(Agencias/InfoCatólica)La LUMSA nació en 1939 por iniciativa de la sierva de Dios Madre Luigia Tincani, fundadora de la Unión Santa Catalina de Siena de las Misioneras de la Escuela, y del cardenal Giuseppe Pizzardo, entonces Prefecto de la Congregación de los Seminarios y de las Universidades de Estudios. Con el objetivo de “promover de una adecuada formación universitaria para las religiosas destinadas a la enseñanza en las escuelas católicas”, esta institución “inició su actividad en el clima del compromiso educativo del mundo católico suscitado por la encíclica de Pío XI Divini illius Magistri", recordó el Papa.
En los pasados setenta años, la LUMSA “ha preparado a multitud de profesores y se desarrolló notablemente, especialmente tras la transformación, en 1989, en Universidad Libre, y la consiguiente creación de nuevas Facultades con la ampliación del caudal de usuarios”.
El Papa reconoció que hoy esta institución, con casi 9.000 estudiantes, “representa una referencia importante en el campo educativo”.
Emergencia educativa
“Se trata ante todo del papel de los profesores universitarios, pero también del propio iter formativo de los estudiantes que se preparan la llevar a cabo la profesión de profesores en los distintos órdenes y grados de la escuela, o también de profesionales en los diversos ámbitos de la sociedad”.
La profunda crisis económica, afirmó el Pontífice, “ha puesto de manifiesto la exigencia de una inversión más decidida y valiente en el campo del saber y de la educación, como vía para responder a las numerosos retos abiertos y para preparar a las jóvenes generaciones para que construyan un mundo mejor”
Para ello, es “cada vez más urgente la necesidad de recurrir a los valores fundamentales que hay que transmitir, como patrimonio indispensable, a las próximas generaciones y, por tanto, de preguntarse sobre cuáles son esos valores”.
Desafíos éticos
Así, prosiguió el Papa, “a las instituciones académicas se les plantean por tanto, de forma apremiante, cuestiones de carácter ético”.
“A las Universidades católicas se les ha confiado un papel relevante, en la fidelidad a su identidad específica y en el esfuerzo de prestar un servicio cualificado en la Iglesia y en la sociedad”.
En la compleja realidad social y cultural, explicó, “la Universidad católica está llamada a actuar con la inspiración cristiana de los individuos y de la comunidad universitaria como tal; con la incesante reflexión sapiencial, iluminada por la fe, y la investigación científica; con la fidelidad al mensaje cristiano tal como está presentado por la Iglesia; con el compromiso institucional al servicio del pueblo de Dios y de la familia humana, en su camino hacia la última meta”.
“Hoy, como en el pasado, la Universidad necesita verdaderos maestros, que transmiten, junto a contenidos y saberes científicos, un riguroso método de investigación y valores y motivaciones profundas”.
En la actual sociedad “fragmentada y relativista”, el Papa urgió a los presentes a “mantener siempre abiertos el corazón y la mente a la verdad”.
“Dedicaos a adquirir, de modo profundo, los conocimientos que concurren en la formación integral de vuestra personalidad, a afinar la capacidad de búsqueda de la verdad y del bien durante toda la vida, a prepararos profesionalmente para ser constructores de una sociedad más justa y solidaria”, concluyó.