(Arch Valencia/InfoCatólica) El prelado pidió que «las dificultades no nos lleven a caer en la insolidaridad, que las diferencias no lleguen a convertirse en divisiones, que las perspectivas distintas a la hora de afrontar los problemas no perjudiquen a los más necesitados, y que los intereses propios no prevalezcan sobre el bien común. Solo así podremos mirar el futuro con esperanza».
En la Eucaristía, concelebrada por los párrocos de la «zona cero», Obispos valencianos, el Consejo Episcopal y el Cabildo, –ante la presencia de SSMM los Reyes de España– mons. Benavent expresó que «el sufrimiento se superará si juntos somos capaces de ponernos en pie, de mirar el futuro con esperanza, de unir nuestras fuerzas en favor de los más golpeados por la tragedia».
En su homilía, el Arzobispo recordó que «nuestra celebración tiene un carácter estrictamente eclesial». Mons. Benavent añadió que «ciertamente no hemos sido los únicos. Otros lo han hecho desde sus propias convicciones y nos tenemos que alegrar por ello, porque el bien ha de ser valorado venga de donde venga y esta experiencia de cercanía a los que sufren nos ha ayudado a sentirnos hermanos de todos».
«Como Iglesia hemos sufrido las consecuencias de este acontecimiento: personas que participaban habitualmente en la vida de nuestras parroquias o que simplemente compartían nuestra fe son víctimas de esta tragedia; la vida de nuestras parroquias se ha visto alterada, al igual que la vida de nuestros pueblos y ciudades».
El Arzobispo afirmó que «todos hemos compartido una misma experiencia y, como nos sentimos hermanos de todos, a todos los queremos incluir en nuestra oración. No hemos pretendido hacer otra cosa al convocar esta celebración: como Iglesia diocesana hemos querido manifestar que compartimos el sufrimiento de todos, que queremos estar cerca de todos, y que queremos orar por todos».
El consuelo de Cristo
También mons. Benavent quiso destacar que «como Iglesia no podemos ser indiferentes ante el sufrimiento, y estamos llamados a ofrecer a todos el consuelo de Cristo» y recordó que cuando visitó las localidades afectadas «percibió la tristeza de las miradas, el dolor y el sufrimiento de muchas personas».
Ante este dolor, «no podemos quedar indiferentes. Por ello, «como Iglesia hemos querido acompañar a todos, ayudar en la medida de nuestras posibilidades. Lo hemos querido hacer y lo continuaremos haciendo mientras sea necesario».
Y de nuevo, el Arzobispo agradeció los gestos y palabras del papa Francisco, «que nos han confortado a todos; los testimonios de las parroquias, grupos de jóvenes, instituciones eclesiales, sacerdotes y religiosos… que han querido ponerse al servicio de los que están sufriendo».
Pero «a menudo sentimos que nuestros gestos y palabras no bastan. Hay dolores que no podemos curar. En muchos momentos nos encontramos con personas que no podemos liberarlas de su cruz, únicamente podemos ayudarlas a llevarla. En estos casos, los cristianos anunciamos que únicamente en Cristo podemos encontrar el consuelo y que nuestra misión es llevar a las personas a Cristo para que encuentren en él la paz que necesitan».
Según el Arzobispo, «esta celebración orante es un gesto de cercanía: le pedimos al Señor que conceda el descanso a nuestros hermanos difuntos, el consuelo a las familias de los desaparecidos, la esperanza a todos los que están viviendo las consecuencias de estas inundaciones».
Para nosotros los cristianos «la oración es un acto de amor: a quienes tenemos en el corazón, los ponemos en la presencia de Dios. La oración es un gesto de amor que nace del corazón y que tiende a que Dios toque el corazón del otro».
Y «en nuestra oración le pedimos también al Señor que sane nuestro corazón: que ponga luz donde hay oscuridad, esperanza donde hay desesperación, paz donde haya división, amor donde hay odio y perdón donde haya ofensa», señaló.
El Arzobispo de Valencia se refirió al tiempo de Adviento como un tiempo de esperanza y señaló que la esperanza debe iluminar nuestra vida incluso en los momentos más difíciles:
«En los acontecimientos tan dramáticos que hemos vivido, hemos visto muchos signos de esperanza, muchas personas que han fortalecido las manos débiles, que han animado a los inquietos y les han dicho: “sed fuertes, no temáis”, personas que han puesto gestos de alegría en medio de tanto sufrimiento. Son como pequeños brotes en medio de un desierto».
Arriesgaron su vida por salvar a otros
Precisamente, mons. Benavent expresó que esa experiencia de solidaridad «ha sacado a la luz lo mejor que hay en el corazón del ser humano: ha habido personas que en las horas más dramáticas han arriesgado su vida para salvar la de los demás; vimos la solidaridad de asociaciones e instituciones, entre las que hay que mencionar a la Iglesia, que ofrecieron sus locales e instalaciones para acoger a los afectados y ofrecerles lo que necesitaban en los primeros momentos; el testimonio de los miles y miles de voluntarios, muchos de ellos jóvenes que, de una manera espontánea, se ofrecieron para ayudar a los afectados; la profesionalidad de los cuerpos de seguridad y de muchos servidores públicos venidos de toda España, que no se limitaron a realizar su trabajo, sino que lo hicieron con un auténtico espíritu de servicio y entrega. Todo esto es una manera de acercarse a todos los que están sufriendo para aliviar en lo posible su dolor, para sembrar esperanza en su corazón».
A todos ellos «no solo debemos agradecerles lo que han hecho. Lo más importante es lo que nos han enseñado y todos deberíamos aprender: que la auténtica solidaridad en la de aquellos que ponen a las personas que sufren en el centro de su acción y se olvidan de sí mismos y de sus intereses. Una solidaridad cristiana es una solidaridad desinteresada».
Finalmente, el Arzobispo finalizó su homilía haciendo referencia a la Virgen de los Desamparados, cuya imagen peregrina acompañó la ceremonia desde el presbiterio y días atrás visitó algunas de las localidades más afectadas por la DANA:
«Els que més patixen són els que ocupen el primer lloc en el seu cor. Ella, que va ser la que més a prop va estar del seu Fill en el moment de la creu, és la que està hui més prop de tots els que patixen. Que tots arribeu a experimentar el seu consol i la seua protecció maternal. Amén».
Los Reyes dieron el pésame a las familias
Una vez concluida la misa, SSMM los Reyes acompañados por el Arzobispo dieron el pésame a las familias de los fallecidos, que ocuparon un lugar preferencial en la nave central de la Catedral.
También estuvieron presentes los alcaldes de todas las localidades de las zonas afectadas por las inundaciones, entre ellas la Alcaldesa de Valencia por la pedanía de La Torre y, entre otras autoridades, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón; la delegada del Gobierno y el Ministro de Jornada; la presidenta de Les Corts; y la presidenta del TSJCV; la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero; el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres; la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijoó y varios presidentes autonómicos como el andaluz Juanma Moreno Bonilla y de Murcia, Fernando López Miras.