(InfoCatólica) Mons Stefan Oster es de los pocos obispos alemanes que no se oponen a la fe católica. No ha aceptado las tesis heterodoxas del sínodo alemán y siempre se ha manifestado en contra de la deriva que la Iglesia está siguiendo en su país.
Entrevistado por Matthias Wunder para Kirche bunt, el periódico semanal de la diócesis de austrica de St. Pölten, explica por qué es errada la tesis de quienes quieren cambiar la Iglesia para hacerla más atractiva a la sociedad:
«...nadie se acercará más a Cristo solo porque cumplamos con las demandas político-eclesiales de una sociedad moderna, que, en mi opinión, a menudo afectan al núcleo de la fe y nuestra comprensión sacramental de la Iglesia, incluso llegando a transformarlos»
Y pide volver a lo esencial, de forma que la renovación de la Iglesia pueda producirse «a través del regreso al centro del Evangelio y a Cristo como Aquel que está realmente presente y quiere transformar primero nuestros corazones antes de abordar las estructuras». «Si esta “conversión” no ocurre», advierte, «creo que las demandas o iniciativas de reforma estarán destinadas al fracaso».
Entrevista completa a Mons. Stefan Oster
Usted es miembro de la orden de los Salesianos, una congregación que tiene en su ADN el trabajo con jóvenes. ¿Qué lo llevó a elegir esta orden para su camino espiritual?
Siempre me ha gustado estar con niños y jóvenes, y desde temprano creció en mí la convicción de que ayudar a los jóvenes a crecer bien en la vida es un servicio importante. Cuando me reafirmé en la fe, comprendí a la persona humana de una manera renovada desde Cristo, y desde entonces quise contribuir a la “humanización del ser humano”.
Este año celebra su décimo aniversario como obispo de Passau. Fue consagrado obispo a los 49 años, una edad relativamente joven. Desde su perspectiva actual, ¿diría que su juventud fue una ventaja en su labor como obispo?
Ambas cosas: era joven, y probablemente para muchas personas resulté “fresco” y “diferente” de lo que normalmente se esperaba de un obispo. Sin embargo, no tenía idea de lo que realmente implicaba el servicio episcopal, de lo que significaba. No era un hombre de la curia, tampoco había sido párroco. Soy salesiano de Don Bosco. Por eso estoy profundamente agradecido a algunas personas muy leales que me ayudaron a encontrar mi camino en este cargo.
En la Conferencia Episcopal Alemana, usted es vicepresidente de la Comisión de Juventud. ¿Qué tendencias observa en la pastoral juvenil en Alemania?
Nuestra pastoral juvenil tiene una gran diversidad. En la Conferencia Episcopal hemos desarrollado directrices que reflejan este espectro y que, a pesar de la diversidad, subrayan que, en todas partes, se trata de invitar a las personas a la amistad con Jesús. En Alemania, nuestra pastoral está numéricamente dominada por el trabajo juvenil en asociaciones. Tenemos grandes asociaciones, como la Juventud Rural, los Scouts, la Juventud Kolping, entre otras, que están agrupadas bajo el paraguas de la Federación de la Juventud Católica Alemana (BDKJ).
Además, hay un trabajo muy fuerte con los monaguillos, también en términos numéricos. Esto es menos frecuente en otros países. En esos lugares, veo otras iniciativas que, más que aquí, enfatizan el aspecto de la nueva evangelización. Algo que encuentro interesante en Alemania es que en los últimos años han surgido iniciativas que ponen un nuevo énfasis en la dimensión espiritual, como la adoración, el worship, el fortalecimiento de la fe y el discipulado. Esto supone un desafío para las asociaciones, que trabajan más en actividades sociales y políticas y, sobre todo, en la formación para la democracia. Y viceversa: las comunidades más orientadas espiritualmente también necesitan el reto que presentan las iniciativas sociales. Sin embargo, el descenso generalizado en el número de jóvenes pone de manifiesto un problema que afecta prácticamente a todas nuestras parroquias: ¿dónde están realmente los jóvenes?
¿Tiene algún punto de comparación a nivel europeo o internacional? ¿Qué temas son importantes para los jóvenes católicos de otros países?
Por ejemplo, en el Día Mundial de la Juventud observé que ciertos temas que para muchos jóvenes de nuestro país son prioritarios, como las cuestiones de género, el compromiso ecológico o la participación de las mujeres en el ministerio ordenado, son menos relevantes en otros países. En estas reuniones internacionales, para otros jóvenes los temas principales suelen ser la dimensión espiritual: los sacramentos, la doctrina de la Iglesia y otros aspectos similares. En Estados Unidos, por ejemplo, he conocido algunas iniciativas que son claramente muy fructíferas, como FOCUS o NET Ministries. Estas han integrado con fuerza el impulso de la nueva evangelización. En nuestro país, veo esto como un desafío, ya que la situación general de la Iglesia tiende a generar una mirada crítica hacia estas iniciativas, incluso desde dentro de la Iglesia.
¿Logra mantener contacto con los jóvenes? De ser así, ¿cómo lo hace?
Durante nueve de mis diez años como obispo, organicé encuentros de oración quincenales con jóvenes y adultos jóvenes. De ahí surgió mucho. Hoy sigo reuniéndome con jóvenes con frecuencia, especialmente en confirmaciones, visitas pastorales y encuentros con asociaciones juveniles. Además, soy activo en redes sociales, lo que me permite mantener contacto y recibir retroalimentación de los jóvenes. También vivo en una casa compartida. Mis compañeros de piso ya no son adolescentes, pero como adultos jóvenes, son significativamente más jóvenes que yo.
Usted a menudo se opone a las declaraciones del Comité Sinodal. Este movimiento busca hacer que la Iglesia sea más atractiva y rejuvenecerla. ¿Cree que pueden lograrlo de esta manera?
No. Entiendo que haya personas que deseen esta dirección y el porqué, pero no creo que sea fructífero. Al final, nadie se acercará más a Cristo solo porque cumplamos con las demandas político-eclesiales de una sociedad moderna, que, en mi opinión, a menudo afectan el núcleo de la fe y nuestra comprensión sacramental de la Iglesia, incluso llegando a transformarlos. Estoy convencido de que, a lo largo de la historia, la Iglesia siempre se ha renovado primero espiritualmente, desde adentro hacia afuera. A través del regreso al centro del Evangelio y a Cristo como Aquel que está realmente presente y quiere transformar primero nuestros corazones antes de abordar las estructuras. Si esta “conversión” no ocurre, creo que las demandas o iniciativas de reforma estarán destinadas al fracaso.
Según su experiencia personal, ¿qué atrae a los jóvenes a Dios y a la Iglesia?
Cuando encuentran personas que, desde su profundidad interior, claridad y autenticidad, viven de tal manera que irradian mayor alegría y libertad. Cuando encuentran personas capaces de amar sin segundas intenciones. Cuando conocen a personas realmente dispuestas a caminar con ellos en una comunidad de fe. Y cuando encuentran lugares e iniciativas en la Iglesia donde pueden ser protagonistas de su propia vida de fe, no tratados paternalistamente, sino acompañados con amistad.