(Fides/InfoCatólica) «Es una gran tragedia que nunca antes había ocurrido en la historia del país. La población se encuentra en una situación muy difícil». Así lo asegura Mons. Tambala en una entrevista con la Agencia Fides refiriéndose al ciclón tropical Freddy que ha devastado Malawi a principios de marzo, después de haber golpeado Madagascar y Mozambique a finales de febrero.
«Además de las víctimas, actualmente se contabilizan más de 600 fallecidos, hay que añadir el drama de los desaparecidos. La gente no sabe dónde están sus familiares y conocidos desaparecidos. Luego está el problema de la comida y el de las casas destruidas, mientras que las escuelas, al menos las que no han sufrido daños, están reabriendo lentamente», dice el arzobispo Tambala.
«La ayuda internacional está empezando a llegar, mientras que el gobierno ha movilizado sus recursos. Una vez superada la fase de emergencia, el principal problema será el de la reconstrucción, desde las casas hasta los edificios públicos, desde las carreteras en mal estado hasta los puentes derrumbados», subraya el Presidente de la Conferencia Episcopal de Malawi.
En cuanto a los alimentos, el arzobispo Tambala recuerda que «estamos al final de la temporada de lluvias. Vamos a ver si podemos cultivar algo rápidamente a pesar de los daños causados a los cultivos. Será todo un reto porque lo que se pueda cultivar dependerá del agua que encontremos. En Malawi, la estación de lluvias empieza en noviembre y termina a finales de abril, después empieza la estación seca que hace imposible el cultivo. Así que sólo queda abril para cultivar algo, quizá mandioca y patatas, mientras que difícilmente se obtendrá una cosecha de maíz u otros cereales», afirma.
Monseñor Tambala subraya que la respuesta de los fieles ha sido alentadora:
«Ante este drama, la gente no ha perdido la fe ni la esperanza. Los fieles vienen a misa incluso más que antes de la tragedia causada por el ciclón. Buscan el consuelo de nuestros sacerdotes, pero sobre todo se ofrecen a ayudar al prójimo. He descubierto cómo la mayoría de la gente se preocupa por ser solidaria con los demás. Desde el punto de vista de la fe, lo más relevante es precisamente el redescubrimiento del valor de la solidaridad que se traduce en gestos concretos. Hay familias que comparten lo poco que tienen; mujeres que se unen para cocinar comida para los que no tienen nada; colectas como la del pasado sábado (25 de marzo) durante la misa en todas las parroquias del país para crear un fondo para las víctimas del ciclón».
Falsos profetas
«Otra cosa que he notado -continúa el arzobispo de Lilongwe- es que la gente muestra cada vez más la capacidad de discernir entre las diferentes propuestas que provienen especialmente de los nuevos movimientos religiosos liderados por los llamados 'profetas'. Cada vez que ocurre una tragedia hacen una 'profecía' para aprovecharse de la credulidad de la gente. Pero cada vez son más las personas que no caen víctimas de estos 'profetas' porque entienden que son personas que intentan subirse a la ola emocional de la tragedia para hacer proselitismo».
En cuanto a la Iglesia católica en Malawi, el arzobispo Tambala afirma que «la Iglesia católica proclama el Evangelio y realiza una labor social abierta a todos. En nuestras escuelas hay varios alumnos no católicos, entre ellos musulmanes. Gracias al contacto con sacerdotes, religiosos y religiosas, algunos de ellos piden libremente hacerse católicos». De los 20 millones de habitantes, cerca del 24% son católicos; los musulmanes son el 14-15%. El resto pertenece a otras iglesias y comunidades cristianas, pero la Iglesia de Malawi dirige una importante red de obras sociales, desde escuelas a centros de salud. «Creo que sin esta red, Malawi sería un país aún más pobre. La Iglesia católica es una parte muy importante de la vida del país», concluye monseñor Tambala.
