(La Croix/InfoCatólica) El sacerdote y teólogo francés responde a la pregunta de si una bendición es lo mismo que aprobar determinada práctica del que es bendecido:
«No creo que sea correcto introducir una noción de evaluación o validación en una bendición. Una bendición es una oración dirigida a Dios, para alabar a Dios, para pedirle ayuda y protección. Se refiere a las personas, y posiblemente también a los objetos en su relación con las personas... Pero su función no es validar una práctica».
Ante la negativa del Dicasterio para la Doctrina de la Fe de administrar bendiciones a parejas del mismo sexo, dice:
La solicitud de bendición puede contener una petición de reconocimiento dirigida a la comunidad o a la institución. En este caso, adquiere una dimensión de apelación, de protesta o incluso de reivindicación. Se pide a Dios lo que no se ha podido obtener de la Iglesia. En el Evangelio, el ciego Bartimeo es reprendido por los discípulos que le dicen que se calle cuando suplica a Jesús: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!». La actitud de Jesús obliga a los discípulos a convertirse: «Ánimo, levantaos, os llama». Detrás de la petición de una bendición, se encuentra a menudo la misma sed de inclusión.
Y finalmente justifica por qué está a favor de parejas homosexuales:
El sacramento del matrimonio une a un hombre y una mujer. La bendición de una pareja del mismo sexo, precisamente como pareja, se parecería demasiado a la bendición que sigue al intercambio de consentimiento en el sacramento. Por otro lado, las personas pueden seguir siendo bendecidas.
Recuerda que una bendición nunca pretende validar un estilo de vida. El hecho de que los homosexuales pidan a la Iglesia que los bendiga nos invita a escucharlos, a entrar en la complejidad de su historia y de su situación.
Jesús comió con los pecadores, conversó con una samaritana, se dejó tocar por el llanto de un ciego... Su libertad despertó el deseo de Dios en estas personas.
No todos pueden vivir en santidad
La clave del argumento del está al final de la entrevista. La bendición podría extenderse a todo tipo de parejas que no estén casadas:
«Seamos realistas: no todas las personas que no pueden casarse tienen la capacidad de vivir solas. ¿No tienen derecho al apoyo de la Iglesia en su camino de fe y conversión? Debemos atrevernos a ser pastoralmente creativos. De forma discreta y solidaria en el plano personal, una bendición es un signo tangible de la cercanía de Dios a través de la disponibilidad de un ministro de la Iglesia, laico, diácono, sacerdote u obispo».