(Catholic Herald/InfoCatólica) Las nuevas disposiciones forman parte de un conjunto de nuevos estatutos publicados el sábado, coincidiendo con la festividad de San Pedro y San Pablo. Uno regula la Fabbrica di San Pietro, es decir, la administración de la basílica, y el otro su «capítulo», que se refiere a un cuerpo de sacerdotes jubilados que asisten en la vida litúrgica y sacramental.
Las reglas se aplican a todos los empleados de la basílica, incluidos expertos artísticos y arquitectos, además de los llamados Sampietrini, que son obreros encargados del mantenimiento y las operaciones rutinarias.
Además, se prohíbe al personal «participar en actividades o asistir a eventos inapropiados para un empleado del Vaticano». La mayoría de los observadores interpretan esta disposición como una referencia a eventos como el desfile del Orgullo Gay que se celebró en Roma el 15 de junio.
Las nuevas reglas también abordan las filtraciones crónicas que han afectado al Vaticano en los últimos años, resultando en dos escándalos separados conocidos como «Vatileaks».
Juramento de secreto profesional
El personal debe, al momento de ser contratado, hacer una profesión de fe o un juramento de lealtad, incluyendo la promesa de mantener el «secreto profesional», generalmente referido a la confidencialidad, ante uno de los superiores de la basílica.
A los empleados también se les prohíbe dar entrevistas a medios de comunicación sin autorización y divulgar cualquier información cubierta por el «secreto pontificio». No pueden invitar a personas ajenas a su lugar de trabajo ni retirar «documentos originales y copias fotográficas o electrónicas y otros materiales de archivo».
En una clara ruptura con prácticas anteriores, las normas también desalientan el nepotismo, prohibiendo la contratación de parientes cercanos de empleados actuales sin el consentimiento expreso del cardenal a cargo de la basílica.
Entre las nuevas reglas para el capítulo de la basílica, se especifica que los canónigos se convertirán en meramente «honorarios» una vez que alcancen los 80 años y ya no recibirán estipendios, aunque se les permitirá conservar su título y participar en actividades litúrgicas y pastorales en la basílica. También conservarán el derecho a ser enterrados en la capilla del capítulo.
Las mismas reglas se aplican a los canónigos que no hayan participado en reuniones y eventos litúrgicos en la basílica durante más de un año.
El capítulo de la basílica ha existido como institución desde la segunda mitad del siglo XI. Originalmente, el papel del capítulo era supervisar la vida sacramental en la basílica y administrar sus propiedades, incluidas obras de arte, otros bienes e incluso bienes raíces donados al papado.
Hoy en día, la supervisión financiera ha sido en gran medida transferida a la administración de la basílica, mientras que el capítulo se ha centrado más en asuntos litúrgicos y sacramentales. Está compuesto por un vicario y 34 miembros, en su mayoría clérigos jubilados, que tradicionalmente han recibido un estipendio y alojamiento, además de honorarios por servicios específicos.
El Papa no es contrario a los tatuajes
En 2018, el papa Francisco insistió en que la Iglesia no debería tener «miedo» de los tatuajes que muchos jóvenes exhiben, diciendo que los sacerdotes pueden aprender de ellos porque a menudo comunican algo importante sobre la personalidad de quien los lleva.
«Es importante no tener miedo. Con los jóvenes, nunca se debe tener miedo. Nunca», dijo en ese momento.