(CNA/InfoCatólica) Este domingo 6 de abril, quinto domingo de Cuaresma, la Basílica de San Pedro en el Vaticano renovará una de las tradiciones más antiguas y conmovedoras de la Iglesia: la solemne exposición del «Velo de la Verónica», el paño que, según la tradición, fue utilizado para secar el rostro de Cristo camino al Calvario y en el que quedó impresa su santa imagen.
La ceremonia tendrá lugar hoy a las 6:00 p.m. (hora local). Durante la entonación de las letanías, los fieles recorrerán las naves de la basílica ingresando por la Puerta Santa. Desde la logia de la Verónica, se mostrará la reliquia del Santo Rostro en una liturgia extraordinaria cargada de simbolismo y espiritualidad.
A continuación, el cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la Basílica de San Pedro, celebrará la Santa Misa acompañado por los canónigos de la basílica, cerrando esta jornada litúrgica de profunda devoción cuaresmal.
Una reliquia que sigue hablando al corazón de los fieles
El Velo de la Verónica está ligado a la sexta estación del Vía Crucis, en la que una mujer —conocida como Verónica— limpia el rostro de Jesús mientras Él lleva la cruz hacia el Calvario. La tradición sostiene que el rostro de Cristo quedó grabado en el paño como una «vera icona», es decir, una «verdadera imagen».
El lienzo, conocido también simplemente como «la Verónica», se guarda celosamente en la Basílica de San Pedro junto con otras dos reliquias de gran significado: un fragmento de la Santa Cruz y la lanza de san Longinos, el centurión que perforó el costado de Jesús en la cruz.
El paño está custodiado en una capilla situada detrás de un balcón que se alza sobre una majestuosa estatua de santa Verónica esculpida por Francesco Mochi, ubicada en uno de los pilares que sostienen la gran cúpula de la basílica.
Aunque el nombre de Verónica no aparece en los Evangelios canónicos, la tradición cristiana la ha identificado con la mujer hemorroísa que fue sanada por Jesús, y también aparece en textos apócrifos, como los Hechos de Pilato del siglo VI, donde se relata que secó el rostro del Señor con un velo durante su Pasión.
Hoy, miles de fieles y peregrinos se preparan para contemplar esta sagrada reliquia y meditar, en el corazón de la Iglesia, sobre el rostro sufriente de Cristo, imagen viva del amor redentor de Dios.