(InfoCatólica) Hace unos días Rowling compartió un enlace a un artículo titulado «Opinión: Creando un mundo post-COVID-19 más igualitario para la gente que menstrúa» y dijo, con evidente ironía: «Estoy segura que solía haber una palabra para esa gente. Que alguien me ayude. Mujeras? Mujerus? Mojeres?».
Tras recibir una avalancha de críticas, la escritora defendió su tesis:
«Si el sexo no es real, no hay atracción hacia el mismo sexo. Si el sexo no es real, se borra la realidad vivida de las mujeres en todo el mundo. Conozco y amo a las personas trans, pero borrar el concepto de sexo elimina la capacidad de muchas personas para discutir sus vidas de manera significativa. Decir la verdad no es odio»
La polémica se vio alimentada por las críticas que recibió Rowling de algunos de los actores principales de la saga cinematográfica de Harry Potter, basada en sus novelas sobre dicho personaje de ficción.
Según informa el diario Abc, Melissa Anelli, editora de The Leaky Cauldron, la mayor web de fans de Harry Potter del mundo, ha instado al público a que deje de comprar los libros de la escritora, así como las películas basadas en ellos. Además, un colegio de West Sussex abandonó sus planes de bautizar uno de sus recintos con el nombre de la autora, ya que «no deseamos que se nos asocie con sus puntos de vista». La directora adjunta, Sarah Edwards, explicó que «ya no puede ser un modelo a seguir apropiado para nuestros alumnos».
Rowling ha abandonado temporalmente las Redes Sociales para no tener que leer los ataques y amenazas, incluso de muerte, que ha recibido.
Boicot a su futuro libro
Los últimos en unirse a la discusión son varios empleados de la división de literatura infantil de la editorial Hachette, que según informa The Daily Mail citando a una persona que estuvo presente, protagonizaron una «acalorada» reunión en la que expresaron no estar «preparados para trabajar en la producción del libro» ya que apoyan el lobby trans y se oponen al punto de vista de la escocesa. «Es gente muy espabilada», explicó la fuente, «sobre todo veinteañeros o al comienzo de la treintena, y aparentemente es un tema que les preocupa mucho». Sin embargo, una fuente de la empresa detalló que las críticas vinieron solo de «una pequeña parte del personal, que tiene derecho a mantener sus puntos de vista. Si se les pidiera editar un libro sobre abuso doméstico y fueran supervivientes del mismo, nunca se les obligaría a trabajar en él, por supuesto. Pero este es un cuento de hadas para niños. No es el fin del mundo».