(ACIPrensa/InfoCatólica) La situación en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) continúa deteriorándose. El grupo armado M23, considerado el más poderoso entre las numerosas milicias activas en la región, avanza hacia Bukavu, la capital de Kivu del Sur.
A finales de enero, el M23 llevó a cabo un intenso bombardeo sobre la ciudad de Goma, una metrópoli fronteriza con Ruanda que alberga a 1.600.000 personas y que ahora se encuentra bajo su control. A pesar de ello, aún persisten focos de resistencia por parte de las fuerzas congoleñas y sus aliados. Este prolongado conflicto, que lleva más de tres décadas desangrando al país, ha causado estragos incalculables. La Misión de las Naciones Unidas en la RDC (MONUSCO) estima que los enfrentamientos recientes han dejado al menos 3.000 muertos, aunque según el obispo de Goma, Mons. Willy Ngumbi Ngengele, la cifra real podría ser aún mayor.
En diálogo con ACI Prensa, Mons. Ngumbi describió la grave crisis humanitaria que se ha desencadenado debido a la violencia: «Muchas personas han muerto. Decenas de edificios han sido destruidos, entre ellos escuelas y hospitales. La situación es terrible: no hay comida, ni agua, ni electricidad. La gente no tiene dinero, los bancos siguen cerrados. Es un serio problema para los padres conseguir alimentos».
El obispo se encontraba en Bruselas cuando Goma cayó bajo el control del M23, participando en reuniones con la Comisión de Conferencias Episcopales de la UE (COMECE). Al enterarse de lo sucedido, regresó de inmediato al país, llegando a Kinshasa el 28 de enero y trasladándose por carretera hasta Goma el 3 de febrero, ya que el aeropuerto de la ciudad permanece cerrado, impidiendo tanto la evacuación de heridos como la llegada de ayuda humanitaria.
Los ataques han afectado diversas instalaciones administradas por la Iglesia Católica, entre ellas la maternidad del Hospital de la Caridad de Goma, que fue el primer lugar que visitó Mons. Ngumbi al regresar de Europa. «Una de las bombas cayó en la unidad de neonatología. Las madres están traumatizadas. Me dije a mí mismo que fue un milagro que no hayan muerto más recién nacidos», relató.
Un llamado a la paz: el Pacto Social
En medio de la crisis, Mons. Ngumbi ha buscado alternativas para lograr la paz. La semana pasada, junto con representantes de diversas iglesias cristianas, sostuvo una reunión con la cúpula del M23, tres semanas después de la ocupación de Goma.
Durante el encuentro con Corneille Nangaa, coordinador político de la Alianza del Río Congo (AFC)/M23, presentó su iniciativa del Pacto Social por la Paz y el Bienestar, una propuesta que busca poner fin a la violencia y fomentar la convivencia pacífica en la región de los Grandes Lagos.
«Hay que salir de la lógica fratricida y subordinar todos los intereses al de la paz», expresó. Asimismo, destacó la necesidad del diálogo para evitar que la guerra se extienda a otros países, como Burundi, lo que podría derivar en una crisis a nivel regional.
«Si proponemos este diálogo inclusivo, es precisamente para evitar la globalización del conflicto», advirtió. «Los rebeldes son nuestros hermanos»
Para Mons. Ngumbi, los integrantes del M23 no deben ser vistos únicamente como adversarios, pues forman parte de la comunidad.
«Incluso cuando hablamos del M23, de la AFC o del Gobierno, todos somos hermanos. Los jóvenes del M23 son jóvenes de nuestros barrios», afirmó.
Desde su perspectiva, es fundamental hallar un modelo de convivencia que permita a la población vivir en armonía: «Debemos hallar el modo de que la gente pueda vivir junta en la felicidad, no en el conflicto».
El trasfondo económico del conflicto
Mons. Ngumbi también abordó la cuestión económica detrás del apoyo de Ruanda al M23, señalando que los intereses por la explotación de los recursos naturales del este del Congo juegan un papel clave en la persistencia del conflicto.
«No podemos olvidar que la raíz del conflicto es, en gran parte, la explotación de los recursos naturales del Congo», denunció.
En ese sentido, lamentó la paradoja de que un país con enormes riquezas naturales tenga a su población sumida en la pobreza debido a la guerra: «Es una pena que tengamos un país tan rico y una población tan empobrecida, precisamente a causa de los conflictos».
Desplazados y crisis humanitaria
La ofensiva del M23 ha obligado a miles de personas a huir de sus hogares, generando una grave crisis humanitaria. La llegada de los rebeldes a Goma a finales de enero también llevó a la evacuación de cientos de trabajadores humanitarios, ya que muchas ONG tenían su base en la ciudad.
En los campamentos improvisados, los desplazados enfrentan condiciones extremas. «No tienen comida ni agua porque tuvieron que huir con lo puesto para salvar sus vidas», alertó el obispo.
Por ello, hizo un llamado a la comunidad internacional para que no abandone al pueblo congoleño en este momento crítico: «No es el momento de dejarnos solos. Es el momento de estar presentes con nosotros. A los que se han ido, les pido que vuelvan, con la esperanza de que el conflicto sea cosa del pasado y que avancemos hacia la paz».