(Fides/InfoCatólica) Según fuentes locales, unas 5.000 familias han llegado en los últimos días en estado grave, carentes de alimentos, medicinas, agua y cualquier tipo de comodidad. Los productos de primera necesidad, como el aceite de cocina y el jabón, se han vuelto prácticamente inexistentes.
Según el portavoz de la Coordinación de Desplazados Internos y Campos de Refugiados en Darfur, las violaciones diarias de los derechos humanos se atribuyen a los bloqueos de recursos esenciales que se utilizan como armas contra civiles desarmados. Por ello, ha instado a todas las partes implicadas en el conflicto a dar prioridad a las necesidades éticas y humanitarias y a aceptar un alto el fuego permanente. Asimismo, ha solicitado a las Naciones Unidas y a otras organizaciones humanitarias internacionales que intervengan urgentemente para hacer frente al creciente sufrimiento y al hambre que asolan a toda la población.
Además, el sistema sanitario está colapsado, y en los últimos días se ha tenido noticia del aplazamiento de la apertura del curso escolar, prevista para el 26 de mayo, debido a la propagación de la tasa de enfermedad de leishmaniasis visceral (kala-azar) en el este de Sudán, que ha aumentado un 25% en comparación con el mismo trimestre del año pasado. En un comunicado de prensa, el director en funciones del Ministerio de Educación y Orientación en El Gedaref, Abdelwahab Ibrahim, ha justificado el retraso en la apertura a la espera de habilitar refugios para los desplazados, prestar asistencia a los profesores y preparar el entorno escolar.
Por su parte el Comité de Profesores de Darfur a principios de 2024, había declarado: «Más de 350.000 profesores, administradores y trabajadores de la educación viven en condiciones catastróficas», rechazando la decisión de abrir las escuelas. «La guerra debe terminar para poder reanudar», afirmaron también los profesores, que instaron a las autoridades sudanesas a pagar los salarios, rehabilitar los edificios escolares y entregar los libros de texto.
Desde el comienzo del conflicto en abril de 2023, el país vive una de las mayores crisis humanitarias en curso: más de 6,5 millones de desplazados, cerca del 65% de la población no tiene acceso a la atención sanitaria y el 70% de las instalaciones hospitalarias de las zonas implicadas en los combates han sido destruidas. Port Sudan tiene el aspecto de un enorme campo de refugiados: en los últimos meses, el este del país ha acogido a unos 500.000 desplazados, de los cuales al menos 270.000 se han quedado en la ciudad que se ha convertido en la capital de facto en estos meses de guerra.