(InfoCatólica) Catástrofe humanitaria en España debido a las inundaciones producidas por un fenómero meterológico que ya ha provocado otras desgracias similares en el pasado.
La gota fría, también llamada DANA (depresión aislada en niveles altos») es un fenómeno meteorológico en forma de masa de aire que se desprende por completo de una corriente muy fría y que desciende sobre otra de aire caliente produciendo grandes perturbaciones atmosféricas acompañadas de precipitaciones muy intensas.
En España aparece cuando un frente de aire polar muy frío, una corriente en chorro, avanza lentamente sobre Europa Occidental, a gran altura (normalmente 5-9 km) y que, al chocar con el aire más cálido y húmedo del mar Mediterráneo, genera fuertes y dañinas tormentas.
Las imágenes que ofrecen los medios de comunicación son trágicas, con gente siendo arrastrada por las aguas, localidades inundadas hasta un segundo piso de altura, y un nivel de destrucción como no se recuerda en mucho tiempo, si es que alguna vez ha llegado a alcanzar esta gravedad.
La Iglesia en Valencia ya ha ofrecido sus instalaciones para acoger a quien ha sufrido la pérdida del hogar y sus pertenencias.
El número de muertos crece según pasan las horas y es bastantes probable que supere de lejos el centenar. Entre las víctimas mortales hay al menos cuatro niños.
Por el momento ya es la tercera catástrofe natural más grave en la historia de España desde que se tienen registros. Y las lluvias van a continuar durante los próximos días, lo que va a dificultar el rescate de fallecidos y la ayuda a quienes están aislados por el agua. La Unidad Militar de Emergencias se ha desplegado en las labores de ayuda a la población.
El gobierno ya ha decretado luto oficial y la calificación de zona «altamente afectada por fenómeno natural» para las zonas más afectadas.
Apoyo de la CEE
Mons. Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, y Mons. Francisco César García Magán, secretario general, han remitido una carta a Mons. Enrique Benavent, arzobispo de Valencia, y otro escrito a Julián Ros, como administrador diocesano de Albacete, en el que muestran su dolor y cercanía ante los momentos difíciles que están viviendo en sus diócesis.
En nombre de todos los obispos, les hacemos llegar «nuestras sinceras condolencias por las pérdidas humanas, así como nuestra cercanía y oración por todos los que están sufriendo los daños materiales o físicos ocasionados por este tipo de situaciones catastróficas«, señalan en el escrito.
Además, ruegan que hagan llegar también «nuestras condolencias y oraciones» a sus diocesanos y, especialmente, a las familias afectadas.
Mons. Luis Argüello, a primera hora de esta mañana, a través de la red social X, también ha expresado sus «condolencias y oración por los fallecidos y todos los damnificados, así como el compromiso de ayuda de la CEE. Invoco a la Virgen de los Desamparados que consuele y sostenga a todos».
Mons. Benavent da las gracias
El Arzobispo de Valencia, mons. Enrique Benavent quiere manifestar públicamente su agradecimiento de todas y cada una de las diócesis de España que están ofreciéndose desde que conocieron la tragedia, para ayudar a todos los valencianos, presentes en su oraciones y dispuestos a ayudar en todas las necesidades, así como el mensaje recibido del propio presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Luis Argüello.
Desde primera hora de la mañana se ha vuelto a poner en marcha la coordinación del Arzobispado con las vicarías episcopales de las zonas afectadas, ya que muchas parroquias que estaba previsto que abrieran instalaciones tanto desde las mismas como desde las Cáritas parroquiales para ayudar a las víctimas y familias, también se han visto afectadas, inundadas, aisladas y sin comunicación.
Todavía muchas de ellas siguen incomunicadas y anegadas si bien a través de los operativos de las vicarías y arciprestazgos se sigue contactando para ayudar a los afectados.
La Archidiócesis de Valencia cuenta además con la coordinación de Cáritas diocesana. El Arzobispado se mantiene en comunicación directa con vicarías episcopales, arciprestazgos y Cáritas para seguir pendientes de las necesidades de los afectados por esta tragedia y está conociendo la situación a través de los testimonios de párrocos con los que se ha podido contactar, inmersos en las zonas de la tragedia.