(ACN/InfoCatólica) El patriarca ha enviado un largo mensaje a los fieles de Irak explicando que «no hay estrategia, seguridad ni estabilidad económica», falta «soberanía» y hay una «doble» aplicación de los conceptos de democracia, libertad, constitución, ley y ciudadanía por parte de quienes deberían estar al servicio del país y de sus habitantes. De este modo, se han «debilitado» las instituciones y se ha producido una «decadencia» de la moral y los valores, se han deteriorado los servicios, la sanidad y la educación, así como una «corrupción generalizada» y un «desempleo creciente», a lo que se añade un analfabetismo que retorna.
En este contexto, los cristianos han sido objeto de secuestros y asesinatos que comenzaron en 2003 con la invasión estadounidense y culminaron en los años de dominio del Estado Islámico, con la gran huida de Mosul y la llanura de Nínive. De esta manera, Sako agradece al gobierno regional del Kurdistán su acogida y subraya una vez más los grandes esfuerzos realizados por la Iglesia «para reconstruir» hogares y empresas tras la liberación. De lo contrario, advierte, habrían «acabado como los palestinos de Gaza», olvidados y marginados porque el gobierno central de Bagdad «no hizo nada por ellos».
Ataques contra los cristianos
La fuente de Asia News resalta asimismo que «los ataques contra los cristianos continúan hasta hoy, con pérdida de empleos, confiscación de propiedades, conversiones forzadas por Isis u otros grupos, islamización de menores, denegación de derechos». Y así, el patriarca ha confirmado que en «los últimos 20 años, más de un millón de cristianos han huido. Sólo en las últimas semanas, más de 100 familias han abandonado Qaraqosh y han emigrado».
El cardenal muestra cómo «los partidos cristianos están divididos y en perenne búsqueda de poder y dinero». «Del mismo modo, los cristianos en el extranjero», advierte, «no han conseguido crear un grupo de presión» para apoyar a los que se han quedado atrás «a causa de su fanatismo». De esta manera, pide que «los partidos y las Iglesias cristianas deben unirse: sin unidad, el país se vaciará de su componente autóctono», que es también la «máxima expresión de su antigua civilización».