(Asia News/InfoCatólica) Fuentes locales confirman que desde hace tiempo la zona es escenario de ataques aéreos y ofensivas en el marco de la guerra emprendida por el presidente turco contra los kurdos en Siria y el vecino Irak, sin importar las consecuencias para la población civil que vive en la región. Los bombardeos hacen estragos en las vidas y propiedades de los cristianos asirios asentados en la región, que luchan por permanecer en su tierra sobrellevando la violencia y las privaciones.
Como se desprende de imágenes y testimonios publicados en las redes sociales, el bombardeo aéreo provocó graves daños en las viviendas y muchas han quedado inhabitables, pero no hay víctimas ni heridos en la población civil, que consiguió escapar poco antes del ataque. En las últimas semanas la aviación ha atacado otras ciudades cristianas como Qamishli, Tal Gerebet y Ain Issa. Todas ellas se encuentran en la región asirio-cristiana a orillas del río Khabur.
Ankara reivindica la legitimidad de las operaciones militares por la necesidad de frustrar la amenaza que suponen las milicias kurdas YPG - las Unidades de Protección Popular, aliadas con el PKK - y crear una zona segura del otro lado de la frontera. El objetivo es proteger el regreso de unos tres millones de refugiados, acogidos por Ankara en nombre de una «fraternidad musulmana« que hoy resulta insostenible debido a la crisis económica. En realidad Erdogan teme el nacimiento de un estado kurdo del otro lado de su frontera y hace todo lo posible para evitar que el proyecto se lleve a cabo, con el pretexto de combatir el terrorismo.
La nueva ola de ataques turcos en la zona de la frontera entre Siria e Irak ha provocado una nueva ola de desplazados, similar a la que ya se había producido en 2015 cuando la población local se vio obligada a huir por el avance del Estado Islámico. Elias Antar Elias, jefe de la Asamblea Popular Asiria en la región de Jazira, explica la situación en una entrevista con Aina. Dice que «los recientes ataques a las aldeas recuerdan la ofensiva del Imperio Otomano en 1915 y la expulsión de Hakkari hacia Umria, luego hacia Irak y por último a Siria, donde ahora se encuentran. «La historia -advierte- se está repitiendo».
El dirigente cristiano asirio habla de actos «bárbaros» de parte deTurquía, que «no se da por satisfecho con la destrucción de las ciudades sirias, desde Afrin hasta Jarablus», que «no es muy distinta a la que ocasionó el ISIS en 2015». Por último llamó a renovar la unidad «con nuestras fuerzas militares para defender la región, porque esta tierra es nuestra y estamos dispuestos a luchar» para rechazar «cualquier agresión que pueda poner en peligro nuestra existencia».