(Agencias/InfoCatólica) Concelebraron los arzobispos George Stack, Leo Cushley y Kevin McDonald junto con los obispos Marcus Stock, John Sherrington y más de 20 sacerdotes como señala la página web de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales.
También concelebró el obispo eparquial greco-católico ucraniano Kenneth Nowakowski, que estuvo presente mientras la guerra en Ucrania sigue haciendo estragos.
Los invitados ecuménicos al coro fueron el obispo de Richborough, Norman Banks, el obispo de Fulham, Jonathan Baker, y los obispos jubilados de la Iglesia de Inglaterra, Nicholas Reade y John Hind.
El P. Goodall fue desde 2013 un visitante episcopal anglicano provincial, lo que se conoce en el anglicanismo como un «obispo volante», apoyando a las congregaciones de la Iglesia de Inglaterra que no aceptan el ministerio de las mujeres como sacerdotes u obispos. Para cumplir con este ministerio, ha servido como obispo asistente honorario en diez diócesis de la provincia eclesiástica anglicana de Canterbury.
Se convirtió en septiembre de 2020 y habló de la dificultad de la decisión: «He llegado a la decisión de dejar el cargo de obispo de Ebbsfleet, para ser recibido en plena comunión con la Iglesia Católica Romana, sólo después de un largo período de oración, que ha sido uno de los períodos más difíciles de mi vida».
Es el segundo obispo de Ebbsfleet en ser recibido en plena comunión con la Iglesia Católica. Hace 10 años, Andrew Burnham, marcaba el camino.
La Iglesia Católica no reconoce la validez de las ordenaciones anglicanas y por ello ha de administrar el sacramento del orden a todo clérigo anglicano que se convierta al catolicismo y quiera servir en la Iglesia como ministro ordenado. Ocurre lo mismo con los clérigos luteranos conversos a la fe católica.
Homilía del cardenal Nichols
El cardenal Nichols señaló en la homilía que «venimos a esta ordenación al final de la primera semana de Cuaresma, buscando lo único necesario, hacer la voluntad de Dios. La Cuaresma es el tiempo de la promesa del cielo, en el que preparamos nuestros corazones para recibir de nuevo el don de nuestra redención».
Indicó que el sacerdote «debe abrir la Palabra de Dios, difundiendo su luz en las circunstancias cotidianas», poniendo «ante su pueblo las primicias y los mejores frutos del reino celestial, el sagrado Cuerpo y la Sangre de Cristo, anticipo del propio banquete celestial».
Un sacerdote es quien «pone al descubierto los dones del cielo, guiando la peregrinación en su viaje celestial, nutriendo al pueblo reunido, revelando la alegría y la promesa de lo que está por venir», predicó el cardenal. «El sacerdote debe ser el signo eficaz y el abanderado de esas visiones del cielo. Debe mantener constantemente ante nosotros la promesa de la plenitud para la que hemos sido creados, la perfección a la que estamos llamados, por las palabras de Jesús mismo, a buscar por encima de todo. Damos gracias a Dios por el don de tal sacerdocio».
Señalando que «cada hombre que se acerca al sacerdocio católico lo hace en sus propias circunstancias particulares», el cardenal Nichols afirmó que «hoy reconocemos, y nos alegramos, de este siguiente paso definitorio que está dando Jonathan y, de hecho, su familia. Es todo un viaje, pero sé que está impulsado por una única búsqueda, el deseo de esa única cosa necesaria: vivir en conformidad con la voluntad de Dios».
Añadió que «las perspectivas sobre la naturaleza de este viaje y el paso que se da hoy se nos explican en la oración especial, insertada en el Rito de Ordenación. Esta oración nos ayuda a ver con claridad la naturaleza de este momento. Afirma que nosotros, presentes como Iglesia católica, reconocemos la fecundidad del ministerio de Jonathan en la Comunión Anglicana como 'verdaderamente generador de una vida de gracia'. Damos gracias a Dios por ese ministerio y, por lo tanto, por el ministerio continuado de sus antiguos amigos y colegas, muchos de los cuales lo tienen en su amor y en sus oraciones incluso en este momento de dejar y recibir».
«Rezamos para que el ministerio de Jonathan se incorpore ahora a la plenitud del sacerdocio tal como se entiende y se vive en la Iglesia Católica. Para nosotros esto es un regalo, y un momento en el que damos gracias a todos los que han formado y enriquecido la vida y el ministerio de Jonathan durante tantos años», señaló el cardenal.
La homilía finalizó con una oración por la unidad de los cristianos, «una unidad que sólo puede lograrse en la medida en que seamos purificados por el mismo Señor». Como decía a menudo el cardenal Hume, «nuestra unidad sólo se logrará cuando estemos de rodillas. En efecto, dentro de poco caeremos todos de rodillas mientras Jonathan está postrado en oración, implorando las oraciones de los santos y la acción de Dios, el poder del Espíritu Santo, para que derrame los dones del cielo sobre este siervo suyo, Jonathan, al que ha elegido -hace muchos años y ahora de nuevo- para ser sacerdote».