(Zenit) «El mensaje es claro: la magia es incompatible con la fe; Dios no se da a conocer a través de prácticas ocultas, sino que se nos revela como amor gratuito. Quien elige a Cristo se abandona confiado en las manos de Dios», dijo el Santo Padre.
En aquel tiempo, indica Francisco, «el testimonio de Pablo hizo presente a Jesús en medio de su pueblo, comunicando la vida nueva que el mismo apóstol había recibido»y «los prodigios y la efusión del Espíritu a través de los sacramentos manifestaban la fuerza salvífica del Evangelio».
Con estas maravillas, Dios demostró al pueblo «la debilidad de las artes mágicas», describió el Papa. Así, muchos acogieron la fe y rechazaron tales prácticas: «Los fabricantes de ídolos se sintieron amenazados y reaccionaron violentamente contra Pablo, pero sus denuncias no fueron acogidas», agregó.
En Mileto, Pablo pronunció un discurso de despedida a los ancianos venidos de Éfeso, destacando que «el servicio humilde y desinteresado» acompañó a su ministerio y que «se abandonaba al Espíritu Santo que lo conducía a Jerusalén, para ser probado», describió el Pontífice.
Allí «confió la grey redimida con la sangre de Cristo» a los ancianos y para esta tarea «los encomendó a Dios y a su palabra de gracia, fermento de desarrollo y de santidad en la Iglesia» y «los invitaba a trabajar para no ser de peso a nadie», concluyó el Obispo de Roma.