(Crux/InfoCatólica) El Prefecto de la Congregación para el Culto, Monseñor Arthur Roche, fue nombrado cardenal el pasado sábado por el Papa Francisco. En una entrevista concedida a la revista Crux, el cardenal ha realizado declaraciones sobre su nombramiento cardenalicio, su misión en la curia, las relaciones con los católicos tradicionalistas y los demás nuevos cardenales.
En relación con su misión como Prefecto de la Congregación para el Culto, el cardenal afirmó que veía su papel como «apertura a todo el mundo». En su opinión, los miembros de la curia están llamados a compartir la misión del Papa de «crear puentes», «fomentando la confianza, creando apertura, logrando una mayor transparencia» y pasando de la «función de policía» que predominaba en el pasado a «servir los fines de lo que la Iglesia quiere conseguir».
El cardenal Roche habló de su responsabilidad de participar en la «renovación, que viene del Concilio Vaticano II, y que todavía hoy se está desarrollando en un nuevo camino de descubrimiento». También afirmó que «lo que está en el corazón de nuestra religión» es «la caridad» y que la visión del Papa consistía en «llevar el Evangelio del amor a nuestro trabajo» y en «el proceso de crear una mayor comunión en la caridad».
Ante estas afirmaciones, la entrevistadora, Elise Ann Allen, se sintió obligada a preguntar por la actitud de su Congregación y de la curia en general para con los tradicionalistas, que se habían «sentido heridos por las restricciones impuestas a la Misa tradicional en latín». El nuevo cardenal respondió diciendo que su dicasterio estaba «muy abierto a hablar con todo el mundo», pero inmediatamente pasó a sugerir que los tradicionalistas actuaban de forma casi «histérica», podrían estar «intentando ser protestantes en lugar de católicos», eran un «grupo de presión» y estaban «politizando» la cuestión.
En esa línea, explicó que «la Iglesia transmite la Tradición y es la Iglesia la que hace la Tradición; no es la gente de los grupos de presión la que hace la Tradición, sino la Iglesia en fidelidad a esto». Esta afirmación de que la Iglesia «hace» la Tradición parece difícil de concordar con la fe católica en que la Tradición viene del mismo Cristo a través de los apóstoles, como señala el Catecismo en sus números 75 a 83, y por lo tanto debe ser conservada y expresada por la Iglesia, no creada por ella.
El cardenal pareció dar a entender que la liturgia tradicional, en cierto sentido, ya no es tradicional porque la Iglesia habría afirmado que ha dejado de serlo. Sin embargo, Benedicto XVI afirmó sobre esta cuestión que «lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial. Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto» (Carta a los obispos, 7 de julio de 2007).
A continuación, traducimos la parte más interesante de la entrevista realizada al cardenal Roche:
– «Tengo una pregunta que puede ser un poco incómoda, pero debería hacerse. Usted mencionó la unidad y la construcción de puentes. ¿Cómo se aplica esto a aquellos que quizás se han sentido heridos por las restricciones impuestas a la Misa tradicional en latín?
Bueno, no hay demasiada restricción. La Misa tridentina en latín, o la Misa del misal de 1962, todavía está disponible. Pero ya sabe, uno menciona esta cuestión y todos empiezan a gritar. Eso debería decirnos algo de inmediato. ¿Qué es esto, que casi se está volviendo histérico? Porque la iglesia, con su legislación al más alto nivel, que es un concilio, un concilio ecuménico, ha decretado que la liturgia debe ser reformada, reformada para el día de hoy para que realmente funcione como un vehículo de evangelización, así como también siendo, sobre todo, el centro de nuestro culto a Dios, como comunidad, en la caridad.
Es importante acertar primero con las cosas fundamentales, antes de que se politicen, y creo que hay mucha politización de este tema, lo que es indigno, la verdad.
– ¿Es posible construir puentes con este elemento de politización en juego o, en su opinión, es demasiado difícil?
Todo lo que puedo decir es que mi dicasterio está muy abierto a hablar con la gente, y que durante el año pasado, desde la publicación de Traditionis Custodis [sic], he recibido a grupos denominados «tradicionalistas», pero tenemos que tener mucho cuidado, porque la Iglesia transmite la Tradición y es la Iglesia la que hace la Tradición; no es la gente de los grupos de presión la que hace la Tradición, sino la Iglesia en fidelidad a eso.
Siempre pienso que, para mí, como inglés, un gran ejemplo es nuestra historia, nuestra historia de la Reforma, cuando nuestros jóvenes sacerdotes fueron torturados y ejecutados muy cruelmente por dos cosas: por la Misa y por la fidelidad a la Sede de Pedro, por la fidelidad al Papa. Cada vez que celebramos la Misa, siempre mencionamos como punto de unidad, primero que estamos en comunión con el papa, y segundo que estamos en comunión con el obispo, quien está en comunión con el papa.
Si lo tomamos en serio, entonces se nos plantea a todos un examen de conciencia con respecto a cómo lo vemos: ¿es esto realmente algo que consideramos con seriedad o estamos tratando de crear otra Iglesia? ¿Estamos intentando ser protestantes en lugar de católicos?»