(El Debate/InfoCatólica) Mons. Argüello, obispo auxiliar de Valladolid, cree que dicho repliegue «es el resultado de una inercia en la manera de vivir la fe, ya en el rincón de la privatización confortable o en la plaza del testimonio de unos valores, compartidos con nuestros conciudadanos, pero sin presentar su fuente o bien renunciando a una propuesta cristiana al pensar que la fe ofrece «motivación» o sentido para vivir, pero no un pensamiento y formas de vida propias».
El prelado sostiene que «el Concilio Vaticano II, verdadero Pentecostés para la travesía del final de la Modernidad, ya nos propone volver a las fuentes, Palabra y Sacramento», cree que el catolicismo social está en retroceso -«esta coartada, en «bodas, bautizos y comuniones» o en las fiestas de los pueblos, cada vez se reclama menos»- y recuerda que los cristianos «estamos llamados a «estar en el mundo, sin ser del mundo para transformar el mundo». La mundanidad está en el corazón herido por el pecado y en poner la esperanza de la evangelización en «el poder» y no en la gracia».
El portavoz de la CEE destaca el testimonio «de familias abiertas a la vida que se agrupan en «familia de familias», comprometidas con el bien común desde las relaciones naturales que se dan en la vecindad y en los ambientes que se frecuentan».
Ante la realidad de que los católicos nos hemos convertido en «un pueblo entre los pueblos y además minoritario desde el punto de vista de la incidencia cultural», el obispo indica que «nuestra referencia para evangelizar es la primera navegación de la Iglesia: una minoría martirial en permanente salida».
Preguntado por el hecho de que la Iglesia dispone de multitud de medios -colegios, universidades, radios y hasta televisión-, D. Luis apunta que «seguramente hemos pecado de dispersión y de ofrecer un cristianismo de valores sin rostro, reducido tantas veces a alguna habitación de nuestro edificio, sin ser capaces de impregnar toda la propuesta académica o de la programación en los medios», aunque cree que eso puede cambiar.
El camino marcado por el Papa
Preguntado por los católicos que critican precisamente a la jerarquía católica por la gestión de esos medios, Mons. Argüello responde:
«Creo que, al menos, hay dos tipos de críticas, las que se hacen desde lejos a través de medios de comunicación, sobre todo las redes sociales, y las que se hacen más de cerca en el camino compartido en el día a día. El papa Francisco nos empuja a un camino sinodal que reclama un crecimiento en la escucha, en el discernimiento compartido y la acción apostólica».
En cuanto a la propuesta de la Iglesia respecto al mundo de la economía y el sistema financiero, el obispo afirma que «el humanismo cristiano no basta, aunque hoy lo echemos de menos... Es preciso una visión católica de la economía o de la empresa. No es suficiente formar personas, si se acepta de manera acrítica el entramado institucional del «capitalismo neoliberal». y destaca la labor que hicieron las cajas de ahorro fundadas por la Iglesia.
Ante la pregunta de si la Iglesia ha perdido la batalla de las ideas, dice:
«Creo que ha perdido la batalla de la vida que se hace cultura, es decir, estilo y formas de vida reconocibles, por tanto, también pensamiento e ideas. Pero, si nos planteamos una batalla cultural solo de ideas, y las formas de vida de los «ideólogos» no ofrecen una novedad, la guerra está perdida de antemano. Las campañas reactivas pueden justificarnos y tranquilizar nuestras conciencias, pero es evidente que no sirven».
Por su interés, reproducimos íntegramente las siguientes preguntas de El Debate y las respuesta de Mons. Luis Argüello:
En la Edad Media, se entendía que todas las ciencias eran ancilares de la Teología. ¿Es así ahora en las universidades católicas? ¿Cuánto sabe de Cristo, o de los Padres de la Iglesia, el alumno que obtiene un grado, máster, doctorado en una universidad católica?
R.: La propuesta que encierra la pregunta pide un gran esfuerzo al profesorado de las universidades y escuelas católicas para elaborar propuestas y programaciones educativas que incorporen este coloquio. Respetamos los diseños curriculares que ofrece la Administración pública sin enriquecerlos con nuestra propuesta. Seguimos pensando en un cristianismo transcendental que ofrece motivación y cierto sentido, y nos cuesta acoger una propuesta categorial que ensanche la razón y ofrezca paradigmas y contenidos a la búsqueda de la verdad y del saber.
¿Y en los seminarios? ¿Se habla más de Kierkegaard, de ecologismo, de Simone de Beauvoir y Heidegger que de los Padres, del Demonio y las Postrimerías?
Creo que esto que dices es ya más un tópico de los seminarios de los años 70 u 80. La Escritura, los Padres, el Magisterio de la Iglesia están muy presentes en un estudio con las características científicas que tiene la Teología.
He visto clases de Religión en un colegio católico donde se hablaba de medio ambiente y se usaba como «texto» un vídeo de Shakira. Existe la crítica generalizada de que los alumnos, tras muchos años recibiendo esta asignatura, no conocen lo básico del Catecismo, del Credo, ni los Sacramentos. Por no hablar de los Padres Griegos o Latinos.
Los profesores de Religión realizan, en líneas generales, un gran esfuerzo en la escuela. Tienen que ganarse los alumnos cada año. Esto lleva consigo el riesgo de rebajar exigencias u ofrecer «atractivos» para mantener o incrementar el alumnado. La labor de la Enseñanza Religiosa Escolar es complementaria con la catequesis parroquial y no la suple. Precisamos una mayor colaboración entre la escuela y la parroquia con la familia como catalizador de esa relación.