(Zenit/InfoCatólica) En la entrevista, el padre Williams explica dónde la "Caritas in Veritate" coincide con la tradición de la doctrina social y lo que añade.
-¿Qué trata de conseguir Benedicto XVI con esta encíclica?
-Padre Williams: Desea conseguir unas cuantas cosas. Esta encíclica en principio se pretendía que apareciera hace dos años, en conmemoración del 40 aniversario de la encíclica social "Populorum Progressio" de Pablo VI de 1967. Varias dificultades surgidas, incluyendo los deficientes primeros borradores del documento y la crisis económica mundial, vinieron juntos a retrasar significativamente la publicación del texto. De todos modos, Benedicto XVI ha subrayado algunas importantes aportaciones de la encíclica de Pablo VI, que es notablemente difícil de leer y comprender.
Benedicto XVI subraya, por ejemplo, la insistencia de Pablo VI en que el Evangelio tiene un papel indispensable que desempeñar en la construcción de una sociedad conforme con la libertad y la justicia. Asimismo indica el importante énfasis que pone Pablo VI en la dimensión global de la justicia social y el "ideal cristiano de una única familia de pueblos".
-¿Explica esto la sugerencia del Papa de que la "Populorum Progressio" merece ser considerada la "Rerum Novarum" del tiempo actual?
-Padre Williams: En parte, sí. Más fundamentalmente, quizás, Benedicto XVI es consciente de que la gran encíclica de León XIII trata específicamente el problema económico de la revolución post-industrial y la propuesta socialista a este problema. León XIII respondió afirmando el derecho natural a la propiedad privada, los defectos radicales de la solución socialista, y la necesidad de los sindicatos de trabajar como fuerza contrapuesta a la dureza del sistema capitalista.
La "Populorum Progressio", por otra parte, subrayó la idea central del desarrollo humano integral, un concepto más amplio que el enfoque específicamente económico de la "Rerum Novarum", y que Benedicto XVI asume plenamente en "Caritas in Veritate".
Benedicto XVI observa que sólo una comprensión más plena del bien de la persona humana y de la sociedad pueden proporcionar fundamento necesario para lograr una auténtica sociedad justa. Esto incluye no sólo la dimensión económica del hombre sino también sus dimensiones cultural, emocional, intelectual, espiritual y religiosa.
Reivindica vivamente que toda la Iglesia, en todo su ser y actuar, está comprometida en promover el desarrollo humano integral. Esto tiene sentido, por supuesto, sólo cuando comprendemos el desarrollo humano en el contexto de la vocación temporal y eterna de la persona humana.
-¿Esta encíclica será vista como una victoria de la izquierda o de la derecha?
-Padre Williams: El magisterio papal acertadamente esquiva las categorías políticas de izquierda/derecha, o conservador/liberal. Honestamente, hay mucho en esta encíclica que, leído aisladamente, podría ser usado para apoyar una amplia variedad de posiciones, incluyendo posiciones opuestas.
A este respecto, es especialmente importante prestar atención a la propia petición de Benedicto XVI de que la encíclica sea leída en el contexto de la continua tradición de la doctrina social de la Iglesia, en vez de separarla de ella. Es también importante, como siempre han insistido los papas, interpretar qué partes de la encíclica pertenecen a la continua proclamación de los principios fundamentales de la Iglesia para la justa organización de la sociedad y cuáles representan sugerencias contingentes para lograr esos fines.
Benedicto XVI claramente declara que el objetivo de la renovación social es el logro del desarrollo humano integral de acuerdo al bien común. Todo lo que contribuya efectivamente a este fin será asumido y lo que lo impida debería ser descartado.
Por otra parte, mientras pide la intervención gubernamental en los mercados económicos nacionales y mundiales, también indica que las soluciones meramente técnicas e institucionales nunca pueden ser suficientes, y denuncia el derroche de burocracias. Su palabras deberían servir como estímulo a los hombres y mujeres de buena voluntad para explorar activamente nuevas vías para promover el desarrollo sostenible tan desesperadamente necesitado en el mundo en vías de desarrollo.
-¿Identifica Benedicto XVI nuevos temas sociales para ser tratados en el momento presente?
-Padre Williams: Señala algunos. En primer lugar, Benedicto XVI retoma la fuerte declaración de 1995 de Juan Pablo II, según la cual, los temas de la vida, especialmente el aborto, han reemplazado virtualmente la cuestión del trabajador como el tema fundamental de justicia social de la época contemporánea. Benedicto XVI se refiere varias veces al vínculo esencial que se da entre ética de la vida y ética social, y señala la manifiesta contradicción que implica afirmar la importancia de la justicia y la paz por una parte, mientras que se toleran o incluso se promueven atentados al más básico derecho a la vida, por otra.
Benedicto XVI también relaciona la libertad religiosa con el progreso y el desarrollo humano. Condena el fundamentalismo religioso --especialmente en forma de violencia de motivación religiosa y terrorismo-- como algo que encadena el desarrollo, mientras que al mismo tiempo observa que "la promoción deliberada de la indiferencia religiosa o el ateísmo práctico" también ahoga el verdadero progreso humano, promoviendo una caricatura materialista de un avance humano carente de trascendencia.
-Aunque Benedicto XVI insiste en una comprensión más amplia del desarrollo que la meramente económica o tecnológica, también dedica muchas páginas a estos aspectos del desarrollo. ¿No hay contradicción?
-No. Benedicto XVI empieza reiterando una premisa muy querida por la tradición de la Iglesia: el progreso material nunca puede ser el único indicador del auténtico desarrollo humano. Dicho esto, la prosperidad material es un componente clave del verdadero progreso y también debe ser tratado. La Iglesia nunca ha favorecido la visión de que la pobreza económica es un bien a buscar, sino más bien que es un mal a superar, y Benedicto XVI desarrolla este punto y explora posibles medidas para lograrlo.
La manera en que se logra esto exactamente es, por supuesto, una cuestión muy debatida, y Benedicto XVI se apresura a indicar que la Iglesia "no tiene soluciones técnicas que ofrecer". Insiste, sin embargo, en que se necesita un fundamental cambio de actitud. El egoísmo siempre será el enemigo del desarrollo humano, y está en el centro de muchos de los problemas sociales y económicos que afronta el mundo moderno.
Con todo, la encíclica puede leerse como un "grito del corazón" del Papa por una mayor humanización de los mercados económicos, de los regímenes políticos y asociaciones e instituciones socioculturales, que exige a nivel personal el abandono de una visión pragmática en favor de una conciencia moral cristiana bien formada. Lo que dice explícitamente respecto al cuidado del medio ambiente puede aplicarse a otros temas tratados en la carta: "el problema decisivo es el tenor moral global de la sociedad".