(SIR/InfoCatólica) Giovan Battista Cutolo músico de 24 años fue asesinado la noche del 31 de agosto en Piazza Municipio. Recibió tres balas: dos lo alcanzaron en el pecho, la tercera en la espalda. El asesino fue un adolescente de 17 años, que confesó el crimen y ya se encuentra en prisión. No se han esclarecido todavía las motivaciones del crimen
El arzobispo Battaglia se acusó a sí mismo de lo sucedido:
«Giovanbattista, hijo y hermano mío, ¡acepta mi petición de perdón! Porque yo también soy culpable. Desde el primer día de mi llegada a esta ciudad me di cuenta de la emergencia educativa y social que la habitaba, y traté de hacer todo lo posible, de apelar a las instituciones locales y nacionales, a la buena voluntad de todos, pero evidentemente no fue suficiente... ¡Quizás no sólo debí apelar, sino gritar hasta que las promesas se transformaran en proyectos y las palabras y proclamas en acciones concretas! Perdónenme si no he gritado lo suficiente, perdónenme a mí y a mi Iglesia si lo que estamos haciendo, aunque mucho, es todavía poco, demasiado poco».
Y añadió:
«Giovanbattista, hijo de Nápoles, ¡acepta la petición de perdón de tu ciudad! Acepta las disculpas -quizás todavía demasiado escasas- de aquellos que cada día dan la espalda, que a pesar de ocupar puestos de responsabilidad han retrasado y retrasan la adopción de las medidas necesarias para una ciudad más segura, ¡donde tantos jóvenes, demasiados jóvenes pierden la vida a manos de sus iguales! Perdona, hijo nuestro, a todos los adultos de Nápoles, a los que olvidan que los niños, los adolescentes, los jóvenes son hijos de todos y todos deben ocuparse de ellos, poniendo de su parte, alzando la voz, poniéndoles cara y compartiendo sus vidas frente a una deriva hecha de egoísmo e indiferencia, de individualismo y narcisismo, según la cual lo importante es labrarse un lugar al sol sin preocuparse en cambio de los que crecen y viven a la sombra de la prevaricación, del malestar, de la delincuencia!».
Monseñor Battaglia concluyó:
«Perdónanos a todos Giogiò, porque también nosotros hemos armado esa mano, con nuestros retrasos, con promesas incumplidas, con proclamas, anuncios, comunicados que no han ido seguidos de acciones, con nuestra incapacidad para comprender los problemas endémicos de esta ciudad que también está habitada por adolescentes -poco más que niños- que caminan armados, como en una ciudad en guerra. Perdona nuestros individualismos, nuestros protagonismos estériles, nuestras visiones parciales, nuestra incapacidad de trabajar en red, de superar la idolatría del ego para crear el nosotros, oponiendo un sistema de vida al sistema de muerte del que tú también has sido víctima inocente.»