(ACN/InfoCatólica) Los hechos tuvieron lugar el 5 de junio de 2022, durante la celebración del día de Pentecostés. En el ataque se produjeron varias explosiones mientras hombres armados, mezclados con los fieles, abrieron fuego en el interior de la iglesia, abarrotada durante la Misa.
Testimonios de dolor y esperanza en Dios
Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha recogido los testimonios de algunos supervivientes de la masacre, como el de Emmanuel Igwe de 35 años: «Estaba en la iglesia. Ya habíamos recibido la bendición final y estábamos esperando la procesión final del sacerdote y los acólitos, cuando escuchamos el primer disparo. Yo salí fuera de la iglesia, pensando que era una pelea, pero me di cuenta de que se trataba de otra cosa». Después de los primeros momentos de incertidumbre, todas las señales de alarma se confirmaron y los fieles allí presentes se dieron cuenta de que estaban siendo víctimas de un terrible ataque: «Al inicio, quise escapar por otra puerta, pero vi que muchas personas ya habían sido asesinadas. Tenía miedo, estaba confundido y cansado de correr… Así que decidí también tumbarme en el suelo. Muchas personas murieron a mi lado, pero Dios me dio una segunda oportunidad».
A pesar del tiempo que ha pasado desde el ataque, las heridas todavía siguen abiertas y son muchos los que luchan por superar el trauma por lo vivido, como afirma Emmanuel: «Este suceso realmente me ha afectado mucho. Estoy enfadado en mi espíritu, pero después pienso, ¿quién soy yo para cuestionar a Dios? Este ataque me hace fuerte en mi fe, me lleva a estar cerca de Dios. Estoy vivo y ninguno de los miembros de mi familia fue asesinado. Doy gracias a Dios por eso».
También Thaddeus Bade Salau, de 52 años, habla con dolor de lo vivido aquel día: «Estaba tumbado en el suelo cuando uno de los pistoleros me hizo ponerme de pie junto con otros nueve feligreses, incluyendo a mi querida hija. Nos dispararon a todos, uno después de otro. Yo fui el último al que dispararon, me hirieron en la mejilla. Soy el único que sobrevivió de los diez». A pesar del trauma, Thaddeus lucha cada día por salir adelante y sigue poniendo su confianza en Dios: «Sin duda, es algo que jamás podré olvidar. Ha sido realmente doloroso perder a mi hija durante el ataque, pero mi fe no se ha visto afectada por ello. Pido a la comunidad internacional que nos tenga en sus oraciones y que nos brinden ayuda material y económica».
Sin justicia para las víctimas
El obispo de la diócesis de Ondo, Mons. Jude Arogundade, ha señalado que, a pesar de que «el tiempo cura y debemos seguir adelante haciendo que la memoria de las víctimas pase a la historia», es importante conmemorar el aniversario de la masacre «recordando al mundo la maldad del terrorismo y los efectos a largo plazo que tiene sobre las personas». La diócesis sigue trabajando para que se haga justicia y se tomen medidas de seguridad para evitar que otros ataques como este vuelvan a suceder.
El prelado espera que «todas las personas de buena voluntad se unan a nosotros y nos apoyen en las oraciones para consolar a una Iglesia en duelo. Aún nos queda mucho por hacer para consolar a las víctimas».