(ACN/InfoCatólica) Ya son 7 los sacerdotes que han sido asesinados en los últimos tres años en México, siendo así «uno de los países más peligrosos para ejercer el sacerdocio» según Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial (CCM).
Esta institución (CCM) se dedica a dar seguimiento a los casos de violencia o ataques contra integrantes del clero.
De los 7 sacerdotes fallecidos, dos fueron asesinados muy recientemente, tratándose de Javier Campos y Joaquín Mora, servidores que vivían su vocación con inmensa alegría. La razón de su muerte fue la misma por la que muchos otros son perseguidos: ejercer sus cargos pastorales, proteger a su comunidad y manifestarse en contra del crimen organizado.
Los padres Campos y Mora, de la familia jesuíta, eran parte de la comunidad de Cerocahui, ubicada en la sierra Tarahumara en Chihuahua, México.
Esta comunidad vive constantemente amenazada por dichas bandas criminales, las cuales se organizan con el fin de conseguir tierras y bloques, desplazando a miles de personas a la fuerza con las armas. La impunidad absoluta de esta zona y gran parte del norte de México afecta gravemente a sus habitantes.
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) lamenta los terribles sucesos y se une a la protesta denunciando dichas violaciones de libertad religiosa mediante el informe titulado Libertad Religiosa en el mundo 2021.
De igual forma, a través de otro comunicado, la Compañía de Jesús en México denunció los homicidios y reclamó por su justicia.
Los jesuitas comentan: «La sierra tarahumara, como muchas otras regiones del país, enfrenta condiciones de violencia y olvido que no han sido revertidas. Todos los días hombres y mujeres son privados arbitrariamente de la vida, como hoy fueron asesinados nuestros sacerdotes. Los jesuitas de México no callaremos ante la realidad que lacera a toda la sociedad. Seguiremos presentes y trabajando por la misión de justicia, reconciliación y paz, a través de nuestras obras pastorales, educativas y sociales».
A estas pronunciaciones se unió la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), afirmando: «Nos unimos en oración con la compañía de Jesús, en medio de tanta muerte y crimen que se vive en el país, condenamos públicamente esta tragedia y exigimos una pronta investigación y seguridad para la comunidad y todos los sacerdotes del país».
Respecto a los sucesos, el obispado de Chihuahua lamenta: «Hoy de manera especial nos duele, ya que se trata de dos hermanos sacerdotes que estaban cumpliendo con su labor pastoral de proteger y defender la vida del otro. Esta situación de violencia que ha alcanzado niveles alarmantes nos urge a la conversión, al cambio, a ser artesanos de paz siempre a favor de la vida».
Finalmente, el miércoles 22 de junio el papa Francisco tampoco pasó por alto la terrible situación, y confesó sentirse «triste y consternado» al recibir la noticia. Ofreció sus oraciones por la comunidad jesuita y advirtió: «¡Cuántos asesinatos hay en México! Una vez más, repito que la violencia nunca resuelve los problemas, solo aumenta el sufrimiento inútil».
