(Aica/InfoCatólica) «Saludo a los que de diversas maneras trabajan y colaboran con la revista Mondo e Missione, que nació hace 150 años», dijo el Papa. «Entonces se llamó 'Las Misiones Católicas'. Su 'cuna' fue el Seminario Lombardo de Misiones Extranjeras, y su modelo Les Missions Catholiques, que la Obra de Propagación de la Fe había comenzado a publicar cuatro años antes, en Lyon», recordó el pontífice.
Y agregó el pontífice: «Nos llama la atención la actualidad, la modernidad, el horizonte de esa iniciativa, que desde el principio expresa y promueve una Iglesia 'en salida'», subrayó Francisco y señaló que la revista fue creada para responder a una necesidad del pueblo de Dios: muchos querían leer las historias de los misioneros, sentirse cerca de ellos y de sus obras, acompañarlos con la oración. Y también querían conocer los países y las culturas de una manera diferente a la más común -en ese momento imbuida de una mentalidad colonial-, «con una mirada cristiana, respetuosa y atenta a las semillas de verdad y bien esparcidas por todo el mundo«.
El Papa explicó que «estos pioneros de hace 150 años comprendieron la importancia de dar a conocer los países a los que estaban destinados y la forma en que, en aquellas lejanas tierras, se producía desde el principio el encuentro entre el Evangelio y las comunidades locales. Desde el principio, por tanto, la revista fue portadora de una mirada amplia, abierta a las riquezas de cada pueblo y de cada Iglesia local. Y esta sigue siendo hoy la vocación de Mondo e Missione, como se le cambió el nombre, para asumir el espíritu y las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la misión ad gentes».
Y añadió
«Durante muchos años, las cartas y crónicas de los misioneros retrataron con precisión los contextos y la vida de las personas con las que entraron en contacto. Y aún hoy los reportajes y testimonios directos representan el rasgo más característico de la revista, gracias a relatos de lugares o situaciones de los que pocos hablan: periferias geográficas y existenciales, que, en un mundo donde la comunicación aparentemente ha acortado las distancias, siguen quedando relegadas a los márgenes».
Para el Papa, aún hoy, el «desafío es ir allí mismo para dar a conocer la belleza y la riqueza de las diferencias, pero también las múltiples distorsiones e injusticias de sociedades cada vez más interconectadas y al mismo tiempo marcadas por fuertes desigualdades».
Ser la voz de los sin voz
El Santo Padre se refirió luego a las guerras que hoy enlutan a varias regiones del mundo y los animó a «ser la voz de los sin voz». «Hoy –dijo- todos estamos preocupados, y es bueno que así sea, de una guerra aquí en la puerta de Europa y en Europa, pero hace años que hay guerras: más de diez años en Siria, en Yemen, en Myanmar, en África. Estos no entran, no son de la Europa culta. Las guerras olvidadas es una pena, olvidarlas así. Y también para recordar a quienes trabajan en silencio y con tenacidad 'desde abajo' para construir un mundo diferente, trazando caminos de solidaridad y reconciliación en contextos marcados por la crisis o la violencia».
Según Francisco, esta es la tarea de los editores y colaboradores de la revista Mondo e Missione. «Como revista misionera -explicó-, tiene también otra tarea específica que la caracteriza: la de ayudar a reconocer que la misión está en el centro. Recordar a las comunidades cristianas que si se miran solo a sí mismas, perdiendo el coraje de salir y llevar la palabra de Jesús a todos, acaban muriendo».
«Mostrar cómo el Evangelio, al encontrarse con diferentes pueblos y culturas, se nos devuelve cada día en su novedad y frescura. Y crea también diálogo y amistad con los que profesan otras religiones, reconociéndose hijos del único Padre».
Por esto «les doy las gracias de manera particular», prosiguió el Papa, señalando que «en las que siguen siendo consideradas 'periferias', los misioneros a menudo descubrían que el Espíritu Santo había llegado antes que ellos. Como los discípulos de Jesús, enviados de dos en dos a predicar entre los pobres y los pequeños, así también los misioneros de ayer y de hoy encuentran a menudo la alegría y la vida nueva que el Evangelio es capaz de generar». Y tal experiencia no puede guardarse para uno mismo.
«En este sentido -concluyó el papa Francisco-, se hace cada vez más importante dar voz a las Iglesias jóvenes y en crecimiento, a las comunidades -a veces fundadas por el PIME- que hoy expresan dinámicas nuevas y prometedoras, dóciles al Espíritu. En un mundo lamentablemente marcado por tantas heridas, esta es -al fin y al cabo- la razón que después de 150 años nos empuja a crear una revista como Mundo y Misión: dar voz a la esperanza que el encuentro con Cristo siembra en la vida de personas y pueblos.