturales» para ser aceptados públicamente. «El cristianismo es un bien para el mundo social, cultural y político», concluyó.