(RV/infoCatólica) Benedicto XVI llegó al aula de las bendiciones tras la celebración de la Santa Misa, en la basílica de San Pedro, presidida por el Cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone. Luego de saludar a las autoridades organizadoras del encuentro, el Papa recordó que San Benito, patrono de Europa y de quien este día celebramos la fiesta, intuyó la necesidad de una maduración humana y cristiana de los pueblos de Europa, que puede hacerse realidad sólo en el encuentro con Jesús resucitado a través de una concreta experiencia eclesial y, en particular, en la celebración eucarística.
“Vuestro compromiso misionero en el ámbito universitario consiste, por lo tanto, en testimoniar el encuentro personal que han tenido con Jesucristo, Verdad que ilumina el camino de cada hombre”. Es del encuentro con Él- prosiguió el Papa- que surge esa “novedad del corazón”, capaz de dar una orientación nueva a la existencia personal, sólo así nos hacemos fermento y levadura de una sociedad vivificada por el amor evangélico.
El Pontífice destacó la importancia de una acción pastoral universitaria que se exprese en toda su validez teológica y espiritual para conducir a los jóvenes a percibir el misterio profundo del hombre y de la historia. Es por esta acción evangelizadora -agregó el Papa- que las comunidades eclesiales, y particularmente las capellanías universitarias, pueden ser lugares para la formación de creyentes maduros.
“En la universidad la presencia cristiana se hace cada vez más exigente y al mismo tiempo fascinante porque la fe está llamada, como en los siglos pasados a ofrecer su insustituible servicio al conocimiento, que en la sociedad contemporánea, es el verdadero motor del desarrollo”. Del conocimiento enriquecido con el aporte de la fe -afirmó el Papa- depende la capacidad de un pueblo de saber mirar al futuro con esperanza superando las tentaciones de una visión puramente materialista de la existencia y de la historia.
El Santo Padre exhortó a los jóvenes estudiantes a invertir sus recursos, no sólo intelectuales, para consolidar la propia personalidad y contribuir al bien común, recordando que el desarrollo del conocimiento requiere de cualidades morales y espirituales cada vez más elevadas frente a la vastedad y la complejidad del saber de la humanidad.
“La nueva síntesis cultural, que en este tiempo se está elaborando en Europa y en el mundo globalizado, necesita del aporte de intelectuales capaces de reproponer en las aulas académicas el discurso sobre Dios, o mejor dicho, hacer renacer el deseo del hombre de buscar a Dios…”
Al concluir el Papa invitó a los universitarios a amar las universidades que son palestras de virtud y de servicio, al tiempo que les aseguró que la Iglesia en Europa confía en el generoso compromiso apostólico de todos ellos, concientes de los desafíos y de las dificultades, pero también de las potencialidades de la acción pastoral en el ámbito de las universidades.