(Aci/InfoCatólica) "Cuando la Iglesia recuerda las raíces cristianas de Europa no busca un estatuto privilegiado para ella. Quiere hacer uso de la memoria histórica, recordando en primer lugar una verdad -que cada vez pasa más en silencio-: la inspiración decisivamente cristiana de los padres fundadores de la Unión Europea", aclaró. Asimismo, "desea manifestar que el surco de valores proviene principalmente del patrimonio cristiano, que lo sigue alimentando todavía hoy".
El Santo Padre afirmó que "estos valores comunes no son un conglomerado anárquico o aleatorio, sino que forman un conjunto coherente que se ordena y se articula, históricamente, a partir de una visión antropológica precisa".
El Papa advirtió del riesgo de que esos valores fuesen "manipulados por individuos y grupos de presión deseosos de hacer valer sus intereses particulares en detrimento de un ambicioso proyecto colectivo, que los europeos esperan, cuyo objetivo es el bien común de los habitantes del Continente y de todo el mundo".
"Es importante que Europa no deje que su modelo de civilización se deshilache, hilo a hilo. Su generosidad original no debe ser sofocada por el individualismo o el utilitarismo. Las inmensas riquezas intelectuales, culturales, económicas del continente seguirán fructificando siempre que sean fecundadas por la visión trascendental de la persona humana, que constituye el tesoro más grande de la herencia europea", dijo.
En este sentido, señaló que "se trata principalmente de la búsqueda del justo y delicado equilibrio entre la eficacia económica y las exigencias sociales, la salvaguardia del ambiente y sobre todo del sostén indispensable y necesario a la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural y a la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer".
Europa no será realmente ella misma,observó el Santo Padre, "si no conserva la originalidad que constituye sugrandeza y que puede hacer de ella, el día de mañana, una de los principales protagonistas en la promoción del desarrollo integral de las personas, que la Iglesia católica considera como el único camino capaz de poner remedio a los desequilibrios que presenta nuestro mundo".
Benedicto XVI aseguró al representante de la Santa Sede que "sigue con respeto y gran atención la actividad de las instituciones europeas y espera que éstas, con su trabajo y su creatividad, honren a Europa, que más que un continente es "una casa espiritual".
"La Iglesia quiere acompañar la construcción de la Unión Europea. Por eso se permite recordarle cuáles son los valores fundadores y constitutivos de la sociedad europea, para que se promuevan para el bien de todos".